domingo, 12 de noviembre de 2017

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Educación, salud y recreación

El trabajo infantil constituye una violación de los derechos de niños, niñas y adolescentes, pero, en México, existe la creencia relativamente extendida de que es inevitable, aceptable e incluso bueno para su formación; pero no es cierto, a ellos hay que brindarles salud, una buena educación y recreación. La inversión en ello es el presente y futuro de la nación.
Datos oficiales del año 2007 indican que en México uno de cada ocho niños entre los cinco y los 17 años trabaja, lo cual da una suma superior a los tres millones y medio de niños y niñas en ese rango de edad.
La población infantil que trabaja se ubica principalmente en las áreas menos urbanizadas del país. Aproximadamente siete de cada diez niños trabajadores vive en zonas rurales. La diferencia entre géneros también es notable: el trabajo infantil tiene más incidencia en niños que en niñas (los niños trabajadores son casi el doble que las niñas, dos millones y medio frente a un millón doscientas mil), según los datos del ENOE. Pero las estadísticas no hablan del impacto del trabajo doméstico, que afecta más a niñas que a niños (se calcula que un 60% de niños frente a un 72% de niñas).
Hay algunas acciones en México para erradicar el trabajo infantil, y aunque falta mucho por hacer, se empezó ya por algo.
El “Marco Acelerador de Políticas” expuesto en el “Foro España-Américas” por el Secretario del Trabajo y Previsión Social, Alfonso Navarrete Prida, es una herramienta enfocada a maximizar los servicios de los sistemas de protección social y de educación en la prevención y erradicación del empleo de menores.
Mientras que otro innovador instrumento es el denominado “Predictor”, un modelo estadístico desarrollado en conjunto con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), que permite identificar la probabilidad de riesgo de actividades laborales de niños en un territorio.
Estas acciones se enmarcan dentro de la Agenda 2030 de las Naciones Unidas, relativa a los Objetivos de Desarrollo Sostenible, cuya meta número 8.7 establece la eliminación de todas las formas de trabajo infantil para el año 2025.
Textualmente hay que decirlo: Como lo expresó, Víctor Inzúa Canales, académico de la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS) de la UNAM, los niños no deben trabajar, puesto que no han terminado de experimentar la etapa de la infancia. “Además de ser pequeños física y mentalmente, emocionalmente tienen otras características, pero ante las circunstancias del país las familias en pobreza extrema recurren a ellos para que contribuyan”.

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