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Educación,
salud y recreación
El trabajo infantil constituye
una violación de los derechos de niños, niñas y adolescentes, pero, en México,
existe la creencia relativamente extendida de que es inevitable, aceptable e
incluso bueno para su formación; pero no es cierto, a ellos hay que brindarles
salud, una buena educación y recreación. La inversión en ello es el presente y
futuro de la nación.
Datos oficiales del año 2007
indican que en México uno de cada ocho niños entre los cinco y los 17 años
trabaja, lo cual da una suma superior a los tres millones y medio de niños y
niñas en ese rango de edad.
La población infantil que
trabaja se ubica principalmente en las áreas menos urbanizadas del país. Aproximadamente
siete de cada diez niños trabajadores vive en zonas rurales. La diferencia
entre géneros también es notable: el trabajo infantil tiene más incidencia en
niños que en niñas (los niños trabajadores son casi el doble que las niñas, dos
millones y medio frente a un millón doscientas mil), según los datos del ENOE.
Pero las estadísticas no hablan del impacto del trabajo doméstico, que afecta
más a niñas que a niños (se calcula que un 60% de niños frente a un 72% de
niñas).
Hay algunas acciones en México
para erradicar el trabajo infantil, y aunque falta mucho por hacer, se empezó
ya por algo.
El “Marco Acelerador de
Políticas” expuesto en el “Foro España-Américas” por el Secretario del Trabajo
y Previsión Social, Alfonso Navarrete Prida, es una herramienta enfocada a
maximizar los servicios de los sistemas de protección social y de educación en
la prevención y erradicación del empleo de menores.
Mientras que otro innovador
instrumento es el denominado “Predictor”, un modelo estadístico desarrollado en
conjunto con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), que
permite identificar la probabilidad de riesgo de actividades laborales de niños
en un territorio.
Estas acciones se enmarcan
dentro de la Agenda 2030 de las Naciones Unidas, relativa a los Objetivos de
Desarrollo Sostenible, cuya meta número 8.7 establece la eliminación de todas
las formas de trabajo infantil para el año 2025.
Textualmente
hay que decirlo: Como lo expresó, Víctor Inzúa Canales,
académico de la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS) de la UNAM, los niños
no deben trabajar, puesto que no han terminado de experimentar la etapa de la
infancia. “Además de ser pequeños física y mentalmente, emocionalmente tienen
otras características, pero ante las circunstancias del país las familias en
pobreza extrema recurren a ellos para que contribuyan”.
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