Proyecto
de nación
El sistema educativo
mexicano tiene fortalezas y debilidades que deben evaluarse para emprender
desde su seno un proyecto de nación con base en lo mejor que tiene el país, sus
niños y jóvenes. Pero el diagnóstico debe ser global, toda vez que es
inconcebible que con un examen a maestros se soluciones un problema de décadas,
generado por políticos que estuvieron y quizás estén al frente de la Secretaría
de Educación Pública (SEP).
Hoy más que nunca es claro
que la educación en México requiere de un educador, maestro en el más amplio sentido
de la palabra, un hombre comprometido con la enseñanza pública. Es tiempo de
que quienes se dicen políticos se vayan a sus partidos, a las cámaras y dejen
en la administración de la educación a gente que desea sacar adelante a miles
de niños y jóvenes.
En la administración de la
educación en México hay muchos funcionarios que no funcionan y no son
evaluados, lo cual impide que este sector sea el proyecto de la nación.
“De todo hay en la viña del
Señor”, pero no se debe satanizar al magisterio por los problemas de rezago
derivados de la falta de compromiso de “políticos” al frente de la SEP, que
debe estar en manos de educadores, como fue la concepción José Vasconcelos, la
cual fue entendida por Jaime Torres Bodet y Moisés Sáenz entre otros.
Es claro que hacen falta
espacios de calidad en la enseñanza en todos los niveles, como ejemplo basta
decir que en el presente examen único 174 mil estudiantes solicitaron UNAM,
pero la máxima casa de estudios sólo cuenta con 33 mil lugares en el nivel
Medio Superior, por lo que entran los de mejor resultado.
Las diferencias regionales y
los rezagos se convierten en la más seria limitación para un avance equilibrado
y sustentable.
Así, en México hay 7.14
millones de jóvenes no realizan ninguna actividad y alrededor de 4.6 millones,
el llamado núcleo duro, representan el mayor desafío, porque están en riesgo de
padecer exclusión social, ya que no estudian, no trabajan, no buscan empleo ni
se dedican a quehaceres del hogar, reveló la Organización Internacional del
Trabajo (OIT).
Y a pesar de que la
educación es una de las vías privilegiadas para lograr el avance sostenido,
equilibrado, sustentable y justo de una nación, por lo que debe ser una
prioridad de las más altas, la clase política mexicana no lo ve así, de manera
que cada seis años llega un “funcionario público” a la SEP que quiere
reinventar la educación, muchas veces sin saber de qué habla.
Así cada administración
pública promete una “reforma educativa”, pero lejana a las necesidades de la
gente, por qué no se crean más instituciones como las universidades Nacional
Autónoma de México (UNAM) y Autónoma Metropolitana (UAM), porque no más como el
Instituto Politécnico Nacional (IPN)
Por qué la gente de zonas
marginadas tiene escuelas sin techo, sin piso, alumnos sin zapatos, sin comer,
pero al maestro se le exige una evaluación de resultados, cuando los
funcionarios públicos que la demandan no son examinados.
Textualmente
hay que decirlo: Se requiere un proyecto de nación basado en
la enseñanza de calidad, para lo cual se necesita una revisión de la
organización del sistema con fines educativos que se traduzcan en la
adquisición de conocimientos y
habilidades que permitan al individuo mejorar su condición social y económica,
la cual se refleje en el desarrollo de México.
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