La desigualdad no es una
mera situación desafortunada, sino un problema estructural enraizado que, de
manera inaplazable, se debe erradicar, sostuvo el rector de la UNAM, Enrique
Graue Wiechers.
La falta de oportunidades se
traduce en una alarmante brecha educativa, pues los pueblos originarios tienen,
en promedio, 3.7 años menos de escolaridad que el resto de la población y, en
consecuencia, genera bajos ingresos, mayores tasas de natalidad, más pobreza y
menor esperanza de vida.
Al reunirse con los miembros
del Sistema de Becas para Estudiantes de Pueblos Indígenas y Negros de México
(SBEI), provenientes de 36 pueblos originarios de 18 estados de la República,
presentes en 42 planteles y más de 100 licenciaturas y programas académicos de
la UNAM, el rector aseveró que esta desigualdad lacerante debe considerarse en
la creación de políticas públicas, en la asignación del presupuesto, y en todos
los ámbitos de la educación pública.
“Educarnos, respetarnos,
entendernos y desarrollarnos deben de ser las aspiraciones de nuestra realidad
contemporánea”, remarcó.
En la Universidad Nacional,
prosiguió el rector, uno de estos esfuerzos es el sistema de becas dirigido a
los estudiantes indígenas, que apoya a 850 alumnos entre médicos otomíes,
músicos zapotecos, abogadas triquis, psicólogas nahuas, filósofos chinantecos,
quienes representan un abrevadero de optimismo para un mejor futuro.
“Al terminar sus estudios y
desde sus distintos quehaceres, harán de nuestro país uno más equitativo, en
donde los ciclos de injusticia y segregación se desvanezcan y nos permitan
tener un proyecto de nación del que todos nos sintamos orgullosos de nuestra
pertenencia”, subrayó.
En su oportunidad, Giovanni
Mendoza Ojeda, becario chocholteca que cursa la licenciatura en la Facultad de
Derecho, indicó que la presencia de ellos en la Universidad Nacional muestra
que sus culturas nunca murieron y están orgullosos de pertenecer a ellas.
Su papel como jóvenes
originarios es conservar y transmitir su lengua como mecanismo de libertad.
Ahora, acotó, exigen salud, educación, justicia, vivienda y paz. Aspiran a que
los niños de sus comunidades no mueran antes de que puedan conocer un libro y
luchan porque ya no se les despoje de sus tierras.
Con él coincidió Ana
Griselda López Salvador, becaria otomí que cursa la licenciatura de Pedagogía
en la Facultad de Estudios Superiores (FES) Aragón, quien comentó que ante los
despojos y políticas descontextualizadas que buscan imponer en sus comunidades,
ellos deben defender sus lenguas, cultura y dejar de lado el individualismo.
“No se trata de volver a un
pasado idealizado, sino de encarar los problemas de las sociedades
contemporáneas, aprendiendo de nuestras raíces”. Estar en la UNAM, remarcó, nos
convierte en agentes de cambio para generar propuestas encaminadas al bien
común.
El director del Programa
Universitario de Estudios de la Diversidad Cultural e Interculturalidad (PUIC),
José del Val, comentó que los becarios representan una masa crítica de
profesionistas que impactará de manera positiva en sus comunidades, y en el
país en general.
Además de dar muestra de la
interculturalidad en esta casa de estudios, concluyó, obtienen hasta un 90 por
ciento de eficiencia terminal, gracias a su esfuerzo y al programa de tutorías
del SBEI.
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