El Theobroma cacao,
‘alimento de los dioses’, tuvo una importancia simbólica, social, religiosa,
política y económica entre las culturas del México prehispánico; su uso era
reservado a los jerarcas, guerreros y comerciantes. Por sí sola, esta semilla
jamás se hubiera convertido en producto importante, de no haber sido por las culturas del Golfo que descubrieron la
forma de procesarlo y convertirlo en la bebida que revolucionó Mesoamérica.
Entre los mexicas, el valor
que dieron al cacao lo convirtió en “bálsamo, ofrenda, tributo, moneda,
alimento energético, poderoso artículo de intercambio, objeto ritual, símbolo
de fertilidad, pócima provocadora de pasiones y emblema de poder y prestigio
social”, destaca Amalia Attolini Lecón, de la Dirección de Etnohistoria del
Instituto Nacional de Antropología e Historia, en su investigación titulada
Cuentas, dares y tomares del cacao: delicia, convite, rito mesoamericano.
Aspectos antropológicos.
De acuerdo con evidencias
arqueológicas, halladas por especialistas del INAH, hacia el año 1900 a.C., los olmecas ya
preparaban una bebida derivada del cacao, lo cual se determinó mediante el
estudio de residuos de un alimento hecho con esta semilla, en una vasija de
cerámica encontrada en las excavaciones del Cerro Manatí, en el municipio de
Hidalgotitlán, Veracruz.
En el área maya, la
presencia del cacao se remonta entre los años 600 a 500 a.C., según el estudio
de restos del mismo en dos fragmentos de cerámica maya hallados en el sitio
Paso del Macho, al norte de Yucatán, donde preparaban un tipo de aderezo con
salsa de cacao, parecido al mole.
Amalia Attolini Lecón señala
que los mayas “concebían la subsistencia como una empresa colectiva, donde el
hombre, la naturaleza y los dioses estaban ligados por vínculos de
reciprocidad, teniendo como finalidad el sustento entre sí y la renovación de
la vida; acto colectivo que era principio organizador de la sociedad
mesoamericana, y donde el chocolate venía a formar parte de los rituales
ligados a la alimentación.
“En las festividades que
antecedían a la siembra del cacao se bebía chocolate en honor a Ek Chuah, dios
maya del cacao y los comerciantes. En esta fiesta quemaban copal, sacrificaban
perros con manchas color café, y ofrendaban iguanas azules y ricas plumas para
obtener una buena cosecha. Finalizado el sacrificio y las oraciones, a cada
participante se daba una mazorca de cacao y terminaba el festejo con un
banquete para todos”, refiere la etnohistoriadora del INAH.
Cuando Hernán Cortés conoció
el chocolate, después de la Conquista, lo integró a la cocina española
sustituyendo en su preparación el agua por la leche y agregándole condimentos
afines al gusto de los ibéricos: canela, anís, almendra, entre otros. Su
demanda fue tal que la Nueva España se convirtió en principal centro de
exportación de cacao a diversas partes del Viejo Continente, explicó Amalia
Attolini.
Ante la trascendencia
histórica de este alimento, este fin de semana se lleva a cabo el 2º Festival
Artesanal de Cacao y Chocolate, en el Ex Convento de Culhuacán, donde los
asistentes podrán degustar la gastronomía y bebidas derivadas del cacao y el
chocolate, así como participar en el ciclo diario de conferencias “Del metate
al chocolate”, talleres creativos para niños, lectura de cuentos y espectáculos
teatrales y de música.
El Centro Comunitario Ex
Convento de Culhuacán está ubicado en Morelos 10, colonia Culhuacán, delegación
Iztapalapa, Ciudad de México. Todas las actividades son gratuitas. Horario:
9:00 a 18:00 horas. Para mayor información se puede consultar
www.exconventodeculhuacan.inah.gob.mx o comunicarse al teléfono (55) 4040 5500,
extensión 413506.
(Información y fotografías INAH)
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