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Los muros no detienen sueños

Está claro que la pesadilla que es la amenaza del “muro” entre México y Estados Unidos deberá desaparecer. Ahora hay que esperar que el nuevo inquilino de la Casa Blanca cambie su agresiva retórica y empiece a entablar un diálogo constructivo de beneficio no sólo para ambos países, sino también para todo el continente.

Un ejemplo claro de los beneficios mutuos es la enorme movilidad que existe entre instituciones académicas de ambos países. Y hay que resaltar a los “dreamers”, además de que en ambos lados de la frontera hay sueños de millones de jóvenes que quieren un mundo mejor.

Hay que recordar que Janet Napolitano, ex secretaria de Seguridad Nacional de los Estados Unidos y actual presidenta de la Universidad de California (UC), en su reciente visita a México, expresó: “Tenemos que enfocarnos en la movilidad de los estudiantes y becarios entre California y México. En el área de energía estamos bien posicionados para aceptar más jóvenes posgraduados de la UNAM, y de México en general”.

En 2015, la población en la Unión Americana era de poco más de 321 millones de personas, de las cuales 56.5 millones eran de origen latino, lo que representa un 17.6 por ciento de sus habitantes. De ellos, 36.9 millones eran mexicanos que viven, principalmente, en California (28.2 por ciento), Texas (20.7) y Florida (4.3 por ciento), por lo que la idea del “muro” parece ilógica.

Napolitano expuso que la iniciativa UC-México, lanzada en 2014, busca atender problemas comunes y educar a los líderes que deberán atenderlos. Uno de cada cuatro estudiantes de California, agregó, tienen herencia latina y son parte de los líderes del mañana.

Mientras que el rector de la UNAM, Enrique Graue Wiechers, subrayó que “por más muros que se construyan, la migración continuará. El tránsito de personas, especies e incluso de virus entre México y Estados Unidos seguirá”.

Una decisión equivocada traería en consecuencia no sólo un alto costo económico, que según estimaciones internacionales sería de hasta 30 mil millones de dólares, lo cual ya es rechazado por los congresos en las dos naciones. Pero los costos más graves serían en detener el desarrollo de la región que tiene un futuro prometedor para muchos jóvenes soñadores.

Mientras que el plan de revisar la participación de los Estados Unidos en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), también ha provocado preocupación en los dos lados de la frontera, pero debe ser visto como una oportunidad para mejorar lo que está bien y cambiar lo que no ha funcionado como se esperaba.

En este proceso los jóvenes tanto en el ámbito académico, como productivo, jugarán un papel importante.

Textualmente hay que decirlo: Ninguna barrera restrictiva entre México y los Estados Unidos funcionará, porque las ideas no conocen de fronteras en un mundo globalizado, en el que somos más los “hombres buenos”. En ambos lados de la frontera estudiantes, investigadores, científicos, economistas, trabajadores, todos trabajamos por una mejor región y un mundo mejor.

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