Investigador de la UNAM
descubrió un nuevo ciclo del Calendario Maya; a pesar del desarrollo de la
epigrafía de esa cultura y del desciframiento de los acontecimientos históricos
o míticos que relatan las inscripciones, el calendario aún tiene aspectos
insospechados.
En sus investigaciones en el
Centro de Estudios Mayas, del Instituto de Investigaciones Filológicas (IIFL), el
especialista Guillermo Bernal descifró la existencia de un ciclo de 63 días que
había pasado inadvertido en los estudios clásicos.
Al reconstruir un tablero de
Palenque, el universitario comprobó que ese periodo estuvo asociado con el
ritual de “taladrado” de fuego, dedicado al dios zarigüeya o tlacuache.
Se trata de una especie de
eslabón perdido o engrane que faltaba. Se conocían otros ciclos: de siete,
nueve, y de 819 días; se requería uno intermedio, dijo.
Es como si fuera un gran
rompecabezas de dos metros de altura por menos de uno de ancho; el tablero Este
–descubierto en el Edificio I del Grupo XVI de Palenque, Chiapas, en 1993– dio
la pista para otro gran hallazgo: un ciclo calendárico de 63 días. Así, luego
de más de mil años, la voz, el discurso de los antiguos mayas plasmado en
estuco, volvió a escucharse.
Después del trabajo de campo
en tierras chiapanecas, Guillermo Bernal Romero, volvió a su cubículo y
descifró el mensaje: la existencia de ese ciclo que había pasado inadvertido en
los estudios clásicos en torno al calendario.
En la reconstrucción, el
universitario comprobó que el periodo estuvo asociado con el ritual de
“taladrado” de fuego (joch’ k’ahk’), es decir, de generación, por fricción, de
un fuego ritual dedicado al dios zarigüeya o tlacuache.
El Ciclo-63 es una especie
de eslabón perdido, de engrane que faltaba. Se conocían otros: de siete, nueve
y 819 días. El descubierto en abril pasado es el resultado de multiplicar los
dos primeros (9 x 7= 63), y el tercero, de multiplicar esta última cifra por 13
(63 x 13= 819).
Esos números no fueron un
capricho de los mayas, eran sagrados: creían en la existencia de un
“supramundo” o región celeste, con 13 niveles; de una terrestre (la nuestra),
con siete estratos, y un inframundo, con nueve niveles, explicó el epigrafista.
Respecto al 819, se ha
propuesto que fue formulado para realizar cómputos de los periodos sinódicos
(tiempo que tarda un objeto en volver a aparecer en el mismo punto del cielo
respecto al Sol, al observarlo desde la Tierra) de Saturno, de 378 días (63 x
6).
El trabajo realizado es
parcial; “es posible que encontremos reconstrucciones de más fechas y
acontecimientos”. Eso podría tardar un año más, pero la labor de investigación,
que se ha llevado a cabo con una “dosis de camaradería y amistad”, ya da sus
primeros frutos, dijo Bernal Romero.
Finalmente, el investigador
aclaró que éste es sólo un detalle de una tarea más amplia en Palenque, donde
realiza la reconstrucción general de la histórica dinástica de esta emblemática
ciudad del periodo Clásico Maya.
(información y fotografías
DGCS-UNAM)
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