A través de 15 óleos, el
pintor juchiteco Demián Flores recrea al ícono en una exposición que puede
visitarse en el San Carlos Centro Cultural de la Facultad de Artes y Diseño de
la UNAM.
Es la primera vez, en más de
medio siglo, que un creador joven exhibe en la Galería Pelegrín Clavé; se
planea que, después de tres meses en el recinto, la muestra visite CU, el
interior de la República y el extranjero
Se ignora si fue un 13 o un
14 de agosto de 1790 cuando los azadones de una brigada que trabajaba en la
Plaza de Armas (hoy Zócalo capitalino) dieron contra un monolito de 24
toneladas que, por su faldellín de serpientes, sería identificado como la
Coatlicue. Lo que sí se sabe es que, de ahí, la pieza fue trasladada a la Real
y Pontificia Universidad de México (antecedente de la UNAM), la cual vio cómo
indígenas en grupo se escabullían a su atrio para adorar a la divinidad recién
desenterrada.
A 224 años de distancia, la
diosa degollada regresa a esta casa de estudios, pero transmutada por los
pinceles del oaxaqueño Demián Flores y plasmada en 15 lienzos exhibidos en la
Galería Pelegrín Clavé del San Carlos Centro Cultural (SCCC) de la Facultad de
Artes y Diseño (FAD), un espacio ubicado en la calle Academia 22, a tan sólo
500 metros de donde se realizó el hallazgo.
En Visiones de la Coatlicue,
Flores experimenta con este ícono sincretizado para llevarlo a una encrucijada
donde pasado y presente coinciden y a un punto en que las estéticas
contemporáneas y las carentes de referencia occidental colisionan.
“Quien vea los cuadros
podría pensar que se trata sólo de manchas, pero en una inspección detenida
apreciará realidades yuxtapuestas que dan pie a imágenes emblemáticas. Así, la
narrativa pictórica de los óleos provocan atracción, pero también un rechazo en
la mirada y, de esta manera, revelan su sentido”, añadió el egresado de la
entonces Escuela Nacional de Artes Plásticas.
(Información y fotografías
UNAM)
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