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Conocer zonas de riesgo y
tipos de construcción evita que un fenómeno natural sea desastre social, señaló
Carlos Valdés González, director general del Centro Nacional de Prevención de
Desastres (Cenapred).
Tampoco son seguras las
construcciones a las que, sin una cimentación adecuada, se les agregan pisos
como ocurrió con el colegio Enrique Rébsamen, añadió.
“En México hay muchas
construcciones antiguas con columnas muy delgadas para el peso que soportan, y
otras que en vez de columnas utilizan doble ladrillo”, alertó Valdés González,
quien también es investigador del Instituto de Geofísica de la UNAM
Es posible evitar que un
fenómeno natural se convierta en desastre social si autoridades, expertos y
ciudadanos reducimos la vulnerabilidad con conocimiento sobre un evento sísmico
y los materiales e ingeniería de construcción, e implementamos proyectos de
prevención en viviendas y planes familiares y laborales de protección civil,
subrayó.
En el auditorio B de la
Facultad de Química (FQ), en donde impartió la conferencia “Los sismos en
México y las construcciones sismorresistentes: ¿Qué hacer?”, sostuvo que como
ciudadanos debemos usar el sentido común y observar cómo están construidas
nuestras casas, departamentos, oficinas y escuelas.
También, en todos los
lugares a los que acudimos hay que saber en dónde están las salidas de
emergencia, que no siempre saltan a la vista.
“Debemos saber si la zona en
la que estamos es de más riesgo (en general es más peligrosa en el centro de la
ciudad, pues hay más sedimentos blandos del antiguo lago donde se fundó la
urbe), el año de construcción de nuestra vivienda y conocer los planos y
materiales de la misma”, recomendó.
Elementos a observar
Entre los factores que hay
que observar destaca la presencia de columnas gruesas que sostengan el
edificio. “En México hay muchas construcciones antiguas con columnas muy
delgadas para el peso que soportan, y otras que en vez de columnas utilizan
doble ladrillo, lo que no tiene resistencia”, alertó.
Tampoco son seguras las
construcciones a las que, sin una cimentación adecuada, se les agregan pisos
arriba, como ocurrió con el colegio Enrique Rébsamen.
En casos de que sean
endebles por dentro, las viviendas se pueden reforzar por fuera (como varios
edificios tras el sismo de 1985) con un sistema de contraventeo, elemento
estructural (muchas veces en forma de X) que hace rígida la estructura,
distribuye los esfuerzos producidos por los diferentes tipos de carga y los
transmite a la cimentación. El contraventeo evita el pandeo de las estructuras
bajo cargas verticales y conserva la estabilidad lateral de las mismas,
explicó.
De acuerdo con el reglamento
de construcción vigente en nuestra metrópoli, debe haber una separación entre
dos construcciones, para evitar el golpeteo en caso de sismo.
Otro factor a considerar es
el peso (muchas veces toneladas extra) de cisternas y “salchichas” de gas
estacionario en las azoteas de edificios, muy peligrosas en caso de colapsarse
la construcción.
Valdés González recomendó
establecer planes familiares y laborales de protección civil.
“Es importante tener una
mochila de emergencia con latas que se abran fácilmente, agua, un botiquín, una
linterna, un impermeable y una USB con los documentos principales escaneados
(actas de nacimiento, pasaportes, credenciales y escrituras de la vivienda, por
ejemplo)”.
De igual manera, sugirió
incluir en esa memoria externa fotografías recientes de cada integrante de la
familia, incluidas las mascotas, para usarse en caso de que haya algún
desaparecido.
Finalmente, propuso replicar
este ejercicio entre los grupos de las oficinas y repetir los simulacros con
mayor frecuencia en todos los ámbitos.
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