Para evitar el daño a
ecosistemas oceánicos ubicados a más de 200 metros de profundidad, 14
instituciones académicas de los cinco continentes proponen un plan de gestión
que equilibra la indagación científica y la extracción sostenible de recursos
abisales
El mar profundo, que va de
los 200 metros bajo la superficie hasta los fondos o suelos oceánicos a poco
más de 11 kilómetros (km), abarca más de la mitad del planeta y es un vasto
sitio de vida (con múltiples ecosistemas, hábitats complejos, variedad de
animales y microorganismos, muchos aún desconocidos) que guarda recursos
valiosos y de interés para diversos usuarios.
Y para explotarlo de manera
sostenible y articular estos usos con el mejor conocimiento científico, 28
expertos de 14 instituciones académicas de los cinco continentes han creado la
“Iniciativa de Gestión del Mar Profundo” (DOSI, por las siglas de Deep Ocean
Stewardship Initiative), que propone un plan para impulsar y equilibrar la
investigación científica y la extracción de recursos de manera sostenible con
apoyo de mejores políticas para su regulación.
“Es una iniciativa de
gestión en la que participamos científicos de las ciencias naturales y
sociales, incluidos economistas y abogados ambientales de naciones
desarrolladas y en vías de desarrollo; realizamos un acercamiento de los
académicos con empresarios, la sociedad civil, los gobiernos y tomadores de
decisiones”, resumió Elva Escobar Briones, investigadora y directora del
Instituto de Ciencias del Mar y Limnología (ICML) de la UNAM, coautora del
artículo sobre la DOSI que se difunde hoy en la sección Policy Forum de la
revista Science.
En el escrito, Escobar
Briones, junto con Kathryn Mengerink, codirectora del Programa de Océanos del
Instituto de Derecho Ambiental; Lisa Levin, directora del Centro para la
Biodiversidad Marina y la Conservación de la Scripps Institution of
Oceanography, y otros, hacen un llamado para administrar el espacio marino más
grande del mundo antes de que ocurra una pérdida permanente, mediante el uso
sensato de los recursos para conservar el equilibrio ecológico de las
profundidades oceánicas.
“Las primeras exploraciones
al mar profundo iniciaron en el siglo XIX y continuaron con mayor intensidad en
las décadas de 1950 y 1960, pero aún es necesario adquirir más conocimiento,
por ello, es importante impulsar campañas científicas y trabajar en forma
conjunta y coordinada con los distintos sectores”, apuntó.
Entre los desafíos que se
enfrentan, la bióloga y doctora en oceanografía destacó los impactos de las
actividades asociadas al desarrollo de la pesca de profundidad, la extracción
de petróleo y gas, la eliminación de desechos y la contaminación derivada de
las zonas urbanas que ya han ocasionado daños a corto y largo plazos, y
posiblemente irreversibles, en algunos ambientes del mar profundo.
“La minería a escala industrial se perfila en
el horizonte. La gobernanza de los ecosistemas de columna de agua y de los
fondos marinos por debajo de 200 metros de profundidad contempla
reglamentaciones complejas de jurisdicción nacional e internacional, que
complican el poder garantizar la salud futura del mar profundo”, destacó.
Las ideas que permitieron
escribir el artículo que se publica hoy en la revista Science surgieron durante
la reunión de creación de la DOSI, celebrada del 15 al 17 de abril de 2013 en
el ICML de la UNAM.
Ahí se discutieron
necesidades de investigación, manejo y toma de decisiones para mantener la
integridad, funcionamiento y los servicios ecosistémicos de mar profundo para
las generaciones futuras.
Escobar Briones detalló que
el desarrollo de esta iniciativa comenzó con un esfuerzo conjunto entre la
UNAM, a través del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología, y el Centro para
la Biodiversidad Marina y la Conservación de la Scripps Institution of Oceanography,
para lo cual contó con el apoyo del fondo J.M. Kaplan y la Red Internacional
para la Investigación Científica de los Ecosistemas de Aguas Profundas
(INDEEP), a través de una subvención de Fondation Total, la Comisión Nacional
para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO) y la Comisión Nacional
de Áreas Naturales Protegidas (CONANP).
(Información y fotos DGCS-UNAM)
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