lunes, 18 de enero de 2016

Sindicalismo


El sindicalismo en México está en uno de sus momentos más complicados. Quizás la Revolución Mexicana jamás se concretó. La tierra se volvió a privatizar, hay inversión extranjera en energéticos, se reinstauró la reelección, la seguridad social se privatizó y algunos líderes sindicales acatan lo que ordena el patrón, en algunos casos es el propio gobierno.
La educación pública en este país está en la mira de la iniciativa privada, por los recursos públicos que representa, pero hay que nulificar al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) en más numeroso de  América Latina, el cual “aceptó” pagar sus comisionados. Pero los trabajadores tienen derecho a que uno de sus compañeros los represente laboralmente y vele por sus derechos, como es un mismo empleado, su salario lo cubre el patrón y/o gobierno, el tiempo que dura su gestión.
Para empezar habrá que preguntarle a los maestros de México sí quieren pagar el salario de su representante sindical, Juan Díaz de la Torre.
Y la pregunta queda en el aire: ¿esta fórmula se aplicará a todos los sindicatos de los gobiernos federal y locales? Cuando veas las barbas del vecino cortar, pon las tuyas a remojar.
Cierto que los excesos de algunos dirigentes del SNTE los llevó cavar su propia tumba, porque luego de décadas de “chapulines” hasta se jubilaban, estaban como representantes de sindicales, diputados, senadores, partidistas, como servidor público y seguían con su salario de maestro. Eso sí se debe acabar, pero no con el derecho de los trabajadores a que uno de sus compañeros los representen y con salario pagado por el patrón.
Es decir sí su gestión dura cuatro años, con derecho a una reelección de otros cuatro, está bien, luego que se regrese a su lugar y que vengan otros “sufragio efectivo, no reelección”; quienes se eternizan en un mismo cargo sindical, en la mayoría de los casos terminan como cómplices del patrón y lejos de sus compañeros.
La Secretaria de Educación Pública (SEP) informó que se dejará de pagar a unos 2,200 comisionados sindicales, con lo que se ahorrarán mil millones de pesos anuales. Ahora nos deben explicar quiénes son y qué hacían, para retirar el velo de los “aviadores” y por tratarse de recursos públicos es deber que lo hagan. Nunca más la complicidad del silencio.
Sin temor a dudas esto sienta un precedente que pone en jaque al sindicalismo en México, donde los “liderazgos” son eternos y los salarios son pagados con el erario.
Para empezar la dirigencia nacional del SNTE debería quedar fuera de la nómina federal y los más de un millón de trabajadores de la educación tener la posibilidad de decir sí quieren pagar sus salarios, que son muy mayores a los que dicen representar.
Y están en puerta los relevos de las dirigencias seccionales de la 10 y 11 en el Distrito Federal, serán pagadas por sus compañeros o por la SEP.
Textualmente hay que decirlo: Se acabó la revolución se dieron pasos para atrás, la seguridad social y representación ganadas por los trabajadores se acaban por los excesos y abusos de quienes se eternizaron en el cargo y los designios del grupo en el poder, a los que ahora ya no le son de utilidad los sindicatos. Ahora se pueden llevar a la educación entre las espuelas. Veremos que sucede.

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