domingo, 29 de enero de 2017

Reloj Occidental de Ieyasu, tesoro de Japón


“Hoy en día las relaciones entre México y Japón se desarrollan de manera dinámica, los japoneses invierten y confían en el futuro de México”, sostuvo el embajador de Japón en México, Akira Yamada, al donar una réplica del Reloj Occidental de Ieyasu, pieza considerada Tesoro Nacional, al Museo Nacional de las Culturas (MNC), en un gesto que reitera la amistad de más de 400 años entre ambos países.
En la ceremonia de entrega del objeto emblemático de la cooperación y mutua comprensión entre dos naciones, el diplomático asiático destacó que el intercambio con el pueblo mexicano “no sólo es en el campo económico, sino en lo político, cultural, académico y deportivo; ahora la exhibición de esta pieza en este museo es un gesto que refrenda esa amistad”.



Al hacer la entrega de la réplica al coordinador nacional de Museos y Exposiciones del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), José Enrique Ortiz Lanz, el embajador de Japón en México expresó que con México hay una larga historia de amistad de más de cuatro siglos. Recordó que el primer encuentro se dio en 1609, cuando naufragó el Galeón San Francisco, donde viajaba el ex gobernador interino de Filipinas. Ese acontecimiento, dijo, de alguna manera inicia la larga historia diplomática entre nuestros países.
El 30 de septiembre de ese año, una tormenta sorprendió al Galeón San Francisco que navegaba de Filipinas a la Nueva España haciéndolo encallar. Aldeanos del pueblo japonés de Kishiwada auxiliaron a los sobrevivientes: les ofrecieron ropa, alimento y los alojaron en sus chozas, también ayudaron a su retorno. Como agradecimiento, el virrey otorgó un reloj mecánico con la inscripción “Hecho en España 1581”. Hoy es el reloj mecánico más antiguo de Japón y Tesoro Cultural Nacional.



El coordinador nacional de Museos y Exposiciones del INAH recordó que el incidente de un naufragio detonó las relaciones de amistad y de cooperación entre México y Japón, en una época en que la comunicación transoceánica se antojaba una fantasía y constituía una verdadera hazaña. Más de 400 años después esta joya mecánica ha logrado reunirnos una vez más, en torno al generoso obsequio de una réplica que simboliza la cooperación, amistad y mutua comprensión.
José Enrique Ortiz Lanz dijo que la pieza viene a enriquecer los acervos del museo y seguramente despertará el interés del público mexicano; su resguardo y próxima exhibición en uno de los recintos más antiguos y queridos de México, garantiza que nuevas generaciones conozcan el poder de la amistad y el acercamiento entre los pueblos aparentemente lejanos, pero que han sabido apreciarse y respetarse.
El reloj original se conserva en el Museo Toshogu de Kuno-zan, en la Prefectura de Shizuoka. En la ceremonia de donación también participó una delegación procedente de esa ciudad, encabezada por el alcalde, Nobuhiro Tanabe, quien recordó que en 2015 se cumplieron 400 años de las relaciones diplomáticas entre México y Japón, y para conmemorar el hecho se decidió elaborar la réplica de un objeto emblemático en la historia de los encuentros entre ambas naciones. La pieza se elaboró con apoyo de la Cámara de Comercio.
El Galeón San Francisco zarpó del archipiélago asiático con Rodrigo de Vivero a bordo. Vivero era ex gobernador interino de las Islas Filipinas, colonia española en aquella época. La nave se dirigía a la Nueva España pero una tormenta la hizo encallar en Iwawada (Onjuku), Japón. Sobrevivieron 317 de los 367 tripulantes.



Los náufragos fueron auxiliados por los aldeanos del pueblo de Kishiwada, quienes compartieron su ropa, alimentos y vivienda. Rodrigo Vivero se entrevistó con el segundo Shogún Hidetada Tokugawa y con leyasu Tokugawa, los gobernantes japoneses finalmente facilitaron el retorno de los náufragos a la Nueva España. Rodrigo de Vivero llegaría al puerto de Acapulco a finales de 1610.
En agradecimiento, el virrey de la Nueva España preparó una misión especial que viajaría a Japón, en un nuevo galeón, bautizado como San Francisco II. Como jefe de la delegación se designaría Sebastián Vizcaíno, comerciante, militar y explorador nacido en Extremadura. El responsable de la encomienda había sido general de los Galeones de Manila y habiendo explorado la Costa de California, fueron nombrados en su honor el desierto del Vizcaíno y la bahía Sebastián Vizcaíno.
En 1611, Felipe III lo nombró primer embajador de España en Japón. El diplomático partió de Acapulco, el 22 de marzo de 1611, llevando consigo un obsequio para medir el tiempo. El reloj fue entregado a Ieyasu Tokugawa, fundador del Shogunato (régimen de gobierno japonés de fines del siglo XVI hasta mediados del siglo XIX).
Silvia Seligson, curadora de la Sala de Japón del MNC, explicó que el reloj hecho en España a finales del siglo XVI, es de cobre recubierto con oro, único en el mundo y fue valuado como un Tesoro Nacional, por lo tanto no sale de Japón. La réplica que hoy recibe el museo es exacta al original, con la salvedad de que en su interior, el mecanismo que lo mantiene funcionando es electrónico. El original aún sigue en funcionamiento con su mecanismo del siglo XVI.
El reloj será puesto en exhibición en marzo próximo, como parte de una exposición en la que se mostrará piezas sobresalientes de toda la colección que ha sido donada a México por diversos países, junto con la maqueta de un Galeón de Manila.

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