En reconocimiento al trabajo
desarrollado por más de 30 años en el área de la filosofía en México y
Latinoamérica, así como por la formación de recursos humanos en ese ámbito, la
Universidad Nacional de Rosario, Argentina, otorgó a Alejandro Tomasini
Bassols, del Instituto de Investigaciones Filosóficas (IIF) de la UNAM, el
doctorado honoris causa.
Esta distinción es resultado
de años de cooperación con instituciones de educación superior en ese país
sudamericano. “No es algo improvisado, no sólo es un reconocimiento al mérito
académico, sino al trabajo con alumnos y colegas universitarios”, comentó el
académico.
Actualmente, dijo, la
filosofía incide y es útil en la vida de nuestra nación, “porque es una
reflexión abstracta a la que no todos tienen acceso, porque las personas están
preocupadas por consideraciones de orden práctico. La reflexión filosófica
siempre exige un poco de estabilidad y de calma, y eso no es algo que la
generalidad de los ciudadanos pueda disfrutar”.
Los intelectuales pueden
influir en la opinión pública, pero en México están prácticamente ausentes, no
hay guías espirituales genuinos, subrayó Tomasini Bassols.
Tras enfatizar que ha
cooperado por más de una década en conferencias y cursos con universidades
argentinas, en especial con la de Rosario, comentó que trabajó a la par una
línea de investigación contenida en su vigésimo libro: “Filosofía, conceptos
psicológicos y psiquiatría”.
Es un estudio sobre los
conceptos psicológicos fundamentales y su utilización por parte de psiquiatras.
La obra trata de poner al descubierto las incomprensiones y problemas que
generan ciertas dificultades filosóficas para el trabajo científico.
Los psicólogos y psiquiatras
usan conceptos como “sensación, deseo, recuerdo, conciencia, yo”, que emanan
del lenguaje natural, pero les dan una interpretación particular que no es la
correcta, porque los suponen como alusión a estados internos, o como si fueran
estados cerebrales o biológicos, destacó.
“Cuando examinamos el modus
operandi de estos conceptos, nos percatamos que no pueden ser así. Los
científicos no se dan cuenta de que una cosa es usar el simbolismo y otra es
interpretarlo al modo como se les ocurre, y esto genera incomprensiones”, concluyó.
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