lunes, 22 de septiembre de 2014


Modelo equivocado

Algo debe estar mal en el modelo de desarrollo de México, toda vez que resulta inconcebible que luego de años de vida académica los jóvenes no tengan las oportunidades de un trabajo estable y bien remunerado.
Y es que luego de tres años de preescolar, seis de primaria, tres de secundaria, tres de media superior y cinco de superior, la gran mayoría con una inversión pública, al final no se tenga la oferta laboral para hacer de esta inversión del pueblo, una palanca de desarrollo con los jóvenes egresados.
Así, los jóvenes mexicanos se ven obligados a aceptar empleos precarios, pues los trabajos estables, difíciles de conseguir.
Datos del INEGI señalan que en el primer trimestre de 2014, la tasa de desempleo entre los jóvenes de 20 a 24 años de edad asciende al 9.2 por ciento.
Entonces tenemos un modelo equivocado, porque como sociedad invertimos en la educación pública, las familias se preocupan por mandar a sus hijos a la escuela. Como dirían las abuelas: “la educación es lo único que le dejamos a los hijos”.
Pero qué pasa: se gradúan en nivel superior y no hay empleo para ellos. Urge se eficientes en el uso de los recursos públicos, porque no la creación de empleos para jóvenes no corresponde al esfuerzo que se hace en la educación.
El desempleo juvenil va en aumento y hoy más que nunca se debe actuar de inmediato para atenuar esta crisis laboral.
Hay una preocupación por la falta de oportunidades de trabajo para este grupo demográfico, se requieren estrategias multidimensionales e innovadoras para impulsar el crecimiento económico y la consecuente creación de empleos.
Uno de los factores que impide que la educación sea uno de los peldaños más importantes es la falta de empleabilidad para los recién egresados de la universidad, señala el investigador  del Centro de Investigación para el Desarrollo (CIDAC),  Jaime Martínez Bowness, quien apuntan que sólo  el 26% de las empresas tienen vacantes diseñadas para recién egresados y el 32% de las empresas tienen algún tipo de vinculación con universidades, pero no precisamente con programas estratégicos.
Textualmente hay que decirlo: como dijo el Secretario General de la OCDE, Angel Gurría: “La educación puede sacar a la gente de la pobreza y la exclusión social, pero para lograrlo necesitamos romper el vínculo entre entorno social y oportunidad educativa”.


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