Tres factores determinan el
cambio climático global, no sólo en la Tierra sino en el Sistema Solar: la energía
del astro alrededor del cual gira este conglomerado de planetas, las
interacciones gravitacionales y la caída de meteoritos. El humano contribuye al
deterioro ambiental, pero no da la pauta climática natural en el orbe, según se
desprende de los resultados preliminares del proyecto Cambio Climático Natural
y Sistemas Solares de Bajos Costos.
Nuestro mundo tiene periodos
interglaciares de 10 a 12 mil años (en promedio). El último terminó hace una
docena de milenios y hoy estamos en una fase de transición para una era glacial
de 100 mil años, según se desprende del estudio financiado por la UNAM y el
Conacyt.
Otro hallazgo, expuso Víctor
Manuel Velasco Herrera, investigador del Instituto de Geofísica, es que cada
120 años, aproximadamente, hay un superávit o déficit de energía solar que
afecta la vida y el comportamiento humanos.
El excedente referido
propició el Renacimiento, la paz y el desarrollo de las ciencias y las artes.
Sin embargo, aseguró, si el astro envía menos energía hay menos comida (en
cantidad y calidad) y, en consecuencia, hambrunas y conflictos bélicos, como las
guerras mundiales y las revoluciones sociales. El factor humano es la gota que
derrama el vaso.
Todas las pandemias son
causadas, entre otros factores, por una merma energética solar y una mala
alimentación, agregó el responsable del proyecto.
Esta nueva etapa de baja
actividad (empezó en 2004, como confirman datos satelitales, aunque la NASA
postulaba un superávit) se prolongará a lo largo del siglo XXI y tendrá
repercusiones globales. Para la FAO, estamos entrando a una crisis mundial de
comestibles, pero esto no se pregona porque generaría caos. Hoy, quien controle
el petróleo tendrá más posibilidades de prosperar en esta centuria.
Para Velasco Herrera,
independientemente de lo que pase con el petróleo debemos pensar en cómo
asegurar el abasto alimentario nacional y qué recurso garantizaría la calidad
de vida en el planeta. “O apostamos por una gran reforma agraria o por el
hidrocarburo, que se va a acabar y sobre el cual México no dicta la política
internacional", dijo.
En la transición o inicio de
baja actividad del Sol, su energía no es la adecuada para el avance industrial.
Para consumo individual y agrario, es posible, pero para sobrevivir en la era
glacial que viene “la candidata número uno es la nuclear”.
Otro hallazgo es que ya
existe la tecnología requerida por el país para afrontar el siguiente déficit.
Mientras el mundo estaba en caos, dos civilizaciones antiguas, la azteca y la
inca, crearon estrategias que hoy servirían para afrontar el gran problema
alimentario: la chinampa y el cultivo en terrazas.
El primer sistema es el más
avanzado a nivel global para aprovechar las inundaciones. A diferencia de otras
culturas establecidas a la orilla de ríos, los aztecas se asentaron en el Lago
de Texcoco. Un kilómetro o hectárea cultivado con este método deja de siete a
10 veces más que una zona de riego de dimensión similar. Además, se puede
trabajar varias veces al año.
Si México y Perú (con el
cultivo en terrazas) intercambiaran información en el rubro, “garantizarían el
abasto mundial de alimentos. Es tecnología antigua, pero no obsoleta”,
consideró Velasco Herrera.
Efectos gravitacionales
Otro resultado de este
proyecto es el planteamiento de que la interacción gravitacional de los
planetas está asociada con cierta cantidad de meteoritos en la Tierra, comentó
el experto.
Las variaciones son causadas
principalmente por los efectos de Saturno, Júpiter y el Sol. Esto ha sido
analizado en la caída de los bólidos observados y recuperados en los últimos
cuatro siglos. Se encontró la variación posible natural de precipitación en dos
periodos fundamentales: una decenal y una multidécada.
Anualmente, aerolitos de
distintas dimensiones penetran en la atmósfera terrestre. Esto aún no ha sido
catastrófico, pero en cualquier momento puede impactar uno similar al de
Chicxulub, Yucatán, que causó una extinción masiva; es necesario mantener una
observación constante y entender los efectos gravitacionales.
En la siguiente fase se
analizarán todos los meteoritos detectados por sistemas de infrasonido, pues no
todos chocan con la superficie terrestre, sino explotan a cierta altura
atmosférica. El sonido generado, al ser captado por diferentes sensores, da las
coordenadas, la energía promedio y tamaño.
Con esta información,
Velasco Herrera elabora un mapa de las zonas más peligrosas a nivel mundial, en
donde puede tener mayor probabilidad de impacto. México está en una de riesgo.
Mapa del peligro
También se han analizado los
huracanes que afectan el territorio nacional en dos regiones: el Atlántico y el
Pacífico. Contrario a lo postulado —señala el estudio—, estos no se dan en
forma aleatoria, sino en ciclos naturales. Hay periodos de gran y de baja
actividad ciclónica.
En huracanes categoría
cinco, su periodicidad en el océano Atlántico es cada 10 años. Con esto se
elabora un mapa de peligro. En América hay cinco puntos vulnerables a los
fenómenos referidos: el noroeste de México, Quintana Roo, Panamá, Cuba y Miami.
En estos momentos se trabaja en la localización geográfica de donde se dan las
demás clases.
La carta de ubicación de
Velasco Herrera puede ser utilizada para protección civil y aprovechada en
captación de agua para consumo y para su distribución en las áreas más
afectadas por las sequías, así como para planificar y mejorar la calidad de la
construcción de viviendas en territorios afectados por estos tornados.
En 2008, añadió el
especialista en ciencias espaciales, el IGf fue el primero a nivel mundial en
vaticinar el inicio de una etapa de baja actividad ciclónica categoría cinco en
el Atlántico y hasta hoy, el pronóstico se ha cumplido.
La entidad corrigió a todos
los modelos computacionales que vaticinaban un aumento después del huracán
Katrina en 2005. El último de la magnitud referida en el Atlántico fue Félix en
2007 (desde entonces no ha ocurrido otro similar).
Al entrar en una etapa de
baja actividad de nuestro astro, hay mayor penetración en la atmósfera
terrestre de rayos ultravioleta. El cambio de paradigma tecnológico será el
aprovechamiento de sistemas solares baratos para beneficiar con la radiación a
la población.
Por ello, Velasco Herrera
evalúa con imágenes satelitales qué lugares del territorio nacional tienen
mayor potencial de energía UV. A partir de los datos obtenidos es preciso
desarrollar instrumentos para aprovecharla, concluyó.
(Información y fotografía DGCS-UNAM)
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