Luciano Concheiro San
Vicente es sobre la acera un estudiante convencional, camina de prisa desde la
estación del metro Copilco y no porta, como mencionaba el poeta Jaime Sabines,
un letrero, una estrella en la frente o un resplandor visible que diga: “soy
doctorante, profesor”, y busco aliados para que el mundo tome otro rumbo.
Su trabajo académico, y de
voz en voz, lo ha acreditado más allá del Atlántico, en donde diarios españoles
han destacado su labor. Es un sabio desenfadado, liberado en un cuerpo joven,
donde su voz cavernosa abona a dicha teoría. Acaba de cumplir un cuarto de
siglo y el único gerundio que utiliza es: “sigo aprendiendo”.
Hace poco, el diario El País
lo consideró el “tataranieto millennial de Carlos Marx”, por su obra que aborda
de manera interdisciplinaria la economía.
Y para reafirmar esa idea,
Luciano comentó: “hoy ser joven es estar ante una bruma, ante un futuro no
claro; las generaciones anteriores tenían mayor claridad, una noción de
progreso. Ser joven hoy en México es ser uno de los 43 estudiantes
desaparecidos en Ayotzinapa, es decir, es la barbarie, pero quizá desde esa
barbarie y profundo dolor podamos reinventar la vida”.
México, apuntó, se halla en
un momento de rearticulación de las instituciones y los quehaceres políticos,
en una reinvención. Atestiguamos cómo son las nuevas maneras del actuar
político, donde aquellas estrategias de los jóvenes del siglo XX ahora, muy
probablemente, son insostenibles.
Licenciado en Historia a los
19 años de edad por la Universidad Nacional, profesor de Historia del
pensamiento del siglo XX en la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL) desde los
22, finalista del Premio Anagrama de Ensayo, sociólogo por la Universidad de
Cambridge, Luciano viajó el 28 de enero pasado a la Universidad de Harvard para
realizar una estancia (Fellowship) en el Departamento de Lenguas Romances y
Literatura por un año, como parte de su doctorado en Historia por la UNAM.
“También iré a tratar de entender lo que
sucede entre nuestro país y Estados Unidos, que es un elemento más de la
profunda crisis que padecemos, en todos los aspectos, no sólo social y
económico, porque mucho de lo que sucede es por la historia de los últimos 25
años, en donde nos constituimos como un país enteramente dependiente”, opinó.
Es autor de tres libros: “El
Intelectual Mexicano, una especie en extinción”, en coautoría con Ana Sofía
Rodríguez; “Contra el tiempo. Filosofía práctica del instante”, finalista del
Premio de Ensayo Anagrama, y publicado en España; y “El Machete”, una edición
facsímil de la publicación original de los años 80, un rescate histórico con
ensayos críticos y de investigación, en coautoría.
La raza habla
En cuanto a ser considerado
el “tataranieto millennial de Carlos Marx”, dijo que, de entrada, hay que
imaginar una racionalidad distinta al capitalismo, pues no es sólo un sistema
económico, sino una racionalidad que crea subjetividades particulares que
tienen que ver con la lógica de la productividad, del lucro. Lo que se tendría
que rearticular, subrayó, es regresar a formas de vida ya existentes.
“Éste es un momento de crisis civilizatoria,
no solamente en México, sino en el mundo entero. Es trágicamente interesante,
pero podríamos decir que en nuestro país ya llegó el futuro y fue el peor de
todos: encontramos la radicalidad del pensamiento neoliberal de la racionalidad
no liberal, entendida como un individualismo extremo, como una búsqueda de los
criterios empresariales en la vida de todos los individuos, exponenciada a una
dimensión absurda”.
Tenemos, concluyó,
violencia, narcotráfico, feminicidios, desigualdad, injusticia; “nos queda
reflexionar y saber que estamos rodeados de muertos”.
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