Los cambios de comportamiento,
así como el desarrollo y persistencia de la depresión, se relacionan con las
bacterias (microbiota) y los parásitos que viven en el intestino, de acuerdo
con un estudio realizado en la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM.
Mediante una investigación en
comunidades indígenas de Guerrero, hablantes de me’phaa, Elvia Ramírez Carrillo
e Isaac González Santoyo determinaron que el parásito Ascaris lumbricoides
genera alteraciones en la microbiota intestinal, afectando las redes generales
de comunicación y las subredes clave vinculadas con la depresión.
En las personas la microbiota
intestinal bacteriana es muy diversa, con más de tres mil 180 especies
reportadas hasta ahora, que favorecen la formación de proteínas, moléculas de
señalización y el metabolismo de nutrientes que son fundamentales para la vida.
Los factores que alteran su abundancia, composición y comunicación se han
relacionado con al menos 50 problemas de salud, afirmó González Santoyo.
Ejemplo de estas perturbaciones
puede ser la presencia de A. lumbricoides, que impacta en procesos cognitivos
como la memoria, el aprendizaje e incluso la inteligencia no verbal, precisó
Ramírez Carrillo.
“Los parásitos intestinales
pueden afectar la microbiota y aumentar los síntomas de depresión. Los adultos
son más susceptibles porque el parásito interfiere con especies de bacterias
que participan en el metabolismo de la dopamina, uno de los principales
moduladores en la sintomatología depresiva. Los niños son más resilientes”,
puntualizó.
Los resultados del trabajo, en
el que participaron investigadores de la FP, del Instituto de Ecología de la
UNAM, y la Asociación Civil para el desarrollo indígena Xuajin, Me’phaa A.C.,
fueron publicados en la revista Scientifc Reports, de Nature.
El artículo ha tenido gran
repercusión en la comunidad científica. El siguiente paso será comparar la
variedad microbiana de los pobladores de las localidades de Guerrero con los de
algunas ciudades, pues se piensa que debido al estilo de vida, los habitantes
de las urbes presentarán menor diversidad ecosistémica de estos microorganismos
y, por ende, menor estabilidad en las redes de estas especies asociadas con la
depresión.
Estudio
A. lumbricoides vive en el
suelo, aqueja a más de un tercio de la población mundial, principalmente
poblaciones de bajos recursos, y causa importantes problemas metabólicos.
Los expertos de la UNAM
revisaron muestras fecales de niños y adultos en dos comunidades indígenas de
Guerrero, hablantes de me’phaa.
“El objetivo inicial fue
determinar cómo su estilo de vida influye en la composición, abundancia y redes
de comunicación de la microbiota. Su modo de vivir es muy diferente al de las
ciudades y se asemeja más a lo que experimentó nuestra especie a lo largo de su
evolución”, detalló González Santoyo.
Esto sirve para entender cómo
nuestro modo de vivir impacta en grupos bacterianos fundamentales para el
funcionamiento óptimo de nuestros sistemas inmunológico, nervioso o endócrino,
añadió.
Finalmente, Ramírez Carrillo
destacó que la presencia de A. lumbricoides daña más a los adultos, “aspecto
interesante para proponer otra alternativa en el estudio del origen de la
depresión humana”.
Información e imagen DGCS-UNAM
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