Derecho
al éxito
Desempleo, subempleo y bajas
remuneraciones es el panorama que enfrentan los jóvenes en México, dónde además
de las pocas oportunidades que se tienen, encuentran una economía marcada por
la pérdida constante del poder adquisitivo de los salarios desde hace casi 40
años.
“Impresiona cómo cerca del
30 por ciento de los jóvenes que se incorporan al mercado de trabajo lo hacen
en la informalidad. Es decir, realizan todo tipo de actividades sin prestación
alguna, con jornadas irregulares, en empresas outsourcing o subcontratistas, o
en el comercio informal, lo que implica salarios muy bajos”, apuntó Gerardo
González Chávez, académico del Instituto de Investigaciones Económicas (IIEc)
de la UNAM.
Y el panorama para el país
se complica por la fuga de cerebros, ya que destacados investigadores en áreas
de ciencia, tecnología e innovación parten a economías en las que su talento es
aprovechado, mientras que los menos favorecidos en materia educativa migran
para ofrecer su mano de obra, en condiciones muchas veces infrahumanas y
cercanas a la esclavitud, como se vio en las granjas de jornaleros. Mientras
que otros cruzaron la frontera norte en busca del “sueño americano”, en un país
donde actualmente existe un ambiente hostil hacia los migrantes.
Por décadas los grupos en el
poder, que administran este país no tomaron las medidas necesarias para hacer
del bono demográfico la palanca de desarrollo de la nación; sólo contemplaron
el paso del tiempo y jamás se decidieron emprender acciones que llevaran al
país derecho al éxito, por lo que se le da una serie de rodeos que no llevan a
ninguna parte.
Otra variable es la
migración. Buena parte de los jóvenes que se incorporan a la informalidad, si
no pueden mantenerse como fuerza de trabajo disponible, tienen que desplazarse.
Desde 1994 –cuando se signó el TLC– se intensificó, sobre todo a partir del año
2000; un rasgo a destacar es que se compone de jóvenes calificados, parte de
otro problema: la pérdida del bono poblacional.
De acuerdo con el académico,
la migración de jóvenes profesionistas pasó de siete –en el 2000– a cerca de 18
por ciento en los últimos años. En general, “cuentan con un índice de educación
mayor a 10 años, lo que significa que están altamente calificados, si se
considera que el promedio nacional de educación es de 8.3”.
El número de trabajadores
registrados en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) se ha
incrementado hasta en más de 16 millones 442 mil 285; son asalariados
asegurados, pero no representan más del 30 por ciento de la fuerza laboral que
se incorpora.
“Tampoco se debe olvidar a
los trabajadores temporales, contabilizados por el mismo IMSS, que llegan a
representar 30 o 40 por ciento de los contratados por tiempo determinado; no
reúnen las características básicas –señaladas por la OIT– para considerar un
empleo bien remunerado y con garantías sociales”.
Textualmente
hay que decirlo: Cada vez es más evidente la necesidad de
generar vacantes para los jóvenes, con salarios justos y capacitación, ya que actualmente,
seis millones 427 mil 660 de ellos no logran colocarse ni encuentran un lugar
en las universidades. Se trata de los jóvenes que ni trabajan ni estudian a
causa de las condiciones desfavorables de la economía nacional. Hoy urge
emprender el camino que nos lleve derecho al éxito, porque hay que aprovechar
el bono demográfico.
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