Fueron liberadas 28
guacamayas rojas en la Reserva de la Biosfera Los Tuxtlas, en Veracruz. La directora
del proyecto, Patricia Escalante, explicó que en los últimos tres meses las
aves recibieron entrenamiento para valerse por sí mismas.
La guacamaya roja (Ara
macao), ave sagrada para las culturas originarias de México –como la maya y la
mexica–, que como el sol sale temprano a buscar su alimento y regresa al
atardecer, voló alrededor de los árboles; su plumaje multicolor brilló con los
rayos solares iluminó la Reserva de la Biosfera Los Tuxtlas.
Se liberó el segundo grupo
de aves donadas para la reintroducción de la guacamaya roja en Veracruz, y
ahora la Reserva Ecológica Nanciyaga –que forma parte de la primera– cuenta con
28 nuevos habitantes, que llegaron el 9 de diciembre desde el aviario del
Parque Ecoarqueológico Xcaret, listos para los retos de la vida silvestre.
A diferencia de junio
pasado, cuando se llevó a cabo la primera acción de este tipo, esta vez todo
salió perfecto “porque ya tenemos más experiencia y corregimos errores; por
ejemplo, ahora no las espantamos para salir del aviario, porque la vez anterior
sí lo hicimos por la presión de tomar las imágenes; entonces cinco
desaparecieron de la zona y nos costó mucho trabajo localizarlas; a dos no las
pudimos recuperar”, relató la directora del Proyecto en Los Tuxtlas e
investigadora del Instituto de Biología (IB) de la UNAM, Patricia Escalante
Pliego.
La mitad del nuevo grupo son
ejemplares jóvenes, es decir, exploradores y curiosos, y fueron los primeros en
salir; para el siguiente día ya lo habían hecho todos. Seguramente durante
abril entrarán y saldrán del aviario, explorarán la reserva y encontrarán
sitios que les gusten.
Algunas de las aves de mayor
edad que tienen pareja quizá empiecen a buscar sitios para anidar y “tendremos
que ayudarles un poco, porque aunque en Nanciyaga hay muchos árboles altos, no
sabemos si hay suficientes con huecos donde puedan hacer sus nidos”.
En los últimos tres meses
recibieron entrenamiento para valerse por sí mismas, como los ejercicios de
acecho por parte de humanos y mamíferos terrestres; se les presentó alimento
natural de las ramas de los árboles para que lo reconozcan y consuman, y se les
incitó consistentemente a ejercitarse a fin de que tengan una mejor condición
física, que requerirán para mantenerse a salvo fuera del aviario de
preliberación, cuando enfrentarán nuevos peligros.
Portan un chip de
identificación y un anillo cerrado, así como una etiqueta de reconocimiento a
distancia en el ala. Algunas llevan radiocollares. También se cuenta con
muestras de sangre para su detección por ADN en caso de que se requiera para
perseguir algún delito. “La captura y comercio de guacamayas, loros y pericos
están prohibidos en México porque las poblaciones naturales están diezmadas y
es necesario dejar que se recuperen o se perderán para el país”.
(Información y
fotografías DGCS-UNAM)
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