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La
ciudad que perdimos
Dónde quedó la ciudad que
perdimos; dónde quedó ese lugar en el que los niños jugaban en las calles, que
cuando se te caía un billete quien se daba cuenta te decía: señor, se le cayó
su dinero. Qué tiempos aquello. Ahora la gente sale con miedo, las calles son
inseguras y ni hablar del transporte público.
En la Ciudad de México impera
el delito. Qué hicimos, o qué dejamos de hacer como sociedad, para llegar a
este punto; porque una cosa es la ineptitud de los gobernantes y otra lo que
dejamos de hacer nosotros como ciudadanos, hay una terrible pérdida de valores.
Es de resaltarse que los
raterillos no roban por necesidad ni por hambre, lo hacen por maldad y
frivolidad; quieren su smartphone, su motoneta, sus tenis de marca, pero no
quieren trabajar. En otro extremo está los “grupos violentos fuertemente
armados” -porque no son un cártel, según el Jefe de Gobierno de la CDMX, Miguel
Ángel Mancera-, que siembran el terror en las calles.
La gente lo percibe así;
recientemente la asociación Semáforo Delictivo dio a conocer su análisis, en el
revela que se incrementaron 130 % las ejecuciones de crimen organizado en la
CDMX, para llegar a 186 en lo que va de este año. Son Iztapalapa, Gustavo A.
Madero y Cuauhtémoc, las delegaciones con más homicidios, basados en el trabajo
de Lantia Consultores.
Santiago Roel, director del
Semáforo Delictivo, dijo: “Las ejecuciones van en aumento en la ciudad y esto
marca un deterioro importante que debe poner en alerta roja a las autoridades”,
pero está claro que a quienes están al frente de la urbe, no les interesa,
muchos tiene ya su meta en las elecciones del 2018, y se asoma la estrategia
del voto del miedo, porque, como decían las abuelas, “más vale malo por
conocido, que bueno por conocer”.
Tal vez sea tiempo de cambiar
esa lógica, creo que necesitamos sacudir el sistema de partidos, que el
servidor público sirva, y no sólo cobre cuantiosos sueldos, con malos
resultados.
Porque ya estamos en “la
ciudad del crimen”, así lo revelan los números. En lo que va del año, las
lesiones dolosas han incrementado 36%; el robo a negocio, 16%; y el robo a
casa, 4%, ya ni en sus hogares la gente está segura.
Textualmente
hay que decirlo: no se puede vivir en una ciudad donde los
mayores miedos son caminar por la calle y abordar el transporte público, donde
vulgares raterillos despojan a la gente del poco dinero que se ganó con su
trabajo, con el sudor de su frente. E insisto una cosa es la incompetencia de
la autoridad y otra lo qué dejamos de hacer en educación. ¡Ya basta!
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