Exposición numismática narra
antecedentes del primer banco central de México. Expertos consideran que pocos
objetos como las monedas devienen en signos de una época, su circularidad es
metáfora de la sucesión de tiempos aciagos y prósperos.
Hace un siglo, la intención
de Venustiano Carranza de organizar la economía de un país en guerra parecía
una empresa cuesta arriba; las casi 200 piezas numismáticas que integran la
exposición Moneda e historia. A cien años de la Constitución de 1917, son
testimonio de que “en la palma de la mano” siempre cabe la esperanza de un
futuro mejor.
La muestra presente en el
Museo Nacional de Historia, Castillo de Chapultepec, fue organizada por el
Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y el Banco de México
(Banxico) para conmemorar uno de los grandes logros del restablecimiento de la
legalidad, en específico de lo dispuesto en el artículo 28 constitucional que
regula los monopolios: la fundación de un solo banco estatal de emisiones y
billetes.
Está en exhibición el primer
billete del Banco de México que le fue entregado al general Plutarco Elías
Calles, en 1925, y los grabados de “La gitana” que figuraban en el billete de
$5.00. Se trata de la reproducción de la obra La cabeza ideal de una joven
argelina, del grabador Robert Savage.
Salvador Rueda Smithers,
director del Museo Nacional de Historia, inauguró la exhibición cuya colección
—envidia de cualquier numismático que se precie— refleja por un lado la
variedad de billetes y monedas que circularon a lo largo de la Revolución
Mexicana, así como la intención de una sola fuente de emisión de estos
instrumentos de intercambio y la conmemoración del centenario de nuestra Carta
Magna.
Hace un siglo, lo
establecido en el artículo 28 constitucional implicaba “la desaparición del
abanico de bancos estales emisores de sus propios billetes, extremando
peligrosamente la idea de la soberanía estatal y de la autonomía federal”,
explicó.
“El resultado tocaría
realidades que parecían extrañas: por ejemplo, la obligación de pagar los
salarios con moneda de acuñación oficial —con lo que se cumplía, además el
precepto del artículo 123. Pero incluso apuntó hacia los bordes de la
marginalidad de las economías arcaicas y los mercados elementales, al quitar
toda validez al pago en monedas de cuño local, de cartones sellados,
‘bilimbiques’, ‘revalidados’, billetes regionales, falsificados y demás
instrumentos de intercambio sin soporte real”.
Lo anterior, junto con la
posterior reforma agraria, “dieron el tranco decisivo a la desaparición de las
haciendas de cuño casi feudal y al dibujo de una geografía económica nacional
moderna, cada vez más integrada”.
Alejandro Alegre Rabiela,
director general de Emisión del Banxico, reconoció la estrecha relación que ha
entablado esta institución con el INAH, particularmente a través del Museo
Nacional de Historia, un espacio idóneo para mostrar los valiosos acervos del
Banco de México que ascienden a casi 120 mil piezas numismáticas, de ahí que
las expuestas en Moneda e historia, representan una mínima parte de sus
colecciones.
“En un esfuerzo junto con
instancias como el Museo Nacional de Historia, el Banco de México comparte con
los mexicanos parte de la cultura. En los billetes, monedas y medallas está
plasmada buena parte de la historia del país; eso es lo que observarán los
visitantes en esta exhibición”.
Juan Cristóbal Díaz Negrete,
jefe técnico de la Oficina de Acervo Numismático del Banxico, explicó que
Moneda e historia. A cien años de la Constitución de 1917 se compone de tres
apartados. En las primeras vitrinas puede observarse el dinero del Porfiriato,
en las subsecuentes monedas y billetes que circularon durante la Revolución
Mexicana, y por último, los instrumentos de intercambio surgidos en el gobierno
constitucionalista.
En la primera parte destacan
los billetes de bancos privados que fueron emitidos por instituciones
establecidas en distintas entidades del país, y cuya circulación estaba
limitada a dicho territorio. En estos billetes sobresalía la leyenda: “El banco
tal pagará a la vista al portador X cantidad de pesos”, porque eran canjeables
en las ventanillas de los bancos.
También sobresalen las
monedas del Porfiriato con la leyenda “República Mexicana” y en las que
continuó el diseño de resplandores alrededor del gorro frigio, propio de los
gobiernos liberales. En la muestra, estas monedas conviven con los denominados
“tlacos”, fichas emitidas por minas y haciendas —entre ellas henequeneras de
Yucatán y cafetaleras de Chiapas— que eran canjeables en tiendas de raya, por
lo que se ejercía una serie de abusos sobre los trabajadores.
Con el estallido de la
Revolución Mexicana, la variedad de billetes y monedas fue tan variopinta como
las propias facciones. Díaz Negrete reparó en un caso revelador de nuestra
historia, los emitidos por el gobierno provisional de México:
“La primera emisión la
ordenó el gobierno constitucionalista, el gobierno provisional encabezado por
Venustiano Carranza en la Ciudad de México, en noviembre de 1914. Al mes
siguiente, diciembre del mismo año, Carranza sale expulsado por las fuerzas
convencionistas y se va a Veracruz, pero se lleva la imprenta para hacer los
billetes y realiza una segunda emisión, sólo que estos dicen ‘Veracruz’.
“No obstante, muchos
billetes quedaron en la Ciudad de México, y los convencionistas —villistas y
zapatistas— los vuelven a poner en circulación al estamparle el sello:
revalidados”.
La exposición, que
permanecerá lo que resta del año en la Sala Siglo XX del Museo Nacional de
Historia, Castillo de Chapultepec, de martes a domingo de 9 a 17 horas,
concluye con una vitrina que reúne distintas monedas y billetes emitidos con
algún motivo constitucionalista o con la efigie de Venustiano Carranza,
destacando las puestas en circulación a inicios de febrero pasado en
conmemoración por el centenario de nuestra Carta Magna.
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