lunes, 12 de octubre de 2015

Obstaculizan desastres el avance sostenible


El grado de devastación de fenómenos como inundaciones, sequías, ciclones, terremotos o erupciones volcánicas resulta de la combinación de las fuerzas naturales con la actividad humana, que se ubicó en zonas vulnerables.
A lo largo de la historia los desastres y sus efectos han provocado innumerables pérdidas de vidas humanas y sus consecuencias han impactado a nivel social, económico y ambiental. Además, han obstaculizado el avance sostenible, particularmente de países en desarrollo.
En el marco del Día Internacional para la Reducción de los Desastres, que se conmemoró el 13 de octubre, Nathalie Jean-Baptiste, del Centro Helmholtz de Investigación Ambiental en Alemania y hoy de intercambio en la UNAM, impartió la charla Vulnerabilidad social y percepción de riesgos: una aproximación global, en la Facultad de Psicología (FP).
Zonas de peligro
Una zona puede ser insegura si hay una amenaza, ya sea por un factor natural, socionatural o antropogénico, acompañada de vulnerabilidad (con predisposición física, económica, política o social).
Para prevenir se debe detectar el nivel de esta última en el sistema en riesgo a través de un análisis que mida su susceptibilidad, sensibilidad y exposición a posibles peligros. Así, se gesta un mejor entendimiento de estas contingencias y del impacto de los eventos.
Para ello, es necesario acortar la brecha entre investigadores y profesionales sobre la reducción de amenazas del entorno y desastres. Además, se debe buscar que la gestión influya en temas como administración de recursos hídricos, ordenamiento territorial, planeación urbana y desarrollo económico.
En el orbe, las zonas vulnerables suelen ser aquellas ubicadas en las costeras por la elevación del nivel del mar, la interacción de diversos ecosistemas en riesgo y la densidad poblacional. No obstante, también se exponen las urbes localizadas en zonas sísmicas y las que sufren eventos extremos como inundaciones y sequías.
La situación socioeconómica también puede ser un factor determinante. Una localidad de escasos recursos tendrá mayores dificultades para regresar a cierta normalidad después de uno de estos eventos; sin embargo, no es una condición total, porque existen metrópolis desarrolladas con cierta fragilidad, expresó.
En este contexto, las autoridades locales tienen un papel importante, sobre todo en la comunicación. En ocasiones, los aspectos económicos y de infraestructura se sobreponen a consideraciones ambientales.
En realidad no se puede pensar en desarrollo sin tomar en cuenta el ambiente. De hecho, las localidades que florecen son aquellas que han integrado la naturaleza a su modo de vida y han aprendido a protegerla y conservarla, señaló Jean-Baptiste.
Respecto a la prevención y reducción de amenazas, algunos países como Alemania invierten en medidas estructurales para mejorar su infraestructura y robustecerla. Otros se enfocan en brindar conocimiento y herramientas para que la población se proteja. Eso depende del tipo de contingencia y de los recursos institucionales asignados a la prevención.
La Asamblea General de la ONU designó el 13 de octubre como Día Internacional para la Reducción de los Desastres, con el propósito de crear conciencia entre los gobiernos y personas para que tomen medidas y minimicen riesgos.

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