sábado, 4 de abril de 2015

Altar de Dolores, en museos del INAH



Como cada año, el viernes anterior a la Semana Mayor, en varios de los museos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) se instala el Altar de Dolores, conocido también como “Incendio”, por la cantidad de veladoras con que en el pasado era iluminado.
Entre los altares que el público puede apreciar están los instalados en los museos de El Carmen, el Nacional de las Intervenciones y el Regional de Michoacán.
“Se trata de una tradición del México virreinal traída por los evangelizadores. Es colocado en conventos e iglesias, pero también en las grandes casonas de San Ángel”, refirió Alfredo Marín Gutiérrez, director del Museo de El Carmen.
En esta ocasión, el Altar de Dolores del Museo de El Carmen recordará a doña Carmelita Mendoza, quien por muchos años apoyó el montaje y falleció en enero a la edad de 97 años. “Ella germinaba los borreguitos de chía, colocaba las macetas con trigo, pintaba las aguas con anilinas y gestionaba con la parroquia de El Carmen el préstamo de la Virgen Dolorosa; interesada siempre por el altar, le preocupaba que la tradición se pudiera perder”.
Marín Gutiérrez explicó que la instalación del altar busca recrear el sufrimiento de la Virgen María durante el calvario vivido por la crucifixión de su hijo. “No es una tradición local, se realiza en todo el país, igual que el altar de muertos. Los estados donde está más arraigada son San Luis Potosí, Jalisco y Querétaro”.
El Altar de Dolores lleva, ya sea en pintura o escultura, la figura de la Dolorosa al centro. En jícaras o cestos son colocadas toronjas incrustadas con banderitas de papel picado, dorado o plateado, que aluden a la amargura. Vitroleros y jarrones con agua teñida de colores que representan las lágrimas de la Virgen María; semillas germinadas (amaranto, chía, cebada, alpiste) que simbolizan la vida, la inmortalidad y la esperanza de la resurrección.
También se depositan esferas de cristal de colores y cirios, lámparas de aceite o velas de cera escamada. Asimismo, se incluyen los atributos de la Pasión: un látigo, que simboliza los azotes que recibió Cristo, 30 monedas que  refieren a la traición que se le hizo a Jesús, una vara de carrizo, dados, una corona de espinas, el un gallo que representa las tres negaciones de Pedro; clavos y martillo, una lanza, siete dagas, un vaso de agua sin sabor, y otras  de jamaica, horchata y limón, y veladoras. El suelo es cubierto con tapetes de semillas, pétalos o aserrín pintado.
Doña Carmelita contaba, recuerda Marín Gutiérrez, que en las grandes casonas, donde se colocaba el altar, las puertas se abrían para que la gente entrara a tomar agua de jamaica, horchata o limón en honor a la Virgen. “Los museos y centros culturales tenemos la obligación de instalarlo para que no se pierda la tradición, pero también de informar a la gente el porqué se hace”, comentó.
“Como casi todo lo que ponemos es perecedero, cada dos semanas lo estaremos renovando”, dijo el director del Museo de El Carmen, tras detallar que este año, el altar se colocará en la Sala Capitular, donde el público lo podrá ver a partir del 26 de marzo y hasta el 12 de abril. La entrada es libre.
(Información y fotografáas INAH)

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