Fueron hallados 35 cráneos
humanos en el subsuelo del predio marcado con el número 24 de la calle
República de Guatemala en el Centro Histórico, especialistas del Instituto
Nacional de Antropología e Historia (INAH), consideran que pueden ser más, toda
vez que se trata del Gran Tzompantli de México-Tenochtitlan.
Asimismo, se encontró una
ofrenda asociada a la última etapa constructiva, compuesta por fragmentos de
dos o tres piezas de travertino blanco, que fueron matadas de manera ritual.
Además de otra ofrenda alterada en época colonial, conformada por 21 cascabeles
de cobre y cuentas de piedra verde.
Es un descubrimiento sin
precedentes; se trata de un altar usado para colocar las cabezas de los hombres
sacrificados con el fin de honrar a los dioses. Se trata de una estructura
rectangular localizada a dos metros de profundidad.
El equipo de investigadores
participantes, bajo la coordinación de
Raúl Barrera Rodríguez y Lorena Vázquez Vallin (como jefa de campo),
está integrado por los arqueólogos Sandra Liliana Ramírez Barrera, Ingrid Trejo
Rosas, Janette Linares Fuentes, Edgar Pineda Santacruz, Moramay Estrada Vázquez
y la antropóloga física Bertha Alicia Flores Hernández.
Los cráneos están unidos con
argamasa de cal, arena y gravilla de tezontle.
Durante meses, los
especialistas trabajaron en la calle de Guatemala, en el Centro Histórico de la
Ciudad de México, la plataforma rectangular tiene una longitud estimada en más
de 34 metros, en la que hay, en su núcleo, un elemento circular elaborado de
cráneos unidos con argamasa de cal, arena y gravilla de tezontle, que ha sido
identificado como el gran Tzompantli de México-Tenochitlan por los
especialistas del INAH.
Así lo dieron a conocer los
arqueólogos Eduardo Matos Moctezuma, investigador emérito del INAH; Pedro
Francisco Sánchez Nava, coordinador nacional de Arqueología, y Raúl Barrera,
director del Programa de Arqueología Urbana, al informar sobre los trabajos
realizados en este predio, que iniciaron el 9 de febrero y concluyeron a finales de junio.
Raúl Barrera detalló que,
como resultado de las excavaciones en el predio de Guatemala número 24, se
encontró una sección de una plataforma con una altura aproximada de 45
centímetros y por lo menos de 13 metros de largo y 6 metros de ancho.
“Es un muro de tezontle con
un recubrimiento de estuco y piso de lajas, orientado de norte a sur, que
presentaba asociados mandíbulas y fragmentos de cráneos dispersos sobre la
plataforma y un elemento circular elaborado de cráneos humanos unidos con
argamasa, de los cuales preliminarmente pueden observarse 35, pero consideramos
que deben ser muchos más”.
Indicó que, por sus
características y sus materiales asociados, el Tzompantli corresponde a la
sexta etapa constructiva del Templo Mayor (1486-1502). Otra parte de esta
estructura arquitectónica fue destruida en la época colonial por la
construcción de un edificio histórico, pero se pueden ver en el piso las
huellas de los orificios de los postes o vigas de madera donde se insertaban
los cráneos. Tales oquedades oscilan entre 25 y 30 centímetros de diámetro,
separadas a una distancia de entre 60 y 80 cm.
La mayoría de los cráneos
—algunos con orificios en los parietales pero otros sin esta característica—
corresponden a hombres adultos jóvenes, pero también hay algunos de mujeres y
de niños. “Hasta el momento se han encontrado 35 cráneos, pero debe haber
decenas de ellos asociados a este espacio”.
El especialista del INAH
señaló que muchos de estos cráneos fueron removidos y alterados durante la
Conquista, cuando se produjo la destrucción de la ciudad de Tenochtitlan y del
Recinto Sagrado.
El hallazgo del Tzompantli,
dijo el especialista del INAH, coincide con lo señalado en los códices, donde
se indica que este elemento era una plataforma de poca altura pero muy
impactante por los postes y las vigas de madera donde se insertaban los
cráneos.
“Lo importante es que ya se
tiene la ubicación precisa del Templo de Ehécatl, el Juego de Pelota y en
particular del Tzompantli, citado en las fuentes históricas por los
conquistadores, como Hernán Cortés, Bernal Díaz del Castillo y Andrés de Tapia,
así como por frailes y cronistas entre los que se encuentran Bernardino de
Sahagún, Francisco López de Gómara, José de Acosta y Hernando Alvarado
Tezozómoc, entre otros, porque nos están mostrando la estrecha relación que
existe entre estos edificios y el Templo Mayor”.
Añadió que, ya a principios
del siglo XX, Leopoldo Batres había encontrado en la calle de Guatemala algunas
esculturas en forma de cabezas de serpiente, un altar con almenas y restos de
muros asociados a fragmentos de cráneos humanos, que seguramente eran parte de
este Tzompantli. En 1914 Manuel Gamio hizo excavaciones en un predio contiguo
encontrando restos que debieron formar parte de esta misma plataforma, y con
las obras de construcción del Metro, volvieron a surgir parte de estos muros,
pero hasta ahora con las nuevas evidencias es posible afirmar que se trata del
gran Tzompantli de México-Tenochtitlan.
Eduardo Matos Moctezuma
señaló que fray Bernardino de Sahagún había mencionado la existencia de varios
tzompantlis y dos juegos de pelota, y la asociación de estos elementos. “Por su
ubicación, creemos que se trata del Huey Tzompantli, es decir, el Tzompantli
mayor de Tenochtitlan. Esta estructura tenía un simbolismo específico y muchos
de estos cráneos podrían ser de enemigos de los mexicas que eran capturados,
sacrificados y decapitados, como una advertencia de su poderío”.
Añadió que con este
hallazgo, resultado de los trabajos de investigación del Programa de
Arqueología Urbana, se corrobora lo señalado en los códices, como el de Diego
Durán, que indicaba la existencia de tzompantlis a los que se describía como
basamentos bajos, alargados, en cuya parte superior había postes de madera con
los cráneos insertados.
Pedro Francisco Sánchez Nava
dijo que, de acuerdo con la política del INAH, es una prioridad poner en valor
estos vestigios, al igual como se hizo hace algunos años en el Centro Cultural
de España en México, donde se exhiben los restos del Calmécac. “Por el momento
se piensa continuar la exploración y la consolidación de los elementos
encontrados y, en el futuro, que este espacio pueda ser visitado por el
público”.
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