Una película desde su
fabricación es como un ser vivo, como un organismo que en cualquier momento
puede “enfermar”. En las 15 bóvedas de la Filmoteca de la UNAM se resguardan
más de 46 mil producciones cinematográficas: en ocho de ellas se almacenan
cintas con soportes de acetato de celulosa y en las siete restantes se resguardan
las de nitrato de celulosa. Muchos de estos materiales tienen más de 100 años
de vida.
Tales espacios están
diseñados para garantizar las condiciones adecuadas para la conservación del
material fílmico, que son temperatura y humedad; además, se realiza un
monitoreo constante para revisar y atender a las películas que presenten un
estado crítico de descomposición, antes de su pérdida total, explicó Francisco
Ramírez Vázquez.
El jefe del Laboratorio
Cinematográfico (espacio encargado de mantener en buenas condiciones el
material del archivo fílmico de la Filmoteca) señaló que las películas de
nitrato sufren un proceso de sulfatación, donde el material empieza a hacerse
más frágil y la imagen comienza a desvanecerse, hasta el punto de desaparecer
completamente; entonces, “nuestra tarea es rescatarla”.
En ocasiones esta tarea
significa copiar cuadro por cuadro para crear un nuevo negativo a partir de una
película positiva, y desde ahí, trasladar el material a cualquier tipo de
formato para su conservación y difusión.
Hay películas silentes como
“El puño de hierro”, “El tren fantasma”, “Tepeyac”, además de “La barraca”, “La
sombra del Caudillo”, o materiales de la Revolución Mexicana, por mencionar
algunas. Estos materiales antiguos de gran valor se copian en un nuevo soporte
de poliéster, que puede alcanzar 200 años más de vida. “El objetivo es que las
siguientes generaciones puedan ver esas imágenes. Es un trabajo a futuro”.
Cuadro por cuadro
En julio próximo, la
Filmoteca de la UNAM cumplirá 57 años. Durante muchos de ellos, el Laboratorio
Cinematográfico ha estado presente para contribuir con la conservación de la
memoria fílmica de nuestro país. Por sus espacios han pasado innumerables
películas. En la actualidad se trabaja con el Fondo Salvador Toscano.
Francisco Ramírez expuso que
el tiempo de recuperación de un material depende de sus condiciones físicas.
Copiar una película de sólo tres minutos de duración puede implicar tres días
de trabajo si sus condiciones ya no son las originales: cuando están plegadas,
rotas o encogidas. Entonces se requiere de un rescate cuadro por cuadro; es un
proceso muy laborioso, sin contar el trabajo de restauración previo.
Cuando un filme llega al
laboratorio, la primera etapa consiste en revisarlo para determinar su estado
físico y medir la longitud; esto último es necesario para precisar cuánto
material virgen se requerirá en el proceso de duplicación.
La siguiente etapa es la
corrección de luces de la película. Esto se realiza colocando los rollos
negativos de imagen en una máquina denominada analizador de color, donde se
corrige escena por escena con el objetivo de obtener los niveles de contraste y
luz, tal y como fue concebida. La información obtenida se imprime en una cinta
de papel perforado que posteriormente será leída en la impresora para su
duplicación.
Cuando el filme a copiar se
rompe con sólo tocarlo, no sirven las impresoras modernas, sino las antiguas,
ópticas, en las cuales “hacemos el rescate cuadro por cuadro, en un proceso
lento que demanda mucha paciencia y tiempo por parte del técnico operador”.
La labor del Laboratorio
Cinematográfico es similar a la que se realiza en uno de fotografía, en donde
se usa un cuarto oscuro y ciertas soluciones químicas para que aparezca la
imagen. En este caso, a partir de negativos se hace una copia en película
virgen, que se revela para que surja nuevamente la imagen.
Para efectuar estos
trabajos, en 2014 la Filmoteca compró en la meca del cine, Los Ángeles,
California, una limpiadora ultrasónica, dos analizadores de color y tres
impresoras automáticas BHP, una de ellas con sistema de ventanilla húmeda que
impide, a un costo muy bajo, la impresión de hasta un 80 por ciento de
rayaduras provenientes de negativos originales dañados.
Después de hacer la
impresión de la película, la siguiente etapa es el revelado. “Con la impresión
dejamos una imagen expuesta invisible o latente, y debemos pasarla por procesos
fotoquímicos para que surja”.
Aquí entran en escena las
tres máquinas reveladoras y las soluciones químicas, como el revelador mismo,
el fijador y el estabilizador. Las copias pueden ser positivas, duplicados
negativos y positivos, y en formatos de 35 y 16 milímetros. Así quedan listas
para proyectarse, digitalizarse o duplicar nuevamente.
Durante el proceso de
revelado, los materiales desprenden plata cien por ciento pura, que se
reutiliza para la elaboración de la Medalla de Plata Filmoteca UNAM, que se
otorga a personalidades de la comunidad cinematográfica nacional e
internacional.
La obtención del metal se
hace mediante electrólisis, en una máquina recuperadora; se hace un raspado en
las paredes para su desprendimiento y posterior pesado. Este procedimiento se
realiza en presencia de miembros de la Dirección General del Patrimonio
Universitario, para que esta dependencia se encargue de coordinar la
elaboración de la medalla.
Cada año se recuperan
alrededor de tres kilos de plata; “antes se obtenían alrededor de 10, pero con
la llegada de la era digital muchos cineastas emplean estos formatos en lugar
del tradicional, de 35 milímetros”.
Cabe destacar que los
procesos mencionados son labor de un equipo de cinco personas comprometidas con
el rescate del patrimonio fílmico.
Ramírez Vázquez destacó que
el laboratorio a su cargo brinda servicios a cineastas e instituciones como el
Instituto Mexicano de Cinematografía o la Cineteca Nacional.
También se apoya a otros
países en los procesos de revelado de película de 35 y 16 milímetros en positivo
y negativo, rescate de materiales antiguos mediante impresoras ópticas para
trasladarlos a nuevos soportes, limpieza ultrasónica para cintas en formato de
35 y 16 mm, corrección analógica de luces y asesoría en el rescate de
películas.
“Contamos con equipos únicos
en México. En la Universidad somos afortunados de contar con ellos y de apoyar
a otras instancias. Ésta es nuestra tarea: el rescate del material fílmico de
archivo”, finalizó el universitario.
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