La enfermedad de Alzheimer
es considerada la epidemia del siglo XXI, pues uno de los principales factores
de riesgo es la edad y cada vez vivimos más años. Se estima que la prevalencia
en personas de 65 años es de cinco por ciento, pero a partir de esa edad y
hasta los 85 el porcentaje se duplica cada cinco años, destacó Margarita
Becerra Pino, académica del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la
Facultad de Medicina (FM) de la UNAM.
El riesgo de padecerla se
estabiliza de los 85 a los 90 años, sin embargo, se calcula que aproximadamente
45 por ciento de la población mayor de 85 ya presenta algún tipo de demencia,
resaltó.
Según cifras de la
Asociación Internacional de Alzheimer, refirió la universitaria, hay más de 38
millones de personas en el mundo con demencia. Para el 2030, este número
aumentará a casi 66 millones, y para el 2050, a 115 millones.
Aunque se considera que es
más frecuente en mujeres, no es un dato preciso, pues la diferencia en las
estadísticas podría residir en que ellas viven aproximadamente cinco años más
que los varones, aclaró.
La enfermedad de Alzheimer
es degenerativa del cerebro y es el prototipo de las demencias por ser la más
frecuente. “Hoy en día las demencias son consideradas trastornos
neuropsiquiátricos adquiridos, en donde las funciones cognoscitivas (memoria,
orientación, lenguaje, cálculo y juicio) se deterioran de manera progresiva, de
tal manera que producen cambios en la conducta y funcionalidad, causando
discapacidad y dependencia”.
Factores de riesgo
La edad es uno de los
principales factores de riesgo; otros serían la depresión, baja escolaridad,
diabetes y falta de actividad física, que se asocia al desarrollo de las
demencias en general, indicó la universitaria.
Este padecimiento se
presenta de manera lenta y progresiva. La etapa temprana inicia con alteración
de la memoria ‘reciente’ (dificultad para aprender nueva información), pero se
conserva la ‘pasada’. “El problema a discernir sería si el trastorno de la
memoria es parte del envejecimiento natural o el inicio del Alzheimer”,
remarcó.
“La memoria empieza a
envejecer alrededor de los 40 años: se altera la capacidad de denominar nombres
y fechas (anomia), que aunque tarde, acaban por recordarse. En cambio, en el
Alzheimer ya no se recuperan los recuerdos recientes y la persona no se percata
de su situación. Se dan casos en que al fallar la memoria y no encontrar
ciertas pertenencias, aseguran que han sido robadas.
Otro de los síntomas
característicos es la desorientación, de modo que el paciente puede perderse en
lugares habitualmente bien conocidos por ellos.
“Conforme avanza la
enfermedad se verán comprometidas funciones como el lenguaje, la capacidad de
entender y comprender, de resolver y planear actividad, así como de reconocer
personas y objetos. También, hay cambios en la conducta y la personalidad,
hasta que el afectado deja de ser funcional y autosuficiente”, subrayó.
La académica universitaria
expuso que no existe una cura para el Alzheimer. “Los tratamientos sólo son un
paliativo de los síntomas y para mantener por el mayor tiempo posible la
funcionalidad de los pacientes, que irremediablemente necesitarán apoyo de
otras personas en su vida cotidiana; ante esta situación, es importante aliviar
la sobrecarga del cuidador con psicoeducación y grupos de autoayuda”.
Además, a los
familiares del enfermo se les debe ayudar a aceptar que realmente está afectado,
brindarles orientación y acompañamiento durante los periodos del padecimiento.
Sobre todo, “debemos tomar conciencia de que entre más envejecida sea la
población, mayor posibilidad hay de desarrollar Alzheimer”, concluyó.
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