De 1935 a 1982, México
registró tasas de crecimiento del 6.1 por ciento anual. En contraste, entre
1982 y 2014 lo hizo con ritmo de 2.3 por ciento, con un PIB per cápita de 0.6
por ciento por año, inferior al promedio de los países que integran la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
Nuestra situación puede
aumentar a tasas superiores al seis por ciento anual. Para ello, se debe poner
punto final a la estrategia actual y diseñar un plan propio a fin de superar el
rezago de los últimos 32 años. La ausencia del bienestar pleno no es por falta
de riqueza, sino un problema de pobreza de nuestra democracia, dijo José Luis
Calva, del Instituto de Investigaciones Económicas (IIEc) de la UNAM.
Para salir adelante debemos
reconstruir la posibilidad de un mejor país en el futuro, con una visión de
Estado, como sucedió en los años del llamado milagro mexicano, aseveró en la
apertura del IX Seminario de Economía del Trabajo y la Tecnología. La
Innovación Tecnológica y las Nuevas Formas de Organización del Trabajo.
En este marco, Verónica
Villarespe Reyes, directora de esa entidad universitaria, advirtió que a escala
global la generación de empleos es uno de los problemas principales.
Actualmente, la Organización Mundial del Trabajo (OIT) estima en más de 200
millones la cifra de desempleados en el orbe, lo que implica la necesidad de
crear, en los próximos 15 años, unos 470 millones de puestos, refirió.
En la charla La economía
mexicana: presente y futuro, Calva, adscrito a la Unidad de Investigación
Economía Mundial del IIEc, enfatizó que México tiene el potencial para superar
el desempeño de años recientes, con tasas a la par de China e India.
En 1982, la mexicana era la
octava economía del mundo y hoy es la undécima. De seguir con el modelo actual,
será superada por Indonesia, alertó el también profesor de la División de
Estudios de Posgrado de las facultades de Ciencias Políticas y Sociales, y de Economía.
Detrás de este desempeño hay
12 millones de mexicanos que migraron en pos de empleos fuera del país, casi
nueve millones de desocupados y 59 por ciento de la población económicamente
activa en la informalidad, aunado a una pérdida acumulada del poder adquisitivo
del salario mínimo superior al 70 por ciento.
Estos daños implican
desigualdad, pobreza, corrupción y pérdida de cohesión social, dijo el ganador
del Premio Universidad Nacional 2001 en Investigación en Ciencias
Económico-Administrativas.
Para resolver el problema,
es prioritario generar empleos dignos y suficientes para los jóvenes,
fiscalizar el sistema financiero, un tipo de cambio competitivo y una reforma
fiscal orientada a los sectores con poder contributivo. Es necesario poner punto
final al modelo actual y pasar a una estrategia de desarrollo nueva.
Es posible otra perspectiva,
con una estrategia propia de desarrollo. En este horizonte podremos vislumbrar
a México como una de las primeras cinco economías del mundo en las próximas
décadas. Es urgente retomar el rumbo de forma libre y soberana, concluyó.
(Información y fotografía DGCS-UNAM)
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