jueves, 1 de agosto de 2019

Celebración virtual para Nuestra Señora de Los Ángeles


Veneran este 2 de agosto a la patrona de la Colonia Guerrero y, recuerdan que vino con el agua. Se cuenta que, en 1580, una inundación provocó que un lienzo con la imagen de la Virgen de la Asunción llegara a las manos de Yesazo, un cacique del barrio indígena de Izayoque. Maltrecha como estaba, se mandó reproducir en una pared de adobe sobre una capa de yeso, acompañándola de una hueste celestial. Así comenzó a ser conocida como Nuestra Señora de Los Ángeles.
Para la gente del barrio, la milagrosa imagen siempre ha sido motivo de esperanza y veneración. La humilde capilla que le construyeron, con años devino en una iglesia que competía entre las más suntuosas de la ciudad. Tras varias modificaciones, a finales del siglo XIX el santuario alcanzó sus dimensiones y características actuales. La “cereza del pastel” fue la cúpula-corona diseñada por el arquitecto Emilio Dondé y Preciat, alegoría de la coronación de la Virgen.


El 19 de septiembre de 2017, un sismo resquebrajó una sección de la cúpula, haciéndola parecer un domo abierto al cielo. Debido a la cercanía del epicentro con la Ciudad de México, el movimiento telúrico afectó torres y cúpulas de varios recintos religiosos. Nuestra Señora de Los Ángeles es uno de los casos más emblemáticos y complejos de ese trágico inventario.
Hoy, a petición de los feligreses de contar con la imagen de Virgen para la realización de la misa con motivo de su fiesta patronal, la Secretaría de Cultura y el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) instalarán un circuito cerrado de video por medio del cual podrán apreciarla, debido a que por cuestiones de seguridad no se puede acceder al templo.


En tanto, el proyecto de restauración de esta parroquia, informó Antonio Mondragón Lugo, director de Apoyo Técnico de la CNMH, resultará ejemplar pues se sustenta en una metodología adecuada y bien pensada; “desde un primer momento, esa ha sido la apuesta, aunque sabemos que el proceso puede parecer lento”.
Explicó que los problemas ocasionados por el temblor tienen relación directa con su diseño estructural. El diámetro de su cúpula es de aproximadamente 14 metros, cuando las de inmuebles similares miden entre 7 y 9 metros.
Otro elemento que resultó poco adecuado para la cúpula fue su remate. El peso de esta linternilla, que se calcula en 20 toneladas, en combinación con la vibración sísmica, ocasionó una perforación en el casquete y fracturas que provocaron el desprendimiento de bloques de mampostería de hasta 3 metros de longitud.
Lugo indicó que, además, el temblor del 19 de septiembre de 1985 ya había dejado frágiles varios elementos arquitectónicos y que nunca se realizó una intervención a fondo ni se incorporaron estructuras de refuerzo.


Inmediatamente después del sismo de septiembre de 2017, la Dirección General de Sitios y Monumentos del Patrimonio Cultural de la Secretaría de Cultura federal, asumió la encomienda de evaluar la magnitud de los daños y solicitó a Sackbé, empresa especializada en la restauración de inmuebles patrimoniales, el análisis para definir el proyecto de intervención. Posteriormente, la Coordinación Nacional de Monumentos Históricos (CNMH) del INAH, retomó la estafeta para trabajar en la recuperación de este entrañable templo.
En una primera línea de trabajo, los especialistas propusieron el retiro de la sección de la cúpula que no colapsó, debido al riesgo que podía implicar, pues su único apoyo son los muros verticales que también sufrieron daños. No obstante, siguiendo las normas internacionales de restauración, que recomiendan conservar, en la medida de lo posible y según su importancia histórica, los restos materiales, se buscaron opciones para mantener lo que quedaba de la cúpula.
Con base en la información obtenida mediante escaneos láser, expertos internacionales como Santiago Huerta Fernández, arquitecto de la Universidad Politécnica de Madrid, y el ingeniero Giovanni Cangi, profesor de la Universidad Roma Tre, coincidieron en que la sección que permaneció “está en buenas condiciones y sólo es necesario estabilizarla”.


Sobre esta propuesta se trabaja actualmente y se diseñan los procedimientos para su ejecución. Sin embargo, esto requerirá una serie de estructuras, al interior y exterior de la iglesia, hechas a la medida para alcanzar el casquete. Una vez colocadas podrán iniciarse los trabajos de consolidación y la restitución de la parte colapsada.
Antonio Mondragón abundó en que los faltantes de la cúpula “se repondrán con tres tipos de piedra de canteras del Valle de México: una densa en la parte baja; otra ligera en el medio y en la parte superior llevará tezontle, el cual, es más liviano pero resistente. En resumen, vamos a tener una nueva cúpula similar a la original, pero con menor peso”.
También se evalúa incorporar refuerzos que den estabilidad al edificio. Para ello se requiere analizar el estado del subsuelo y la cimentación, puesto que la iglesia se levantó sobre un terreno fangoso.
El proceso de restauración de inmuebles históricos requiere paciencia, dedicación y un análisis minucioso. Por ello, Mondragón asegura que “una vez que se cuente con los recursos del Fondo de Desastres Naturales (Fonden), es factible que inicie este año la primera fase de la obra. El recorrido es largo pero los frutos valdrán la pena”, concluyó.
(Información y fotografía INAH)

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