La violencia intrafamiliar,
así como la división sexual del trabajo y de la educación superior perpetúan
modelos tradicionales, dijo Ana Buquet Corleto, directora del PUEG de la UNAM,
en la víspera del Día Internacional de la Mujer
Afirmó que feminicidios con
alto grado de impunidad, hostigamiento hacia las mujeres en las calles y el
transporte público, brecha salarial y división sexual de la educación superior
y del trabajo, son signos de la inequidad de género en México.
A propósito del Día
Internacional de la Mujer, que se celebra hoy, la psicóloga y doctora en
sociología destacó que la violencia hacia ellas es un tema que aún no se
resuelve.
“Sus principales vertientes
son la violencia intrafamiliar y hacia la pareja. Persisten relaciones con ese
ingrediente violento del hombre hacia la mujer, desde lo físico hasta lo
psicológico”, dijo la especialista en género, sexualidad y educación.
El acoso y el hostigamiento
constituyen otras formas de violencia. “Van desde los piropos, que algunos
dicen que deberíamos agradecer, hasta los insultos y agresiones al tocar a
niñas, jóvenes y adultas. Sistemáticamente el género femenino sufre este tipo
de abusos por parte de los varones”, abundó la directora del Programa
Universitario de Estudios de Género (PUEG) de la UNAM.
Una forma extrema es el
feminicidio, que prevalece desde hace varios años en diversas entidades del
país, amparado en la impunidad. “En México se asesina a un número considerable
de mujeres. No se sabe quiénes lo hacen, no se investiga con seriedad y no se
encuentra a los responsables. Es un fenómeno brutal que no se castiga y eso es
grave, pues los crímenes ocurren y no pasa nada”, subrayó Buquet.
Otro tipo ocurre en el
espacio laboral. Una forma de analizarlo es la brecha salarial, pues ellas
perciben un salario más bajo. “Ya existen normativas que impiden pagarles menos
por el mismo trabajo, pero la situación se da porque las mujeres ocupan menos
cargos de mayor responsabilidad y, en consecuencia, tienen un menor poder
adquisitivo y de decisión. Esto tiene que ver con la segregación vertical”,
remarcó.
La desigualdad en este
ámbito también se produce por la segregación horizontal, que significa que
hombres y mujeres nos ubicamos todavía de forma diferenciada en ciertas
profesiones y oficios. “Se ocupan más en profesiones mal pagadas -como la
enfermería-, de asistencia y de servicio a los demás, mientras que en profesiones
como la medicina tienen predominio ellos”.
“Ambos géneros se distribuyen de manera
distinta en los diferentes campos de conocimiento y esto tiene repercusiones en
la adquisición de saberes y en el ejercicio de las profesiones. Hay una
desigualdad en la posibilidad de acceder a cierto tipo de conocimientos, pues
las ciencias exactas, como física, matemáticas e ingeniería tienen mayoría
masculina, mientras las asistenciales, como psicología, enfermería y trabajo
social, son mayoritariamente femeninas.
Un estudio del PUEG
realizado en la UNAM encontró, por ejemplo, que en la licenciatura en
matemáticas hay 34 estudiantes mujeres por cada 100 hombres, y en ingeniería
mecánica hay ocho por cada 100.
Esta distribución
diferenciada se mantiene en el sector académico, pues en trabajo social existen
64.7 por ciento de académicas y 35.3 por ciento de académicos, mientras que las
mujeres también son más entre el profesorado de psicología, con 63.4 por ciento
de maestras y 36.6 por ciento de maestros.
Para cambiar esas divisiones
a favor de la equidad, Buquet propuso actuar desde las leyes y normas, así como
impulsar políticas públicas en ese ámbito. “Se trata de modificar de raíz,
desde sus bases, roles estructurales y culturales de ambos géneros. Por eso el
Día Internacional de la Mujer cobra importancia a favor de esta lucha”,
finalizó.
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