sábado, 31 de mayo de 2014

El destino del INAH es seguir creciendo: Miguel León-Portilla



El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) es inagotable e inabarcable, su destino es seguir creciendo “porque no tiene límites, es tan grande como los dos millones de kilómetros cuadrados de nuestro país”, auguró el antropólogo, filósofo y nahuatlato Miguel León-Portilla, al recordar a los fundadores de esta institución que a lo largo de 2014 estará de festejo por sus 75 años de vida.
Con la picardía que le caracteriza, el profesor emérito de la Universidad Nacional Autónoma de México contó a los asistentes del Auditorio Jaime Torres Bodet del Museo Nacional de Antropología, la huella, el camino trazado por sus primeros directores: Alfonso Caso, Ignacio Marquina, Eusebio Dávalos Hurtado, todos ellos hombres visionarios, líderes.
Ante un auditorio repleto que reía tras cada anécdota contada con su cascada pero jovial voz,  León-Portilla reconoció que en el INAH se ha dado a lo largo del tiempo una “conjunción de maestros”. Alfonso Caso, Ignacio Marquina y Eusebio Dávalos, quienes fueron sus directores, abarcando de 1939 a 1968 (sumando los periodos al frente de cada uno de ellos), sentaron sus bases.
Estos personajes a los que describió como hombres trabajadores y comprometidos con su patria, abrevaron de un legado que podría rastrearse un par de miles de años atrás con los testimonios dejados por las antiguas culturas mesoamericanas, o por los eruditos de la Colonia y ya en el siglo XIX por estudiosos como Manuel Orozco y Berra, Francisco del Paso y Troncoso, o Joaquín García Icazbalceta.
Ya en el siglo XX, antes de la creación del INAH –anotó—, el arqueólogo Manuel Gamio supo encaminar la investigación antropológica como una herramienta eficaz para la mejora en las condiciones de vida del pueblo mexicano, lo cual tuvo oportunidad de aplicar en el Valle de Teotihuacan mediante un proyecto que no sólo integró el estudio del sitio, sino la recuperación de técnicas (como el trabajo de la obsidiana) olvidadas por sus pobladores.
Tiempo pasaría hasta que el presidente Lázaro Cárdenas, el último día de 1938, expidiera el decreto que marcaría la fundación del INAH.
 “Fue una cosa única, es decir, yo no sé de ningún otro lugar del mundo donde hubiera otra institución como el INAH. Cárdenas creó el Instituto y se fijó en Alfonso Caso, arqueólogo que años antes realizara el hallazgo sorprendente de la Tumba 7 de Monte Albán”.
Cuatro años estaría Caso al frente del INAH, le sucedería el arquitecto Marquina, quien impulsó la conservación de buena parte del patrimonio edificado de México. Con Eusebio Dávalos, entre 1956 y 1968, el Instituto aumentó su presencia a través de los centros regionales y bajo su tutela se erigió el Museo Nacional de Antropología, recinto que celebra en este año sus primeras cinco décadas.

(Información INAH-fotografía-Héctor Montaño/INAH)

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