lunes, 8 de enero de 2018

Falla estructural

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Falla estructural

Los administradores del país fallaron; al suponer, sin conceder, que eran viables las reformas, en los hechos, para el pueblo representan una escalada de precios que se ubican muy por encima del marginal aumento al salario de los trabajadores y ni hablar de los campesinos independientes y mucho menos del empresario que arriesga su capital.
Como dirían las abuelas: “hechos son amores y no buenas razones”, porque al final del día sólo queda la frialdad de los números y vemos que las autoridades federales y locales, también erraron en lo económico.
Porque pueden traer al doctor Cartens a que le explique al ama de casa las ventajas de las llamadas “reformas estructurales”, pero ella sólo sabe que en noviembre del 2012 un tanque de gas LP de 20 kilos le costaba 238.60 pesos, y ayer pago 398 pesos, es decir un incremento del 66.77 por ciento; esa es la realidad de la gente de a pie.
Y el automovilista sólo sabe que en julio del 2012 un litro de gasolina regular tenía un precio de 10.36 pesos y ahora es de 16.64 pesos; mientras que la de alto octanaje era de 10.95 hace seis años y ahora de 18.49 pesos; otro caso es el del diésel que en la fecha de referencia era de 10.45 y ahora de 17.25 pesos.
Claro, nos hablarán del libre mercado de las finanzas sanas, del “control de la inflación”, del retiro de subsidios ¿Y? ¿eso le interesa a la gente?
En enero del 2013 la paridad del dólar contra el peso era de 1 por 12.72, este año superó los 20 pesos por unidad nacional.
El incremento a los energéticos repercute de manera directa en el precio de la canasta básica, en unos casos porque se utilizan para su producción y en otra porque se requieren para su traslado.
Hay que citar el Reporte de Investigación 126 del Centro de Análisis Multidisciplinario (CAM) de la Facultad de Economía de la UNAM, el cual deja constancia de que, para el 16 de octubre de 2016, la Canasta Alimenticia Recomendable (CAR) tuvo un precio de 218.06 pesos por día, mientras que el salario mínimo diario sólo fue de $73.04 pesos.
Lo anterior, indicaba, en ese momento que, con un salario mínimo sólo se compraba el 33.5% de la CAR, por lo que se requerían hasta tres salarios mínimos para abastecer las necesidades básicas de una familia.
A nivel local, las cosas no fueron tan diferentes en la Ciudad de México, donde el pasaje del Metro pasó de 3 a 5 pesos, un incremento del 66 por ciento en los últimos tres años, y el servicio jamás mejoró, a pesar de la promesa.
Textualmente hay que decirlo: En materia económica hay promesas incumplidas. Lo que dejan en la mesa no satisface las necesidades elementales de la familia mexicana, porque en los hechos, "los beneficios" de las llamadas reformas estructurales, no les llegan a los bolsillos. Qué nadie se diga sorprendido luego.

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