El grado de devastación de
fenómenos como inundaciones, sequías, ciclones, terremotos o erupciones
volcánicas resulta de la combinación de las fuerzas naturales con la actividad
humana, que se ubicó en zonas vulnerables.
A lo largo de la historia
los desastres y sus efectos han provocado innumerables pérdidas de vidas
humanas y sus consecuencias han impactado a nivel social, económico y
ambiental. Además, han obstaculizado el avance sostenible, particularmente de
países en desarrollo.
En el marco del Día
Internacional para la Reducción de los Desastres, que se conmemoró el 13 de
octubre, Nathalie Jean-Baptiste, del Centro Helmholtz de Investigación
Ambiental en Alemania y hoy de intercambio en la UNAM, impartió la charla
Vulnerabilidad social y percepción de riesgos: una aproximación global, en la
Facultad de Psicología (FP).
Zonas de peligro
Una zona puede ser insegura
si hay una amenaza, ya sea por un factor natural, socionatural o antropogénico,
acompañada de vulnerabilidad (con predisposición física, económica, política o
social).
Para prevenir se debe
detectar el nivel de esta última en el sistema en riesgo a través de un
análisis que mida su susceptibilidad, sensibilidad y exposición a posibles
peligros. Así, se gesta un mejor entendimiento de estas contingencias y del
impacto de los eventos.
Para ello, es necesario
acortar la brecha entre investigadores y profesionales sobre la reducción de
amenazas del entorno y desastres. Además, se debe buscar que la gestión influya
en temas como administración de recursos hídricos, ordenamiento territorial,
planeación urbana y desarrollo económico.
En el orbe, las zonas
vulnerables suelen ser aquellas ubicadas en las costeras por la elevación del
nivel del mar, la interacción de diversos ecosistemas en riesgo y la densidad
poblacional. No obstante, también se exponen las urbes localizadas en zonas
sísmicas y las que sufren eventos extremos como inundaciones y sequías.
La situación socioeconómica
también puede ser un factor determinante. Una localidad de escasos recursos
tendrá mayores dificultades para regresar a cierta normalidad después de uno de
estos eventos; sin embargo, no es una condición total, porque existen
metrópolis desarrolladas con cierta fragilidad, expresó.
En este contexto, las
autoridades locales tienen un papel importante, sobre todo en la comunicación.
En ocasiones, los aspectos económicos y de infraestructura se sobreponen a
consideraciones ambientales.
En realidad no se puede
pensar en desarrollo sin tomar en cuenta el ambiente. De hecho, las localidades
que florecen son aquellas que han integrado la naturaleza a su modo de vida y
han aprendido a protegerla y conservarla, señaló Jean-Baptiste.
Respecto a la prevención y
reducción de amenazas, algunos países como Alemania invierten en medidas
estructurales para mejorar su infraestructura y robustecerla. Otros se enfocan
en brindar conocimiento y herramientas para que la población se proteja. Eso
depende del tipo de contingencia y de los recursos institucionales asignados a
la prevención.
La Asamblea General
de la ONU designó el 13 de octubre como Día Internacional para la Reducción de
los Desastres, con el propósito de crear conciencia entre los gobiernos y
personas para que tomen medidas y minimicen riesgos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario