El Servicio Arqueomagnético
Nacional (SAN) de la UNAM descubrió que Álvaro, uno de los cuatro restos óseos
encontrados en 2013 debajo de la telesecundaria 133 en el municipio de Álvaro
Obregón, en Michoacán, presenta el tratamiento dental más antiguo en América
(647-768 d.C).
“No hablamos de mutilación
ni deformación, como en la cultura maya o egipcia, sino de un procedimiento
complejo que requirió conocimiento dental especializado”, señalaron Avto
Gogichaishvili y Juan Morales, responsables del recién inaugurado SAN, en el
campus Morelia.
En Europa las endodoncias
más antiguas están registradas en el siglo XVIII, y aunque se encontró un caso
similar en Cuernavaca, Morelos (alrededor de 1500 d.C), con este hallazgo
Mesoamérica se convierte en punta de lanza en tratamientos dentales en el
mundo.
Desde la perspectiva
antropológica, Humberto Quiroz y Ramiro Aguayo, investigadores del Instituto
Nacional de Antropología e Historia (INAH), aseguraron que “este descubrimiento
es importante para entender cómo la cultura de la cuenca de Cuitzeo realizaba
sus entierros. De los 200 que hemos registrado, sólo uno tiene una fecha
absoluta: Álvaro.
Odontología antigua
Tras una semana de
excavación, los antropólogos identificaron cuatro restos óseos en posición
fetal: dos masculinos –Álvaro y Urbano– y dos femeninos –Remedios y Perla–,
cada uno acompañados por una vasija y un perro de corta edad.
Durante la limpieza de
Álvaro determinaron que correspondía a un hombre de entre 30 y 35 años al
momento de la muerte, quien presentaba en su dentadura una característica común
mesoamericana: los incisivos tallados; no obstante, una perforación en el
canino superior derecho atrajo su atención.
“La perfección de la circunferencia y la
concavidad en el diente nos obligó a buscar opiniones de expertos dentales,
quienes coincidieron en que es un tratamiento odontológico similar a la
intervención dental que hoy en día llamamos endodoncia”, añadió Quiroz.
Fechamiento arquemagnético
Michoacán de Ocampo se
asienta sobre un campo volcánico, que los últimos dos millones de años estuvo
expuesto a intensas erupciones.
Cuando el magma alcanza
temperaturas de hasta mil 300 grados centígrados, se forman minerales
ferrimagnéticos (magnetita y la hematita, entre los más comunes), que al
enfriarse pueden guardar la configuracion del campo magnético de la Tierra
(CMT) de ese momento.
Del mismo modo, se ha
encontrado una similitud en elaboración de cerámica, barro o algún otro
material sometido a procesos que rebasen la temperatura denominada Punto de
Curie (578ºC para la magnetita), los cuales también almacenan durante su última
exposición al calor la dirección del campo geomagnético presente.
Así que para conocer la
datación de Álvaro compararon los parámetros magnéticos almacenados en la
vasija hallada en el entierro, con los registros de las variaciones del CMT
observado a lo largo del tiempo.
“Con estos experimentos
físicos reconstruimos la configuración del campo magnético terrestre de la
vasija y determinamos el probable intervalo de edad del contexto arqueológico
del entierro de Álvaro, que corresponde al Clásico tardío (647-768 d.C)”,
afirmó Gogichaishvili.
Así se convierte en el
primer dato basado en fechamiento absoluto que nos indica una práctica dental
compleja con fines terapéuticos, añadió el universitario.
El arqueomagnetismo sólo se
aplica a materiales expuestos a altas temperaturas, que contengan minerales
magnéticos. Mientras que la datación que utiliza el isótopo de 14C determina la
edad de materiales que contienen carbono hasta unos 45 mil años.
Conexión con el pasado
“Los alumnos de la
telesecundaria fueron los primeros en conocer los resultados. El propósito era
explicarles la importancia de la conservación de los elementos
bioarqueológicos, la protección del patrimonio y buscar una conexión con su pasado”,
concluyó Aguayo.
Desde abril, Álvaro
se exhibe en el campamento de Román Piña Chan, en Tzintzuntzan, Michoacán.
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