Los procesos de formación de estrellas ocurren muy lejos
de nosotros en el tiempo y en el espacio. Se generan durante cientos de miles y
hasta millones de años en regiones envueltas por gas y polvo, a distancias
astronómicas de la Tierra, que se miden en años luz.
En desafío a esas brechas y luego de casi dos décadas de
observaciones con el uso de radiotelescopios que captan radiación en ondas de
radio, un grupo internacional de astrónomos, encabezado por Carlos Carrasco
González, del Centro de Radioastronomía y Astrofísica (CRyA) de la UNAM, logró
detectar en tiempo real un “cunero cósmico”, una región donde actualmente una
estrella está en sus primeras etapas de formación.
Se llama W75N(B)-VLA2 y se expande a una velocidad
cercana a los 30 kilómetros por segundo, equivalente a unos 100 mil kilómetros
por hora. Los resultados del estudio se publicaron recientemente en la revista
Science, bajo el título Observing the onset of outflow collimation in a massive
protostar.
En el estudio se captó una de las primeras etapas de la formación
estelar, justo cuando chorros de plasma (gas a muy alta temperatura) comienzan
a desprenderse desde la vecindad de una estrella joven a gran velocidad.
Participan Jorge Cantó Illa (líder teórico del proyecto)
y Salvador Curiel Ramírez, ambos investigadores del Instituto de Astronomía
(IA) de esta casa de estudios, así como colegas de España, Holanda, Suecia,
Corea y Japón.
"Nuestras observaciones, realizadas casi 'en vivo',
abren una nueva ventana de oportunidades para estudiar la evolución de los
ingredientes básicos de formación estelar", dijo Carrasco González, autor
principal del artículo.
Detectar y estudiar esos cuneros estelares con
telescopios ópticos convencionales es complicado; se requiere de instrumentos
de última generación que observen en otros tipos de luz o radiación, más allá
de la que podemos captar con la vista.
Existen equipos que detectan radiación o luz del cosmos
mediante rayos gamma o X, luz ultravioleta o infrarroja y ondas de radio, que
pueden atravesar regiones por donde la luz visible se topa con nubes o zonas
opacas.
Para este trabajo se empleó el conjunto de antenas VLA
(acrónimo inglés de Very Large Array), ubicado en Nuevo México, Estados Unidos,
que funciona como un gran telescopio que registra ondas de radio y es capaz de
observar objetos astronómicos detrás de gruesas regiones de gas y polvo en el Universo.
El CRyA y el IA tienen una participación activa en el uso de este
radiotelescopio.
La región W75N(B)-VLA2 pertenece a una amplia zona de
formación de estrellas de alta masa, ubicada en dirección a la constelación de
Cygnus (El Cisne), a unos cuatro mil 200 años luz de la Tierra.
El tamaño de la zona de plasma es de unas 200 unidades
astronómicas —200 veces la distancia de la Tierra al Sol—, esto es, 2.5 veces
el diámetro de la órbita de Plutón.
Las primeras observaciones, realizadas en 1996 con el
conjunto de antenas VLA, mostraron que la radiación de esa región provenía de
un área compacta, casi esférica, compuesta de plasma y recubierta por algunas
zonas de vapor de agua.
En muchas regiones de
formación estelar se ha encontrado gran variedad de moléculas de agua,
alcoholes y amoniaco, entre otras. La radiación del vapor de agua es del tipo
maser, equivalente a la luz láser, pero detectable en ondas de radio con
radiotelescopios.
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