Si los jóvenes se organizan
Qué
pasaría si los siete millones de jóvenes, que carecen de acceso a la educación
y al empleo con salario digno, salieran a las calles y demandaran un cambio de
política económica-social. Qué pasaría si votaran en las próximas elecciones
con un sufragio de castigo y cambiaran el mapa político de México.
Y el
desinterés actual es reflejo de que, desde la perspectiva de los jóvenes,
quienes se dicen políticos, no cumplen sus promesas. En este aspecto agregaría,
desde mi percepción, que también tienen la idea de que se meten a la política
sólo para enriquecerse.
Los
jóvenes, sector vulnerable por cierto, representan el 30 por ciento de la lista
nominal del Instituto Nacional Electoral, lo que representaría como 25 millones
de votos, pero a la gran mayoría de los jóvenes no le interesa participar en
política ni es tomado en cuenta por los partidos, que en general son cotos de
poder de gente adulta.
Así
la mayoría de los jóvenes no tiene ningún vínculo con partido político alguno,
no participan en política ni vota en
procesos electorales.
Un
parámetro de referencia es la Encuesta Nacional de Valores en Juventud,
elaborada por el Instituto Mexicano de la Juventud y el Instituto de
Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, donde
se revela que el 45 por ciento de los muchachos encuestados no simpatiza con
ningún partido político.
Ese
estudio también indica que el 31 por ciento manifestó no tener interés alguno
por la política; 19.5 por ciento cree que los candidatos electos no cumplen lo
que prometen en campaña y sólo 15.6 por ciento piensa que el ejercicio de la
política es muy importante, mientras para 22.1 por ciento apenas tiene algo de
importancia.
Los
jóvenes se encuentran desalentados por la ausencia de oportunidades de
desarrollo y los bajos salarios que se otorgan.
Así
el panorama de los jóvenes se completa en la adversidad, sin acceso a la
educación ni al empleo, los pocos que ingresan al sector laboral padecen bajos
salarios, por lo que la ocupación informal es una válvula de escape, pero se
pierde la posibilidad de que sean la palanca de desarrollo de la nación.
Además
pretender que el autoempleo con “jóvenes emprendedores” sea la solución, suena
complicado en el entorno de un mercado interno paralizado.
El
ingreso promedio de la población ocupada en la economía mexicana tuvo una caída
de alrededor de 6.6 por ciento entre en 2012 y 2014, de acuerdo a cifras del
Banco de México.
Y
sin embargo, el índice global de productividad laboral de la economía del
Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi), aumentó uno por ciento
en el bienio 2013-2014, lo que significa que en los últimos dos años los
trabajadores han producido más a cambio de un menor salario.
Textualmente hay que decirlo: La
situación económica y política actual desalienta no sólo a jóvenes sino a
personas adultas para emplearse en el sector formal y se les orilla a
incorporarse a la economía informal la cual alcanza ya los 30 millones de
mexicanos. La pregunta queda en el aire: Qué pasaría si los jóvenes salen a
votar y cambian el mapa político de México.
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