sábado, 7 de noviembre de 2015

Química arte y negocio: Roald Hoffmann


Desde la antigüedad y antes de convertirse en una ciencia, la química era considerada un arte, un oficio y un negocio, algo que sigue vigente, afirmó Roald Hoffmann, Premio Nobel de 1981 en esta disciplina, en Universum, Museo de las Ciencias, de la UNAM.
Al impartir la conferencia Chemistry’s essential tensions: three views of the science in culture, el especialista explicó que los humanos fueron puestos en la Tierra para transformarla “y debemos preocuparnos si es para bien o mal. Cambiamos a la naturaleza, es parte de nuestra esencia, y las personas hicieron esto desde hace mucho”.
Por ejemplo, los antiguos egipcios —y después los helenos— pintaron sus paredes y cuadros con colores llamativos (azules y verdes) obtenidos al mezclar sustancias, y si los patrocinadores de un artista tenían mucho dinero, lo hacían de turquesa. Desde ese entonces había químicos encargados de elaborar esos tintes. Es indudable que este conocimiento ha llamado la atención a través de los siglos, en especial por sus vistosas reacciones.
Al respecto, el ponente detalló que al combinar bromuro con aluminio se da un espectáculo de flamas, luz, sonido, formación de humo, además de un olor desagradable y un remanente blanco diferente a los insumos originales. Esta serie de cambios y explosiones maravilla y atrae a la gente, aseveró.
No obstante, esta ciencia no se trata sólo de explosiones ni es una manera eficaz de generar dinero, porque se desperdicia tanto la energía como los materiales (que son costosos).
Para Hoffmann, la química está presente en todo momento, como se aprecia en cualquier ser vivo, ya sea lentamente como sucede con el envejecimiento, o muy rápido, como con las enzimas.
Desarrollo a través de los siglos
A lo largo de los últimos 200 años, la humanidad ha ahondado en la transformación de sustancias tanto a nivel macro como microscópico. Así, hoy tenemos una gran información útil en el oficio y negocio de las moléculas y sus transformaciones, es decir, el arte de la química.
Este conocimiento no se logró a través de microscopios (antes no había este tipo de herramientas), sino de forma indirecta a través de nuestros sentidos y mediante un racionamiento frío. Fue maravilloso poder adquirirlo sin ver, sólo a través de un ejercicio intelectual, concluyó.


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