Diálogo
de la esperanza
Nos encontramos en medio de
la polémica de una reforma educativa que no aterriza, vemos más lo
administrativo, los estímulos y los castigos. Líderes sindicales encarcelados.
Esperemos que la mesa de diálogo en la Secretaría de Gobernación llegue a buen
puerto.
Como recordaremos el rector
de la UNAM, Enrique Graue Wiechers, llamó a avanzar hacia un nuevo clima de
concordia en México; advirtió que la violencia que se vivió en Oaxaca, hace
unos días, es fruto de la radicalización, de la sinrazón, la intolerancia, así
como de la incapacidad para dialogar y de lograr los acuerdos necesarios para
transitar en las diferencias hacia la armonía que requiere nuestra nación,
dijo.
Pero dónde está el gran
debate nacional para revisar el qué y para qué de la enseñanza pública en
México, también se requiere de una evaluación real de las condiciones de
trabajo, físicas y humanas, la nutrición de los niños.
Una sociedad que no
transmite conocimiento genera violencia y la educación, por el contrario,
contribuye a evitar la injusticia y la corrupción, además de ser palanca de
desarrollo y motor de cambio en las sociedades.
En el sistema educativo
mexicano por más de dos décadas los gobiernos se han dedicado a administrar la
crisis y el problema se agrava, ya que ahora no sólo hay que resolver la
cobertura sino que también, ahora la calidad, además del empleo para los
jóvenes egresados de universidades.
Y hay que decirlo, los
alumnos egresan y se van, los funcionarios al concluir el sexenio “buscan otro
hueso”, y al final son los maestros los que permanecen en las aulas en espera
de nuevas generaciones para formar.
El maestro no es el malo de
la historia, se equivocan quienes pretenden aparentar que la película se divide
en “buenos y malos”. También será válido saber quién evaluará a las
autoridades, que cada seis años pretenden reinventar la educación.
Contra mucho de lo que se
dice hay buenos maestros en México y nada tiene que ver sí son del SNTE o de la
CNTE, o libres pensadores. Porque entre quienes marchan y protestan hay
profesores valiosos, pero que han decidido levantar la voz, con lo que no están
de acuerdo, porque ellos viven una realidad diaria en aula, distinta a la que
se dice en las oficinas.
Y es que ninguna reforma
educativa o cambio en la enseñanza se puede hacer desde un escritorio sin tomar
en cuenta la realidad que viven cada día un maestro frente a clase, el que cada
día ve a los ojos a los alumnos y sabe de sus necesidades.
La llamada “reforma
educativa” continúa sin dar los resultados esperados, se quedó en lo
administrativo, en un ejercicio de premios y castigos, donde lo menos
importante son las condiciones laborales del profesor, vistas por el propio
secretario de Educación Pública, Aurelio Niño, que ya recorrió muchas de ellas.
Dicen que será la
autogestión lo que mejorara los planteles, pero por otra parte la Secretaría de
Educación Pública (SEP) centraliza lo administrativo, la nómina magisterial,
por ejemplo.
Hoy sólo se busca someter a
los que disienten, se busca acallar al que cree algo distinto; sólo una cosa,
donde todos piensan igual, nadie piensa. En la confrontación de ideas está el
progreso.
Los gobierno federal y
locales no solamente deben aplicar sanciones laborales, están obligados a
mejorar la calidad de la educación y construir un sistema de evaluación
objetivo, equitativo y útil, a fin de que la “reforma educativa” sea tal.
Aún tengo la percepción de
que los actuales servidores públicos en el ramo se dedican a administrar la
crisis, sin emprender acciones que impacten de manera efectiva en la calidad de
la enseñanza pública, no se trata de darle un lugar a todos, sino de que la
escuela sea la gran palanca de desarrollo de la nación.
Textualmente
hay que decirlo: Hace falta mucho por hacer en materia
educativa, pero no se resolverán con llevar maestros a la hoguera, cuando es
claro que de lo que se ha carecido es de una política de Estado, que vea más allá
de los sexenios en beneficio de los alumnos.
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