Parte de la historia antigua
de la península de Baja California quedó plasmada en los afloramientos rocosos
de la Sierra de Juárez, donde la fuerza del viento no ha podido borrar cientos
de pinturas rupestres elaboradas por los kumiai posiblemente desde hace 500
años. Para contrarrestar el deterioro que el paso del tiempo causa en estas
páginas de piedra que describen el pensamiento indígena, manos expertas de
restauradores trabajan desde 2013 en un proyecto de conservación que ya
comienza ha desvelar avances.
El sitio arqueológico se
llama El Vallecito, ubicado al norte del estado de Baja California, en una
planicie desértica dentro de la Sierra de Juárez. Constituye la zona de
manifestaciones gráfico-rupestres más importante de la entidad, donde se
identificó el estilo pictórico La Rumorosa, caracterizado por figuras humanas
de grandes extremidades, principalmente dedos de pies y manos, y por una paleta
roja en diversas tonalidades.
Investigaciones
arqueológicas, a cargo del Instituto Nacional de Antropología e Historia
(INAH), han derivado en el registro de 23 resguardos con pintura dentro de la
poligonal de 180 hectáreas, de los cuales cinco están abiertos al público. El
proyecto busca estabilizar y conservar los principales resguardos con
manifestaciones, contrarrestando las acciones de cambios extremos de
temperatura que en invierno desciende bajo cero y en verano puede alcanzar los
50 grados; así como la acción del viento que llega con gran fuerza arrastrando
materiales y adhiriéndolos a las obras hasta formar una capa que evita
apreciarlas en todo su esplendor.
Los trabajos del plan, denominado
Proyecto de Conservación del Sitio Rupestre El Vallecito, Baja California,
actualmente están enfocados en atender las áreas abiertas al público.
Paralelamente, en dichos resguardos, el proyecto realiza diagnósticos y
monitoreo en los paneles cerrados a la visita, con un avance de 10 resguardos
concluidos y 13 en proceso de diagnóstico.
Durante el tercer trimestre
del año en curso, un equipo de cinco restauradores, dirigidos por la
especialista Sandra Cruz, finalizó en 90 por ciento la atención del resguardo
más extenso y con mayor cantidad de discurso pictórico, conocido como Cueva del
Indio, uno de los más significativos del sitio.
Asimismo, la intervención se
extendió a otro resguardo llamado El Diablito, donde los trabajos están en la
etapa de monitoreo medioambiental y estudio de las capas pictóricas y de las
rocas donde están plasmados los motivos gráficos, labor que debe realizarse
previamente a la intervención, informó la restauradora.
El Diablito es un diseño
de forma humana pintado en rojo, porta un tocado que el imaginario popular ha
interpretado como cuernos. La figura es emblema del sitio, se conoce
principalmente porque cuando ocurre el solsticio de invierno entra un rayo de
luz al resguardo donde está plasmado e ilumina sus ojos.(Información y fotografías INAH)
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