Doble filo
El
cese de Yoloxóchitl Bustamante Diez de la dirección general del Instituto
Politécnico Nacional (IPN), aunque justificada, se convierte en un arma de
doble filo, toda vez que, el Gobierno Federal respondió a las demandas del
pliego petitorio y ahora los estudiantes deben proceder con cautela en sus
acciones y comprometerse a participar en el desarrollo académico de la
institución.
Hoy
más que nunca, los estudiantes a estudiar, los académicos a enseñar y los funcionarios
a funcionar, para responder a la grandeza del IPN.
Es
necesario establecer compromisos muy sólidos, tanto por parte de la autoridad,
como por los estudiantes y planta académica, porque no sería sano decir sólo:
ahí está su escuela y hagan lo que quieran.
La
grandeza del IPN está en su historia, en los cientos de miles de alumnos que se
forman, en sus egresados que sirven al desarrollo de la nación, por lo que es
momento de retomar el rumbo, luego de un periodo de perder de vista el
objetivo.
Se
trata de una inversión del pueblo mexicano, que desea que se formen
profesionistas que sean la palanca de desarrollo de la nación. Hay que estar
alertas, porque es necesaria una buena conducción académica y administrativa al
Instituto.
Y es
que en el caso de la saliente Bustamante Diez el error no estuvo en aceptarle
la renuncia, sino en darle el cargo y luego ratificarla. Como se recordará el
11 de diciembre de 2009, rindió protesta para el periodo de 2009-2012 como
Directora General del IPN, designada por el entonces presidente de México
Felipe Calderón Hinojosa. Fue ratificada por el presidente Enrique Peña Nieto
para el periodo 2012-2015, en la ceremonia efectuada el 13 de diciembre de 2012
en la Residencia Oficial de los Pinos.
La
conducción del IPN por Bustamante Diez siempre fue cuestionada.
Hay
que resaltar que el Politécnico es una gran institución resultado de que en
1932 surgió la idea de integrar y estructurar un sistema de enseñanza técnica,
proyecto en el cual participaron destacadamente el licenciado Narciso Bassols y
los ingenieros Luis Enrique Erro y Carlos Vallejo Márquez.
Sus
conceptos se cristalizaron en 1936, gracias a Juan de Dios Bátiz, entonces
senador de la República y al general Lázaro Cárdenas del Río, Presidente
Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, proponiendo llevar a cabo los
postulados de la Revolución Mexicana en materia educativa; dando así nacimiento
a una sólida casa de estudios: el Instituto Politécnico Nacional.
En
la actualidad la comunidad del IPN está integrada por más de 176 mil alumnos de
los niveles Medio, Superior y Posgrado, y más de 27 mil académicos,
trabajadores de apoyo y asistencia a la educación, de mando y directivos.
Cuenta
con más de 900 investigadores adscritos al Sistema Nacional de Investigadores,
quienes conforman nueve redes de investigación y posgrado que atienden
temáticas de biotecnología, nanociencias y micronanotecnología, medio ambiente,
energía, robótica y mecatrónica, computación, telecomunicaciones, salud y
desarrollo económico.
Textualmente hay que decirlo: Es
necesario atender las necesidades de la educación púbica superior en México. El
caso del IPN debe ser la punta de lanza para iniciar un gran proyecto de
revitalizarla en beneficio de la nación. Por ello debe establecerse un
compromiso de alumnos, académicos y autoridades para conservar la excelencia
del Instituto e incluso mejorar.
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