Para celebrar su 55
aniversario, la Galería de Historia, Museo del Caracol, expone por vez primera
alrededor de 50 documentos entre planos y guiones originales, bocetos de sus
conocidos dioramas y fotografías, los cuales revelan el proyecto arquitectónico
y museográfico de avanzada que representó en su momento, siendo considerado el
primer museo contemporáneo del país.
Aquí nació un caracol,
título de la muestra organizada por el Instituto Nacional de Antropología e
Historia (INAH), está abierta al público a partir este din de semana; fue
curada por los historiadores Pavel Luna Espinosa y Bertha Hernández, quienes,
como resultado de sus investigaciones sobre la concepción de la Galería de
Historia, han encontrado documentación inédita relativa a su creación.
En el transcurso de siete
meses, de mayo a noviembre de 1960, un equipo de profesionales —entre los que
destacaban el arquitecto Pedro Ramírez Vázquez, el historiador Arturo Arnaiz y
Freg, el artista José Chávez Morado y el escenógrafo Julio Prieto, entre otros—
fue supervisado día a día y hasta el último minuto por Jaime Torres Bodet,
entonces secretario de Educación Pública, para inaugurar este espacio en el
marco del cincuentenario de la Revolución Mexicana.
Antes de la Galería de
Historia, los museos en México eran observados como repositorios de objetos
antiguos que se adaptaban a las dimensiones de los edificios históricos, tal
era el caso del Museo Nacional, en la calle Moneda del centro de la ciudad. Con
la idea de Torres Bodet de crear un museo pedagógico —un concepto muy ligado a
su vocación de educador—, esto cambió.
“La Galería de Historia se concibió para
brindar un mensaje pedagógico. Otra novedad fue su planteamiento
arquitectónico, porque el edificio fue creado ex profeso”, detalló Pavel Luna,
historiador de este museo. A su vez, Bertha Hernández anotó que su forma obedece
a que Pedro Ramírez Vázquez consideraba que la historia era una suerte de línea
espiral, de puntos de partida y progresos, de continuidad.
La investigadora y
periodista indicó que al principio se pensó en adaptar parte de La Ciudadela
para alojar la Galería de Historia; sin embargo, Ramírez Vázquez vio un terreno
inmediato al Castillo Chapultepec, ideal para instalar el nuevo recinto, que
además serviría como “introducción” al discurso del Museo Nacional de Historia.
El propio Torres Bodet le
había dicho a Pedro Ramírez Vázquez: “Está muy bien el contenido del Castillo
pero, como es frecuente en los museos de historia, cuando se apoyan sólo en los
recuerdos físicos, en los vestigios, se desequilibra, porque hay personajes de
quienes por alguna circunstancia hubo más recuerdos físicos que de otros”.
Entre la “pandilla
maravillosa” que ideó el Museo del Caracol, se encontraban los museógrafos
Carlos y Federico Hernández Serrano, Íker Larrauri Prado y Mario Vázquez
Ruvalcaba, los maquetistas Mario Cirett y Apolinar Gómez, más un equipo de
estudiantes que provenían de “La Esmeralda” y la Academia de San Carlos,
refirieron los curadores de la exhibición.
Las anotaciones del guión
original, que se expone en Aquí nació un caracol, son un botón de muestra de la
“lluvia de ideas”, discusiones y correcciones que tenían lugar entre el equipo;
por ejemplo, el historiador Arturo Arnaiz y Freg consideraba necesario hacer
145 dioramas, algo a lo que los museógrafos se opusieron rotundamente por
cuestiones de espacio.
Así, tras consensos, se
escogieron 66 “momentos estelares” que narraran la historia del país, “De la
Guerra de Independencia a la Constitución de 1917”, como reza en la entrada del
recinto.
A través del guión original
de la Galería de Historia —destacaron Pavel Luna y Bertha Hernández—, se
rescata parte de su proceso de creación: el planteamiento histórico original de
Arnaiz y Freg, y el filtro que debió hacerse; así como las fuentes
iconográficas sugeridas para recrear tal o cual episodio: el asesinato de
Melchor Ocampo se inspira en una litografía contenida en El Libro Rojo, escrito
por Manuel Payno y Vicente Riva Palacio; el perdón de Nicolás Bravo toma como
referencia un cuadro de Palacio Nacional, etcétera.
Lo mismo se observa en los
bocetos de uno de los dibujantes, quien firmaba “Herrera”, donde aparecen
precisiones sobre las medidas adecuadas de personajes y objetos, así como notas
muy puntuales acerca de si la indumentaria y el mobiliario de las escenas son
las correctas o no para la época que se está tratando.
Para 1960, en la
conmemoración del cincuentenario de la Revolución Mexicana, a través de la
Galería de Historia, Museo del Caracol, se quiso hacer una especie de “corte de
caja” que mostrara lo que la nación mexicana era después de medio siglo de
concluido el movimiento revolucionario.
Pavel Luna y Bertha
Hernández consideran que, a 55 años de distancia, el Museo del Caracol
permanece como un espacio que estimula los valores cívicos de los mexicanos por
medio de la enseñanza de algunos episodios de su historia, con “escenas
congeladas” pero vibrantes porque invitan a la imaginación del visitante.
PODRÍAN FACILITARME CROQUIS DE COMO ESTÁN DISTRIBUIDAS LAS SALAS DEL MUSEO DEL CARACOL PARA ENTREGAR MI REPORTE AL MAESTRO DE HISTORIA
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