miércoles, 23 de abril de 2014

Necesario fomentar el hábito de la lectura en México


En promedio, los mexicanos leen 2.8 libros al año; para promover esta actividad es preciso inculcarla desde edades tempranas, despertar el interés desde la escuela y ampliar el número de bibliotecas públicas, indicó Margarita Bosque Lastra, especialista del Instituto de Investigaciones Bibliográficas (IIB) de la UNAM.
Señaló que las campañas de promoción de la lectura deben ir acompañadas de acceso a los libros, porque la gente no tiene dinero para adquirirlo, y apoyos visuales, porque hay un sector de la población que no ve y necesita lentes.
Este 23 de abril se conmemora el Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor, pero según la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), este país ocupa el penúltimo lugar, de un listado de 108, en los índices de lectura a nivel mundial.
Frente a este panorama se requiere una estrategia integral para fomentar el hábito en casa desde edades tempranas, motivar a niños y jóvenes en las escuelas y ampliar el número de bibliotecas públicas. Leer ayuda a recomponer nuestro tejido social, aseguró Margarita Bosque Lastra.
Aquí sólo hay una biblioteca por cada 15 mil habitantes. El interés es que éstas sean centros de reunión, espacios culturales y lugares de intercambio de expresiones escritas para promover la lectura.
Además, sería recomendable establecer dichos acervos literarios en las delegaciones o municipios y, a la par, reforzar los ya instalados en las aulas, recomendó en ocasión del Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor, fecha que conmemora la UNESCO cada 23 de abril.
Si bien la Secretaría de Educación Pública (SEP) —a través de la Dirección General de Bibliotecas— ha instrumentado programas para su promoción, se requiere un proyecto nacional sólido para capacitar a los maestros y establecer herramientas que despierten en los alumnos el interés y la afición por leer, aseveró.
Las campañas para promover este hábito se han orientado a fomentar sus múltiples beneficios, como mejorar las relaciones sociales, reducir el nivel de estrés, incrementar el vocabulario y despertar la imaginación al introducir al lector en otras épocas o mundos fantásticos. Sin embargo, el poder adquisitivo de la mayoría de los mexicanos reduce sus posibilidades de acceso a los textos, sostuvo.
Además, 43 por ciento de la población requiere servicio optométrico, según la Asociación Mexicana de Facultades, Escuelas, Colegios y Consejos de Optometría (AMFECCO). La vista de más de seis millones de niños entre los cero y 14 años necesita atención médica, refiere el estudio.
Pocas personas cuentan con alguna herramienta de apoyo visual. La gente que no ve bien se cansa al leer y esto genera un fracaso al querer inculcar el gusto por los libros, comentó la académica.
Bosque Lastra añadió que los problemas de desnutrición en los infantes también son un factor a considerar. Los desayunos escolares la han reducido, pero falta un gran esfuerzo social para lograr un equilibrio en este aspecto, estableció.
Las cifras de lectura en el país son reflejo de la frase “el mundo está lleno de libros preciosos que nadie lee”, del filósofo italiano Umberto Eco.
Según la Encuesta Nacional de Lectura 2012, 35 de cada 100 mexicanos no han acabado un libro en su vida y 12 de cada centenar dedican su tiempo libre a leer. En contraste, 42 por ciento prefiere la televisión.
En el estudio, publicado por la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana (Caniem), se señala que tres de cada 10 jóvenes de entre 12 y 17 años respondieron que no les gusta leer, 61 por ciento de los encuestados comentó que no lo hace por falta de tiempo y 48 de cada 100 no había asistido a una biblioteca.
Las bibliotecas públicas son un instrumento relevante para erradicar los bajos índices registrados en la nación. Son una “segunda universidad” y se les deben proporcionar los recursos necesarios para cumplir sus tareas con excelencia, recalcó.
A futuro, el desafío consiste en descubrir en el texto un núcleo de estabilidad que sobreviva a los cambios formales. Hoy es posible leer las obras de Shakespeare o Molière en un Kindle o iPad, pero el placer de tener un impreso en las manos y leerlo en cualquier lugar no desaparecerá. Las herramientas y dispositivos actuales no son una amenaza, sino un complemento, concluyó.

(Información y foto DGCS-UNAM)

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