sábado, 11 de abril de 2015

Los niños eran considerados por mexicas como “un regalo de los dioses”



El concepto de infancia entre las culturas prehispánicas y colonial tuvo modificaciones diversas; mientras en la cosmovisión mexica a los niños se les consideraba “un regalo de los dioses”, durante el virreinato la niñez variaba de acuerdo con el grupo social, y de ello dependía el tipo de actividades que el menor realizaba.
Se semana en el libro Muleke, negritas y mulatillos. Niñez, familia y redes sociales de los esclavos de origen africano en la Ciudad de México, siglo XVII, de la autora, Cristina Masferrer, que la infancia se ha entendido de distintas maneras a lo largo de la historia y en diferentes contextos culturales.
Y el volumen, editado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), se centra en la esclavitud infantil en la Nueva España, particularmente de los niños de origen africano. También ofrece un panorama de la infancia en la cultura mexica, a partir del estudio de Alejandro Díaz Barriga Cuevas, autor de Niños para los dioses y el tiempo. El sacrificio de infantes en el mundo mesoamericano.
El estudioso refiere que niños y niñas eran vitales para la cosmovisión mexica. Se les consideraba “un regalo de los dioses, comparados con los mayores bienes y objetos valiosos, y se creía que habían sido formados en el más alto de los cielos”. Eran vistos como “intermediarios entre los hombres y las deidades de la lluvia y los mantenimientos, así como regeneradores del tiempo cíclico”; por ello, al sacrificarlos se ofrecía lo más preciado que aseguraría “la continuidad de la vida y la regeneración del grupo”.
Su integración a la sociedad mexica, en el periodo Posclásico Tardío (1200-1521 d.C.), se lograba a partir de palabras y castigos cuyo objetivo era que los niños se comportaran de acuerdo con las normas del grupo y a lo esperado de su edad y sexo.
Al nacer, la partera le dirigía palabras de bienvenida. Al cuarto día celebraban una ceremonia que incluía un baño y la colocación de objetos. Si era niño, acomodaban un elemento relacionado con el oficio del padre y, junto con su cordón umbilical, se enterraba en un campo de batalla; si era niña, sepultaban junto al hogar su cordón umbilical, una rueca, una cesta pequeña y un manojo de escobas. Sus actividades y castigos a que se hacían merecedores dependían de su sexo y edad, refiere Díaz Barriga.
En el texto “La ciudad, la gente y las costumbres”, del libro Historia de la vida cotidiana en México, el investigador Pablo Escalante señala que durante la época prehispánica “la manutención de huérfanos y viudas, así como la asistencia a las familias que pasaban por alguna situación difícil, eran responsabilidades que el barrio asumía”.
En las sociedades prehispánicas, la esclavitud tuvo características distintas a la practicada en el virreinato; así, un niño era esclavizado si su padre lo calificaba de incorregible, desobediente, desvergonzado, y “no le aprovechaban amonestaciones ni consejos”. Además, si los padres tenían más de cinco hijos, podían vender a alguno por hambruna o necesidad, y era posible recuperarlo al devolver el costo.
(Información e imágenes INAH)

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