El Instituto Nacional de
Antropología e Historia (INAH) es inagotable e inabarcable, su destino es
seguir creciendo “porque no tiene límites, es tan grande como los dos millones
de kilómetros cuadrados de nuestro país”, auguró el antropólogo, filósofo y
nahuatlato Miguel León-Portilla, al recordar a los fundadores de esta
institución que a lo largo de 2014 estará de festejo por sus 75 años de vida.
Con la picardía que le
caracteriza, el profesor emérito de la Universidad Nacional Autónoma de México
contó a los asistentes del Auditorio Jaime Torres Bodet del Museo Nacional de
Antropología, la huella, el camino trazado por sus primeros directores: Alfonso
Caso, Ignacio Marquina, Eusebio Dávalos Hurtado, todos ellos hombres
visionarios, líderes.
Ante un auditorio repleto
que reía tras cada anécdota contada con su cascada pero jovial voz, León-Portilla reconoció que en el INAH se ha
dado a lo largo del tiempo una “conjunción de maestros”. Alfonso Caso, Ignacio
Marquina y Eusebio Dávalos, quienes fueron sus directores, abarcando de 1939 a
1968 (sumando los periodos al frente de cada uno de ellos), sentaron sus bases.
Estos personajes a los que
describió como hombres trabajadores y comprometidos con su patria, abrevaron de
un legado que podría rastrearse un par de miles de años atrás con los
testimonios dejados por las antiguas culturas mesoamericanas, o por los
eruditos de la Colonia y ya en el siglo XIX por estudiosos como Manuel Orozco y
Berra, Francisco del Paso y Troncoso, o Joaquín García Icazbalceta.
Ya en el siglo XX, antes de
la creación del INAH –anotó—, el arqueólogo Manuel Gamio supo encaminar la
investigación antropológica como una herramienta eficaz para la mejora en las
condiciones de vida del pueblo mexicano, lo cual tuvo oportunidad de aplicar en
el Valle de Teotihuacan mediante un proyecto que no sólo integró el estudio del
sitio, sino la recuperación de técnicas (como el trabajo de la obsidiana)
olvidadas por sus pobladores.
Tiempo pasaría hasta que el
presidente Lázaro Cárdenas, el último día de 1938, expidiera el decreto que
marcaría la fundación del INAH.
“Fue una cosa única, es decir, yo no sé de
ningún otro lugar del mundo donde hubiera otra institución como el INAH. Cárdenas
creó el Instituto y se fijó en Alfonso Caso, arqueólogo que años antes
realizara el hallazgo sorprendente de la Tumba 7 de Monte Albán”.
Cuatro años estaría Caso al
frente del INAH, le sucedería el arquitecto Marquina, quien impulsó la
conservación de buena parte del patrimonio edificado de México. Con Eusebio
Dávalos, entre 1956 y 1968, el Instituto aumentó su presencia a través de los
centros regionales y bajo su tutela se erigió el Museo Nacional de
Antropología, recinto que celebra en este año sus primeras cinco décadas.
(Información
INAH-fotografía-Héctor Montaño/INAH)
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