Aunado a los miles de
películas que preserva, la Filmoteca UNAM posee otro tipo de tesoros,
igualmente interesantes, para comprender el fenómeno cinematográfico.
Son las colecciones del
Centro de Documentación de la entidad universitaria, un lugar especial y
especializado. Especial, por los legajos que preserva, y especializado porque
está referido única y exclusivamente a la cultura cinematográfica, señaló Antonia
Rojas Ávila, coordinadora del Centro.
Revistas especializadas en
cine del siglo XX, guiones, carteles,un Ariel de oro, stills, y lobby cards son
algunos de los objetos invaluables con los que se puede documentar la historia
de la industria cinematográfica mexicana.
El Centro de Documentación
consta de cinco áreas: la biblioteca, fundada en 1981, que en la actualidad
atesora más de 18 mil libros referentes a la cinematografía.
La iconoteca, un repositorio
de carteles y fotomontajes (lobby cards) clasificados y catalogados. De los
primeros hay ocho mil 750, entre los cuales destaca uno monumental de la
película estadounidense Truth, de principios del siglo XX, y los trabajos como
cartelista de Ernesto García El Chango Cabral, y del pintor valenciano Josep Renau.
Además, una colección de bocetos del escenógrafo Francisco Marco Chilet, y un
número incuantificable de soundtracks aún sin catalogar.
También hay diversos guiones
como “Recurso del método”, de Miguel Littín, cinta que filmó en México. La
mayoría presenta señalamientos al calce de directores, ajustes que iban
haciendo mientras se encontraban en el periodo de creación.
La hemeroteca conserva
revistas especializadas en cine, como Cinema Reporter. La colección abarca del
año 1900 a la fecha. Asimismo, guarda recortes hemerográficos de publicaciones
de la Ciudad de México desde los años 70 hasta la actualidad, con una
suspensión en la década de los 80 por falta de recursos humanos y financieros.
En la fototeca, como indica
su nombre, se conservan 89 mil 544 fotografías de rodaje (stills) de gran
número de películas mexicanas, así como fotos de estudio de actores,
directores, escenógrafos y otras personalidades que hicieron o hacen cine. De
éstas, sólo está digitalizado cerca del 30 por ciento.
El área de más reciente
creación es la videoteca, filmes en formato VHS, DVD o Blu-ray de la
cinematografía nacional e internacional, accesible a todo público, aunque
únicamente para consulta. Cabe aclarar que la función de la Filmoteca UNAM no
es de videoclub, la colección está disponible a estudiantes e investigadores,
resaltó Rojas Ávila.
Mención aparte merecen los
fondos donde se resguardan documentos y objetos personales, verdadera
memoralia, donados por diversas personas: directores de cine, actores y
actrices, escenógrafos, incluso críticos de cine o periodistas especializados.
Es el caso de los fondos Arturo Ripstein o Alfredo Joskowicz.
En esa misma escala se
encuentran los reconocimientos que ha tenido la Filmoteca UNAM: a sus 50 años
la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas le otorgó el Ariel de
oro (2003) por su labor de preservación, conservación y divulgación de la
cultura cinematográfica.
Los olvidados, la obra
maestra de Luis Buñuel, que también preserva la Filmoteca, es un caso especial,
comentó Rojas Ávila. Cuando se planteó la posibilidad de que las creaciones
cinematográficas del mundo formaran parte del Patrimonio Cultural de la
Humanidad, la entidad universitaria propuso, con anuencia de la televisora que
tiene los derechos de la película, pedir a la Unesco tenerla en esa categoría.
“Es una cinta tremendamente
controversial, pero importante. Una joya del cine mexicano que retrata un país
que hasta ese momento se pretendía ignorar, al grado de que hubo declaraciones
fuertes, como la de Jorge Negrete, quien dijo que si él hubiera estado en
México la película no se hubiera estrenado”.
La Unesco otorgó el estatus
solicitado a Los olvidados y se hizo un libro especial, que incluye un DVD con
dos finales. “Eso hace atractiva la revisión de la película porque normalmente
se conoce sólo uno”.
Los acervos de la Filmoteca
UNAM cumplen con la tercera función sustantiva de esta casa de estudios: la
difusión cultural.
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