sábado, 29 de agosto de 2015

La máscara de Calakmul, universo de jade, crisol de una cultura





La serie de exposiciones temporales denominada Una pieza, una cultura inicia con la exhibición La Máscara de Calakmul. Universo de jade. A lo largo de la muestra, hay evocaciones en voz de escritores, ya desaparecidos, como Rosario Castellanos, Octavio Paz —Premio Nobel de Literatura 1990—, Carlos Pellicer, y libros sagrados como el Popol Vuh y el Chilam Balam de Chumayel, invitan a entender la cultura maya desde su obra.
Es de recordarse que la Máscara de Calakmul es una pieza funeraria elaborada en mosaico de jade, concha y obsidiana gris, hallada en la Tumba 1 de la Estructura VII, en la zona arqueológica del mismo nombre, en el estado de Campeche, cuya antigüedad se ubica entre 660 y 750 d.C.
La curadora de la puesta, Pilar Cuairán, indicó que, por su belleza y connotación sagrada, el jade era el componente esencial de las máscaras funerarias de los soberanos mayas, cuyo ajuar funerario les otorgaba la identidad que debían portar en su paso al inframundo, y la máscara les daba el rostro del dios del maíz.
Añadió que el jade era una piedra asociada al agua y se le relacionaba con el cielo y el mar primordial de la creación, como símbolo de aliento vital, fertilidad y renacimiento. Las orejeras de la máscara tienen la forma de una flor de cuatro pétalos que representa un modelo mesoamericano.
Para los mayas, el primer hombre fue modelado de los tres granos primordiales de maíz, por lo que este cultivo constituye hasta hoy el sustento principal de este pueblo y elemento central de las culturas de México, finalizó la curadora.
Al  inaugurar la exposición, Teresa Franco, directora general del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), señaló que a través de una sola pieza altamente significativa, es decir, a través de una de sus obras maestras, se explican múltiples elementos del pensamiento y la cosmovisión de una de las grandes culturas: la maya.
La titular del INAH expresó que la muestra que se presenta en el Museo Nacional de Antropología (MNA) recurre a las nuevas tecnologías para acercar las obras más representativas de las antiguas civilizaciones de México a nuevos públicos, especialmente a los jóvenes.
“Queremos aprovechar estas tecnologías como herramienta para transmitir de formas novedosas la información académica que es producto de la investigación y la conservación de la más alta calidad. Esa es nuestra tarea: transmitir, difundir de manera atractiva eso que todos los días arqueólogos, antropólogos, epigrafistas, paleontólogos, estudiosos del mundo natural, realizan en casi todos los sitios de la República, pero particularmente en la zona maya, en donde tenemos 100 proyectos en marcha”.
Acompañada de César Moheno, secretario técnico del INAH; José Enrique Ortiz Lanz, coordinador nacional de Museos y Exposiciones, y Antonio Saborit, director del MNA, Teresa Franco dijo que las dos primeras salas se consagran a una experiencia que apela a los sentidos del público mediante recursos visuales, sonoros y museográficos que producen un espacio lírico; después, en un tercer sitio, el visitante puede permanecer solo, con la máscara, frente a una obra maestra, en un ambiente de intimidad.

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