La serie de exposiciones
temporales denominada Una pieza, una cultura inicia con la exhibición La
Máscara de Calakmul. Universo de jade. A lo largo de la muestra, hay
evocaciones en voz de escritores, ya desaparecidos, como Rosario Castellanos,
Octavio Paz —Premio Nobel de Literatura 1990—, Carlos Pellicer, y libros
sagrados como el Popol Vuh y el Chilam Balam de Chumayel, invitan a entender la
cultura maya desde su obra.
Es de recordarse que la
Máscara de Calakmul es una pieza funeraria elaborada en mosaico de jade, concha
y obsidiana gris, hallada en la Tumba 1 de la Estructura VII, en la zona
arqueológica del mismo nombre, en el estado de Campeche, cuya antigüedad se
ubica entre 660 y 750 d.C.
La curadora de la puesta,
Pilar Cuairán, indicó que, por su belleza y connotación sagrada, el jade era el
componente esencial de las máscaras funerarias de los soberanos mayas, cuyo
ajuar funerario les otorgaba la identidad que debían portar en su paso al
inframundo, y la máscara les daba el rostro del dios del maíz.
Añadió que el jade era una
piedra asociada al agua y se le relacionaba con el cielo y el mar primordial de
la creación, como símbolo de aliento vital, fertilidad y renacimiento. Las
orejeras de la máscara tienen la forma de una flor de cuatro pétalos que
representa un modelo mesoamericano.
Para los mayas, el primer
hombre fue modelado de los tres granos primordiales de maíz, por lo que este
cultivo constituye hasta hoy el sustento principal de este pueblo y elemento
central de las culturas de México, finalizó la curadora.
Al inaugurar la exposición, Teresa Franco,
directora general del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH),
señaló que a través de una sola pieza altamente significativa, es decir, a
través de una de sus obras maestras, se explican múltiples elementos del
pensamiento y la cosmovisión de una de las grandes culturas: la maya.
La titular del INAH expresó
que la muestra que se presenta en el Museo Nacional de Antropología (MNA)
recurre a las nuevas tecnologías para acercar las obras más representativas de
las antiguas civilizaciones de México a nuevos públicos, especialmente a los
jóvenes.
“Queremos aprovechar estas
tecnologías como herramienta para transmitir de formas novedosas la información
académica que es producto de la investigación y la conservación de la más alta
calidad. Esa es nuestra tarea: transmitir, difundir de manera atractiva eso que
todos los días arqueólogos, antropólogos, epigrafistas, paleontólogos,
estudiosos del mundo natural, realizan en casi todos los sitios de la
República, pero particularmente en la zona maya, en donde tenemos 100 proyectos
en marcha”.
Acompañada de César
Moheno, secretario técnico del INAH; José Enrique Ortiz Lanz, coordinador
nacional de Museos y Exposiciones, y Antonio Saborit, director del MNA, Teresa
Franco dijo que las dos primeras salas se consagran a una experiencia que apela
a los sentidos del público mediante recursos visuales, sonoros y museográficos
que producen un espacio lírico; después, en un tercer sitio, el visitante puede
permanecer solo, con la máscara, frente a una obra maestra, en un ambiente de
intimidad.
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