domingo, 5 de octubre de 2014


Doble filo

El cese de Yoloxóchitl Bustamante Diez de la dirección general del Instituto Politécnico Nacional (IPN), aunque justificada, se convierte en un arma de doble filo, toda vez que, el Gobierno Federal respondió a las demandas del pliego petitorio y ahora los estudiantes deben proceder con cautela en sus acciones y comprometerse a participar en el desarrollo académico de la institución.
Hoy más que nunca, los estudiantes a estudiar, los académicos a enseñar y los funcionarios a funcionar, para responder a la grandeza del IPN.
Es necesario establecer compromisos muy sólidos, tanto por parte de la autoridad, como por los estudiantes y planta académica, porque no sería sano decir sólo: ahí está su escuela y hagan lo que quieran.
La grandeza del IPN está en su historia, en los cientos de miles de alumnos que se forman, en sus egresados que sirven al desarrollo de la nación, por lo que es momento de retomar el rumbo, luego de un periodo de perder de vista el objetivo.
Se trata de una inversión del pueblo mexicano, que desea que se formen profesionistas que sean la palanca de desarrollo de la nación. Hay que estar alertas, porque es necesaria una buena conducción académica y administrativa al Instituto.
Y es que en el caso de la saliente Bustamante Diez el error no estuvo en aceptarle la renuncia, sino en darle el cargo y luego ratificarla. Como se recordará el 11 de diciembre de 2009, rindió protesta para el periodo de 2009-2012 como Directora General del IPN, designada por el entonces presidente de México Felipe Calderón Hinojosa. Fue ratificada por el presidente Enrique Peña Nieto para el periodo 2012-2015, en la ceremonia efectuada el 13 de diciembre de 2012 en la Residencia Oficial de los Pinos.​​​​​
La conducción del IPN por Bustamante Diez siempre fue cuestionada.
Hay que resaltar que el Politécnico es una gran institución resultado de que en 1932 surgió la idea de integrar y estructurar un sistema de enseñanza técnica, proyecto en el cual participaron destacadamente el licenciado Narciso Bassols y los ingenieros Luis Enrique Erro y Carlos Vallejo Márquez.
Sus conceptos se cristalizaron en 1936, gracias a Juan de Dios Bátiz, entonces senador de la República y al general Lázaro Cárdenas del Río, Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, proponiendo llevar a cabo los postulados de la Revolución Mexicana en materia educativa; dando así nacimiento a una sólida casa de estudios: el Instituto Politécnico Nacional.
En la actualidad la comunidad del IPN está integrada por más de 176 mil alumnos de los niveles Medio, Superior y Posgrado, y más de 27 mil académicos, trabajadores de apoyo y asistencia a la educación, de mando y directivos.
Cuenta con más de 900 investigadores adscritos al Sistema Nacional de Investigadores, quienes conforman nueve redes de investigación y posgrado que atienden temáticas de biotecnología, nanociencias y micronanotecnología, medio ambiente, energía, robótica y mecatrónica, computación, telecomunicaciones, salud y desarrollo económico.
Textualmente hay que decirlo: Es necesario atender las necesidades de la educación púbica superior en México. El caso del IPN debe ser la punta de lanza para iniciar un gran proyecto de revitalizarla en beneficio de la nación. Por ello debe establecerse un compromiso de alumnos, académicos y autoridades para conservar la excelencia del Instituto e incluso mejorar.


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