jueves, 24 de marzo de 2016

Altar de Dolores en museos del INAH



Entre las manifestaciones de religiosidad popular en el culto católico sobresale el Altar de Dolores, tradición extendida en México desde el siglo XVII que evoca los sufrimientos que padeció la Virgen María por la muerte de su hijo.
La costumbre de colocar el altar ocho días antes del Viernes Santo, que recuerda la Crucifixión, se realiza en algunos museos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), con el propósito de preservar esta tradición que forma parte del patrimonio cultural inmaterial del país.
En el Museo de El Carmen, la figura principal del altar es la Dolorosa con sus atributos, entre los que se encuentran un corazón con siete puñales y los signos de la Pasión: la corona de espinas, los clavos, el martillo, la escalera, la bolsa con 30 monedas y los dados con los que algunos soldados se jugaron la túnica de Cristo.
Completan el altar diversos germinados –chía, alpiste, trigo, cebada o amaranto– que representan la Eucaristía; naranjas agrias adornadas con banderitas doradas que aluden al dolor de la Virgen y aguas teñidas de colores que recuerdan las lágrimas derramadas por ella.
Para el antiguo barrio de San Ángel donde se localiza el museo, el Altar de Dolores es parte esencial de su historia y, por este motivo, el recinto rememora cada año este acontecimiento. El público podrá apreciarlo en el Refectorio. Permanecerá abierto hasta el domingo 3 de abril.
El museo se localiza en avenida Revolución 4 y 6, colonia San Ángel. El horario de visita es de martes a domingo de 10:00 a 17:00 horas. El costo es de 55 pesos; el domingo la entrada es gratuita.
Otro de los recintos que preserva la tradición es el Museo Nacional de las Intervenciones, cuyo altar se compone de figuras de barro huecas que representan borregos y venados con la cabeza vidriada en color verde. En la parte exterior se pegan semillas de chía que se ponen a germinar varios días antes de montar el altar, y trigo.
La chía y el trigo representan la Resurrección y se relacionan con el ritual agrícola, toda vez que la semilla para dar fruto necesita morir y ser enterrada. Las mesas en donde se coloca el altar se forran con papel de china o manteles morados o negros, colores emblemáticos para guardar luto. Se acompaña de imágenes de la Pasión de Cristo (los clavos, la corona de espinas, el talego con dinero, la lanza, el gallo, la columna donde es flagelado Jesús, los dados, etc.), representadas por dibujos rellenos de semillas y pétalos de flores.
En jícaras o fruteros se colocan naranjas en las que se ensartan banderitas de papel picado dorado o plateado con palitos que representan al pueblo y a los soldados, mientras que las naranjas simbolizan el pecado porque son frutos dulces y amargos al paladar. Se colocan también vitroleros con agua de sabor, particularmente de limón con chía, que representan las lágrimas de María en el momento de la Crucifixión de Jesús.
El Altar de Dolores permanecerá expuesto al público hasta el 10 de abril y podrá visitarse de martes a domingo de 9:00 a 18:00 horas. El recinto se ubica en calle 20 de Agosto s/n, colonia San Diego Churubusco. La entrada es gratuita.
En el Ex Convento de San Andrés Apóstol, en el municipio de Epazoyucan, estado de Hidalgo, la comunidad participa de manera entusiasta en el montaje del Altar de Dolores, mediante el préstamo de objetos que utilizan en su vida cotidiana y con algunos de los insumos necesarios. Este año elaboraron un monograma de la Virgen María, representado en un tapete de semillas.
Organizado por el Centro INAH Hidalgo, paralelo al altar se propuso la realización de un taller para la creación de tapetes de semillas, dirigido a niños de nivel primaria, con el cual se pretende inculcarles un sentido de pertenencia y de identidad cultural para el fortalecimiento de su comunidad.
El Altar de Dolores estará abierto al público del 18 de marzo al 8 de abril, de martes a domingo de 9:00 a 17:00 horas. La entrada es gratuita. El recinto se localiza en Benito Juárez s/n, Epazoyucan.
También en Hidalgo se presenta un Altar de Dolores en el Ex Convento de San Nicolás de Tolentino, municipio de Actopan. La muestra la integran elementos característicos de la localidad: semillas de trigo, alpiste, cebada, amaranto, instrumentos de trabajo, vasijas, botellones, jarrones, platos y jarros, hechos de barro, así como esferas de vidrio soplado, plantas aromáticas y cactus de la región que sirven como base para las velas.

domingo, 20 de marzo de 2016

Rescatan 15 mil fragmentos de un mural en El Tajín





Un rompecabezas monumental en el punto más alto de El Tajín, la "ciudad del trueno", donde se construyeron los edificios significativos del periodo Epiclásico; ahí también plasmaron, en murales, parte de su historia y hazañas militares. Uno de ellos, hallado en el relleno constructivo del Edificio 40 en el verano de 2009, se enfoca en la representación de un grupo de guerreros y tiene una particularidad: está completo y hasta el momento han sido rescatados 15 mil de sus fragmentos.
“En 2009 comenzamos con menos de 100, antes de darnos cuenta del valor de lo que estaba enterrado. Hemos trabajado largo tiempo en estos fragmentos, los hemos recuperado para estudiarlos a fondo, con el propósito de reintegrar escenas completas”, explicó Arturo Pascual Soto, del Instituto de Investigaciones Estéticas (IIE) de la UNAM.
Guerreros de El Tajín
Para relatar cómo ha sido esta primera fase de investigaciones arqueológicas, el universitario escribió el libro “Guerreros de El Tajín. Excavaciones de un edificio pintado”.
Allí, no sólo se refiere a la importancia de los edificios de este conjunto arquitectónico o a lo excepcional que fue encontrar un mural completo en pedazos, pone énfasis en la tarea que significa enfrentar la excavación de los fragmentos, de recuperar cada uno de ellos en el relleno del edificio, de conservarlos desde el momento mismo de su aparición y estudiarlos de un modo novedoso.
La obra, editada por el IIE, propone formas distintas de hacerse cargo del fechamiento de estos murales, en específico a partir de los restos de carbón que se han conservado “atrapados“ en los aplanados de cal y que pueden ser objeto de técnicas de fechamiento absoluto.
Éste es el primero de una serie de libros dedicados a este conjunto arquitectónico de El Tajín. Es un adelanto de los hallazgos que aún nos aguardan en medio de la selva, en la antigua ciudad del trueno.
El experto, quien encabeza los trabajos en esta zona arqueológica de Veracruz, aclaró que en la época prehispánica no era extraño que se colocara pedacería de antiguos murales en el relleno constructivo de los edificios, usados a modo de simple basura.
“Por separado, los fragmentos de murales son sólo pedacería; pero en el momento en el que son reintegrados en escenas concretas revelan su complejidad simbólica para convertirse en fuente de información de primer nivel”, dijo.
“Lo que no es común y que tuvimos claro en la temporada de campo que siguió a su descubrimiento, es que todo el mural, despedazado si se quiere, fue enterrado deliberadamente. Es decir, luego de desprenderlo por partes en el pasado se convino enterrarlo completo en el mismo lugar al que pertenecía, y eso es algo que definitivamente no ocurre con frecuencia en El Tajín”, acotó.
El mural, que adornó un grupo de aposentos del Edificio 40, no sólo es importante por los valores plásticos inherentes a esta obra de arte, lo es también porque en El Tajín “no hemos encontrado las tumbas de los gobernantes o de aquellos personajes que pertenecían a la jerarquía social más alta, quizá porque los enterraban fuera de la ciudad, y es por ello que no tenemos noticia de las prácticas funerarias de la época”, detalló el también historiador del arte.
Si no existen tumbas que permitan un acercamiento a las manifestaciones simbólicas de este antiguo pueblo del oriente de Mesoamérica, los murales, más aún cuando pertenecen a un contexto arqueológico privilegiado como el del Conjunto del Edificio de las Columnas, sede del poder político de entonces, son el único camino cierto para explorar la ideología de esta última etapa de florecimiento cultural.
Alejado del área abierta a los turistas, el conjunto arquitectónico del Edificio de las Columnas, del cual forma parte el Edificio 40, fue por excelencia la sede de gobierno de un inmenso territorio que se extendía tanto en la costa del Golfo de México, como en las montañas de Puebla y Veracruz. “Abarcaba los ríos Tecolutla y Cazones, quizá también el río Tuxpan, hasta pocos kilómetros antes del puerto de Veracruz”.
En cuanto a los fragmentos del mural, el universitario recordó que al reacomodar las piezas del monumental "rompecabezas" él y su equipo encontraron imágenes sorprendentes. Los guerreros aparecen colocados en medio de representaciones de edificios, los típicos basamentos piramidales de El Tajín dotados con cornisas voladas y nichos.
En ocasiones alternan figuras con el cuerpo pintado de color negro. También “hay una serie de fragmentos de los que no hemos podido completar su reintegración, se trata de personajes con la piel verde olivo, tal y como se representaba el color del cuerpo y que podría tratarse de un grupo de prisioneros de guerra que marchan desnudos conducidos por los guerreros de El Tajín”.
“Aunque con lo recuperado hasta ahora es posible asomarse por vez primera a las escenas que componían el mural, mientras no tengamos la totalidad no será posible reintegrarlo. Tendremos que seguir excavando en el lugar para reponer todos los fragmentos en su antiguo espacio pictórico“.
Al respecto, Arturo Pascual refirió que en agosto pasado, cuando creían que estaban cerca de recuperar todas las piezas, descubrieron una segunda galería, con nuevos vestigios del mural. De este modo, las excavaciones deberán prologarse un par de años, pero la reintegración de los murales, previo a un largo proceso de limpieza y consolidación, con ayuda de restauradores del Instituto Nacional de Antropología e Historia, requerirá más tiempo.

sábado, 19 de marzo de 2016

Hoy, equinoccio de Primavera a las 22:30 horas


El equinoccio sucede dos veces al año: el de primavera, hoy 19 marzo, cuando el Sol forma un eje perpendicular con el Ecuador de norte a sur, y el de otoño, al encontrarse nuevamente con el Ecuador de sur a norte.
En el calendario mesoamericano, el de primavera era más que un cambio de estación; para los mayas este evento astronómico significaba la planeación de la siembra.
“Lo relacionaban con el renacimiento porque marcaba el inicio de la temporada de crecimiento y reverdecer de la naturaleza; mientras que el de otoño indicaba el momento de la cosecha”, explicó Ernesto Vargas Pacheco, del Instituto de Investigaciones Antropológicas (IIA) de la UNAM.
Cosmovisión
De acuerdo con Johanna Broda, del Instituto de Investigaciones Históricas (IIH), la cosmovisión es “la visión estructurada en la que los antiguos mesoamericanos combinaban de manera coherente sus nociones sobre el medio ambiente en que vivían, y sobre el cosmos en que situaban la vida del hombre”.
Así, la astronomía y los calendarios mayas son resultado de la observación constante y repetida de la naturaleza, acción que les permitió predecir y orientarse en ciertas situaciones, como en el caso de la siembra.
Este conocimiento estaba a cargo de los sacerdotes, que debían combinar la capacidad de formar conceptos matemáticos, la buena observación y el dominio de la representación escrita. La adquisición de estos saberes exactos se refleja en las construcciones arquitectónicas.
Observatorios mayas
En la actualidad, el equinoccio de primavera y otros fenómenos son ampliamente observados en diferentes sitios de la península de Yucatán y en toda Mesoamérica; por ejemplo, en el área maya el más popular es “el fenómeno del juego de luces sobre la alfarda de la escalinata del edificio de El Castillo en Chichén Itzá”.
Otras zonas arqueológicas representativas son Dzibilchaltun, al norte de Mérida; Mayapán, al norponiente de Yucatán, o Uaxactún, en Guatemala, cuya agrupación de edificios se alinean de tal manera que pueden funcionar como observatorios astronómicos.
Este conglomerado de edificios –del Preclásico tardío (400 a.C.-200 d.C.)– son conocidos como Grupo E y “consiste en una estructura piramidal desde donde se observa. Al frente está una plataforma con tres templos que establecen líneas de observación; ahí se mira desde la escalinata de la pirámide del lado oeste para medir los solsticios y los equinoccios”, describió Vargas.
Esas mediciones tienen una trayectoria larga en el zona maya, pues los edificios más tempranos datan de por lo menos 700 años a.C. y perduran casi hasta la actualidad, concluyó.

lunes, 14 de marzo de 2016

Chapultepec, testigo del devenir nacional




El control del agua corriente y fresca de Chapultepec fue el secreto de la fuerza mexica para el agrandamiento de su ciudad, pero también el de su caída final durante la conquista española, cuando Hernán Cortés, al sitiar Tenochtitlan, apostó a la táctica de cortar el acueducto, afirmó Salvador Rueda Smithers, director del Museo Nacional de Historia (MNH), Castillo de Chapultepec.
Al impartir la conferencia Chapultepec en la historia, realizada en el recinto museístico del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), dijo que la sed provocó la rendición de los mexicas, en el episodio que sería el fin de la civilización indígena prehispánica y el principio del periodo virreinal.
Salvador Rueda relató los diversos usos que ha tenido el sitio, desde la intervención europea hasta nuestros días, y mencionó que las piedras del adoratorio de la cima del cerro del Chapulín sirvieron para levantar una pequeña capilla dedicada a san Miguel Arcángel.
“Por esos años, ingenieros y artesanos construyeron el acueducto virreinal, que junto con la capilla, según pinturas y planos de los siglos XVI y XVII, fueron signos de identidad geográfica, los símbolos de Chapultepec”.
En la primera década del México independiente, tras la creación del Colegio Militar, la fortaleza fue destinada a ser su sede. En 1846, por el norte y el Golfo entraron tropas norteamericanas rumbo a la ciudad de México, Chapultepec fue el último escenario de la batalla del 13 de septiembre de 1847; un par de años más tarde, el castillo se volvió a levantar, junto con la escuela castrense.
El historiador mencionó que a partir de 1864 y hasta 1867, Maximiliano de Habsburgo vivió en Chapultepec su trágica aventura política al ser proclamado emperador de México. Al ocupar el castillo como la residencia imperial decidió rebautizarlo como Palacio de Miravalle.
Otro de los huéspedes importantes del edificio histórico fue Porfirio Díaz, quien utilizó la parte alta del Alcázar y el comedor como áreas residenciales y de gobierno. No menos dramático fue el paso del presidente Francisco I. Madero por el Castillo de Chapultepec, de donde salió con los cadetes del Colegio Militar al inicio del golpe de Estado que le causaría la muerte. Este suceso se conoce como la Marcha de la Lealtad.
El investigador del INAH expuso que por decreto de Lázaro Cárdenas, en 1939, el Castillo de Chapultepec se abrió “al pueblo mexicano”, y se dio origen al Museo Nacional de Historia; “pasó de ser residencia de presidentes a repositorio de la memoria histórica de México”.
El papel del agua entre Chapultepec y Tlatelolco      
Sobre el papel que tuvo el agua en la relación entre Chapultepec y Tlatelolco, el arqueólogo Salvador Guilliem Arroyo refirió que la caja de agua de México-Tlatelolco, que data del siglo XVI y fue descubierta en 2002, fue fundamental en esta conexión debido a que el líquido vital que la nutría provenía de este sitio, de acuerdo con fuentes históricas”.
El especialista en ingeniería hidráulica prehispánica afirmó que la caja de agua fue construida a partir de la infraestructura dejada por los antiguos indígenas y estuvo a cargo de fray Andrés de Olmos.
El director del Proyecto Tlatelolco revisó diversos planos que dan cuenta de los sistemas de aguas de esa época, uno de ellos es la Ordenanza del señor Cuauhtémoc,  de 1523, donde están representados los linderos de Tlatelolco, que iban desde lo que hoy es La Lagunilla hasta Tecámac, en el eje de sur a norte, y de Tepito a Nonoalco, en el eje transversal.
Un documento que ubica todos los sistemas hidráulicos de Tlatelolco y Tenochtitlan, es el Plano de Uppsala, de 1554, donde se muestra cómo el líquido bajaba a la gran caja de agua de Chapultepec, que también se alimentaba del acueducto que llegaba de Santa Fe.
“El agua del cerro del Chapulín se canalizaba a la parte oriental, llegaba a Salto del Agua, ahí doblaba hacia el norte hasta Tlatelolco y se desviaba en San Francisco, a la altura de lo que hoy es el Palacio de Bellas Artes, para concluir en Tenochtitlan”.
En la época novohispana, el líquido entraba a Tlatelolco por el atrio del Templo de Santiago para pasar a la parte sureña; entre la iglesia y el Colegio de la Santa Cruz se ubicaba la caja de agua, desde la que se distribuía por acueductos subterráneos y apantles hasta  llegar al Tecpan.
En el Plano de Trasmonte (1628), aparece la arcada que baja de Chapultepec hacia el centro de la ciudad de México. Se aprecia la presencia de varias vías de distribución del agua en el siglo XVI y sus medidas: el canal tenía más de seis metros de ancho; los acalotes eran de tres metros y de metro y medio; y el apantle, que eran acueductos pegados a las calles de tránsito, medían 40 centímetros de profundidad y 30 centímetros de ancho.
“Nos interesaba entender cómo se construyeron todos estos sistemas de aguas, sabemos que fue a través del tequio (sistema de mayordomías), llamado así en la época colonial, que se basó en los calpullis prehispánicos en los que se apoyó Nezahualcóyotl para llevar agua a Tlatelolco y a Tenochtitlan”.
En la conferencia, Salvador Rueda leyó el ensayo inédito del historiador y lingüista Miguel León-Portilla, titulado Chapultepec en la literatura náhuatl, en el que consigna varios escritos nahuas: leyendas, poemas y relatos históricos provenientes de fuentes como los códices Matritense y Florentino, los Anales de Cuautitlán, las varias colecciones de Cantares Mexicanos, las Relaciones de Chimalpahin Cuauhtlehuanitzin, así como de las figuras y glifos de manuscritos como la Tira de la Peregrinación, Azcatitlan y Vaticano A, entre otros.
Los testimonios van desde los tiempos del mito de los dioses de la lluvia en Chapultepec, el recuerdo del esplendor azteca, hasta llegar a los días de la Conquista. “Esta pequeña antología de textos deja ver ya algo de lo que significó Chapultepec, al lado de México-Tenochtitlan, para el hombre prehispánico”, citó Rueda Smithers a León-Portilla.

domingo, 6 de marzo de 2016

El saco de Pancho Villa




De doce balazos fue asesinado el general Francisco Villa, once quedaron marcados en el saco de lino, hecho a la medida que portaba desabotonado, uno más, le pegó en el corazón. Especialistas restauran la prenda histórica, que forma parte de la colección del Museo Nacional de Historia, Castillo de Chapultepec.
El saco que Francisco Villa vestía el día de su asesinato estaba hecho a la medida, con el estilo propio de su dueño y de lino color marfil, tejido ligero con el que se confeccionaban algunas vestimentas para climas cálidos como el de Chihuahua.
Como se recordará el asesinato del general Villa, ocurrido el 20 de julio de 1923 en la ciudad de Parral, Chihuahua, ha quedado como evidencia histórica un saco de lino donado por su segunda esposa, Austreberta Rentería, a mediados de los años sesenta del siglo XX, resguardado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
La prenda llegó a la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía (ENCRyM) en julio del año pasado para ser atendida por un grupo de estudiantes de tercer semestre de licenciatura del Seminario Taller de Conservación y Restauración de Materiales Textiles, donde en fechas recientes han estado trabajando con obras históricas que presentan marcas de sangre.
El saco de Francisco Villa presenta once orificios y no expone a simple vista las huellas de sangre que provocaron las heridas. Para indagar las causas de este hecho y determinar los procesos metodológicos que debían seguirse en la preservación de este bien cultural, las especialistas en formación Mónica Pinillos, Cecilia Colín y Andrea Ortiz, dirigidas por la restauradora Lorena Román, realizaron un estudio del contexto histórico.
La investigadora indicó que “hay cierto tipo de piezas que no se lavan, no se planchan o prácticamente no se cosen, porque algunas obras no se pueden tocar debido a que son fuente primaria de un acontecimiento histórico, como es el caso del saco del general Villa”.
Después del estudio histórico, las estudiantes identificaron la materia prima y la técnica de factura. Con la elaboración de un patronaje, emprendieron la confección de la prenda y detectaron el grado de deterioro que habría de atenderse. Este proceso concluyó con el dictamen de conservación.
El material de composición se encontró estable, pero fue necesario coser el extremo de la manga izquierda, cortada para extraer la prenda del cuerpo en el lecho de muerte, con el propósito de detener la pérdida de hilos.
Para evitar el exceso de manipulación que afectara al textil, se propuso diseñar un maniquí exclusivo que permitiera las labores de costura y apoyara a una mejor lectura de la serie de balazos que dan valor histórico al objeto y comprender la constitución física del personaje.
El maniquí fue construido sobre un modelo de menores dimensiones al que se le aplicaron capas de espuma de polietileno (ethafoam), moldeado por las estudiantes como si se tratara de una escultura. De este modo, el saco quedó fijado de manera exacta al maniquí; el montaje puede servir para la exhibición y para su resguardo, sugirieron las estudiantes.
No obstante, las costuras y el montaje de la pieza son totalmente reversibles, explicó Lorena Román, dado que la propuesta de preservación considera la posibilidad de que en el futuro el desarrollo de nuevas técnicas y materiales requieran volver a tener la obra en su estado original.
Interrogantes históricas que rodean la prenda
La investigación condujo a las estudiantes de la ENCRyM a plantear dos hipótesis. En primer lugar, la falta de huellas de sangre hace suponer que Austreberta Rentería, a quien se le entregó la prenda después del evento, pudo haberla lavado. Hasta el momento, las pruebas de laboratorio han sido insuficientes para detectar este componente; no obstante, las arrugas más significativas se removieron sin aplicar calor directo que pudiera despolimerizar las proteínas que contiene la sangre, con el fin de someterla en el futuro a otro tipo de análisis.
La segunda hipótesis es relativa al proyectil que hirió el corazón de Villa. El hecho de que su rastro no se encontró hace suponer que el general llevaba abierto el saco en el momento del atentado. Este aspecto permitió determinar que se trata de un saco y no de una camisa, como se pensaba.
De esta manera, el seminario no sólo prepara a los estudiantes para reconocer el universo al que se enfrentarán en su vida profesional, sino que los lleva a profundizar sobre los datos históricos y construir hipótesis que inciden de manera directa en la toma de decisiones de todo trabajo de conservación.

El tornaviaje del galeón de Manila abrió la ruta a la globalización




En 1564, Miguel López de Legazpi y Fray Andrés de Urdaneta comandaron a un grupo de navegantes para partir de Barra de Navidad, en la provincia de Xalisco, rumbo a Filipinas, adonde llegaron un año más tarde. El viaje de regreso o “tornaviaje” se complicó por las corrientes marítimas, los vientos y otras dificultades que obligaron al agustino a navegar hacia una latitud más al norte. Ahí las corrientes de Japón llamadas Kuro Shivo los condujeron a California, desde donde emprendieron la ruta para arribar al puerto de Acapulco el 8 de octubre de 1565.
El tornaviaje o viaje de retorno y su importancia en las relaciones entre la Nueva España con ese territorio del sureste asiático se abordan en el libro El itinerario cultural del galeón de Manila. Arte y cultura México-Filipinas. 450 aniversario del tornaviaje del Galeón de Manila al puerto de Acapulco, México, 1565-2015. Una mirada desde Cuernavaca, compilación hecha por Juan Antonio Siller Camacho.
Editado por el Museo Regional Cuauhnáhuac (Palacio de Cortés) del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), el volumen fue presentado en la Dirección de Estudios Históricos. Contiene 19 ensayos de 15 autores de diversas disciplinas, y aborda el patrimonio cultural empleando una nueva categoría: itinerarios culturales, que facilita la comprensión del territorio con sus intercambios y relaciones.
“Esta categoría permite apreciar la globalización y su relación con la cultura universal. El tornaviaje, celebrado en  2015, evoca 450 años del descubrimiento de una ruta tan importante que permitió la globalización en el siglo XVI”, explicó Juan Antonio Siller.
El texto inicia con un mensaje del embajador de Filipinas en México, Catalino Reinante Dilem Jr., para proseguir con la participación del director del Museo Regional Cuauhnáhuac, Juan Contreras de Oteyza, quien resalta la importancia de esa ruta y el valioso acervo que conserva el recinto que encabeza.
El fotógrafo Adalberto Ríos Szalay muestra en imágenes el intercambio cultural y la presencia filipina y asiática en algunos de los objetos y tradiciones cotidianas. Roberto Junco, de la Subdirección de Arqueología Subacuática del INAH, comparte los trabajos de prospección y excavación arqueológica en las costas de la península de Baja California, realizados a lo largo de más de diez años.
La importancia histórica de las primeras exploraciones marítimas y de las costas del Mar del Sur, como era conocido el océano Pacífico, a cargo de Hernán Cortés y sus subalternos, es abordada por Juan Antonio Siller.
“Cortés sabía de la trascendencia de la navegación a Filipinas: construyó más de 25 naves hechas en las costas, que envió para encontrar el ‘tornaviaje’ o el viaje de retorno a Filipinas. Por ello tomé como punto de partida el libro Hernán Cortés y la Mar del Sur, de Miguel León Portilla”, comentó el arquitecto restaurador del Centro INAH Morelos.
Marcelo Adano Bernasconi, director del Museo Naval de Acapulco, narra el establecimiento de los primeros astilleros para la construcción naval en México y Filipinas. La importancia de las primeras construcciones militares en el puerto de Acapulco es documentada por Manuel Ignacio Ruz Vargas, investigador y catedrático de la Universidad Autónoma de Guerrero.
“El galeón fue el navío más grande que se había construido, se fabricó en Cavite, Filipinas, donde había mano de obra esclavizada; salía más barato hacerlo ahí que en los astilleros de la Nueva España, donde sólo se reparaban las embarcaciones. Con relación a la abundancia de maderas de esa región asiática, el libro aporta datos poco conocidos, como el del astillero que se construyó en la entonces llamada Isla de las Especias”.
El proceso de cristianización en la Nueva España y Filipinas generó una identidad compartida, la cual expone Cristina Barrón Soto, catedrática de la Universidad Iberoamericana y coordinadora del Centro de Estudios y Cooperación México-Filipinas. Valentín López González escribe sobre la importancia de San Felipe de Jesús, primer santo mexicano, en la cristianización de esa nación oriental.
Los préstamos gastronómicos en ambas culturas y su fusión a través de las nuevas especias que arribaron o salieron de uno y otro continente, son revisados por el chef Marco Julio Celorio.
La vida de Cándido Díaz, de madre filipina y padre español, quien llegó a Jojutla en el siglo XIX e instaló una escuela para enseñar a leer y escribir, se consigna en el texto de Guillermo Mañón, cronista de esa localidad.
“La labor de Cándido Díaz es extraordinaria por el vínculo que generó entre las dos culturas. En Jojutla se introdujo el primer arroz procedente de la costa, cultivado posiblemente por filipinos”, comentó Siller Camacho.
Cuernavaca fue el sitio de tránsito al puerto de Acapulco y el centro de decisiones relacionadas con las exploraciones; en su convento de la Asunción se hospedó Miguel López de Legazpi. El Jardín Borda fue un centro de aclimatación de las especies  botánicas traídas por el galeón y los muros de la catedral atestiguan el martirio de San Felipe de Jesús, cuando regresaba de Manila a costas novohispanas.
El arte también tiene cabida en este libro con la revisión de la pintura y la simultaneidad entre México y Filipinas en la obra pictórica del filipino Manuel D. Baldemor.

jueves, 3 de marzo de 2016

Educación para cambiar la realidad de México





La educación superior, que no quepa duda, es la única forma de cambiar la realidad social en el país, afirmó el rector de la UNAM, Enrique Graue Wiechers.
Al poner en marcha el Laboratorio Nacional de Visualización Científica Avanzada (LNVCA) en el campus Juriquilla de esta casa de estudios, sostuvo que los recursos para la educación superior siempre serán insuficientes y “por ello necesitamos hacer eficiente el presupuesto en beneficio de la educación y la investigación”.
Ejemplo de ello es este laboratorio de punta en tecnología y el convenio que hoy firmamos con seis universidades de Querétaro, porque la cooperación entre universidades no tiene límites: va desde el intercambio estudiantil y docente, la formación compartida y la generación de vínculos entre la investigación, la docencia y la innovación, destacó el doctor Graue.
Las universidades necesitamos responder con estas actividades sustantivas a la sociedad para con ello lograr la modernización de la planta productiva del país, subrayó.
El LNVCA tiene como funciones brindar herramientas de supercómputo y visualización científica avanzada que sirvan de apoyo a las actividades de docencia e investigación tanto en el campus Juriquilla de esta casa de estudios como en esta región del país.
Este espacio, producto de una iniciativa conjunta entre la UNAM y la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ), también apoyará la docencia en programas de posgrado, servirá como herramienta de divulgación científica a estudiantes de los diversos niveles educativos y al público en general, y dará servicio a organismos del sector público y a la industria regional.
El laboratorio está compuesto por tres Unidades de visualización: una  paralela de alta resolución 2D (de modelos digitales); otra de visualización inmersiva 3D (que permite la visualización de modelos digitales en tres dimensiones por medio de proyecciones en las cuatro caras de la instalación); y una última de visualización OMNIGlobe (sistema de proyección esférico).
En el evento inaugural del laboratorio, Raúl Gerardo Paredes Guerrero, Presidente del Consejo de Dirección del Campus Juriquilla de la UNAM, destacó que este espacio contará con el apoyo de Conacyt y participarán todas las entidades del Campus Juriquilla.
Destacó la importancia de sumar esfuerzos en beneficio de la educación y la investigación. “De este modo es como se avanza en investigación científica, vinculación y divulgación de la ciencia”.