Modelo
equivocado
Algo debe estar mal en el
modelo de desarrollo de México, toda vez que resulta inconcebible que luego de
años de vida académica los jóvenes no tengan las oportunidades de un trabajo
estable y bien remunerado.
Y es que luego de tres años
de preescolar, seis de primaria, tres de secundaria, tres de media superior y
cinco de superior, la gran mayoría con una inversión pública, al final no se
tenga la oferta laboral para hacer de esta inversión del pueblo, una palanca de
desarrollo con los jóvenes egresados.
Así, los jóvenes mexicanos se
ven obligados a aceptar empleos precarios, pues los trabajos estables,
difíciles de conseguir.
Datos del INEGI señalan que
en el primer trimestre de 2014, la tasa de desempleo entre los jóvenes de 20 a
24 años de edad asciende al 9.2 por ciento.
Entonces tenemos un modelo
equivocado, porque como sociedad invertimos en la educación pública, las
familias se preocupan por mandar a sus hijos a la escuela. Como dirían las
abuelas: “la educación es lo único que le dejamos a los hijos”.
Pero qué pasa: se gradúan en
nivel superior y no hay empleo para ellos. Urge se eficientes en el uso de los
recursos públicos, porque no la creación de empleos para jóvenes no corresponde
al esfuerzo que se hace en la educación.
El desempleo juvenil va en
aumento y hoy más que nunca se debe actuar de inmediato para atenuar esta
crisis laboral.
Hay una preocupación por la
falta de oportunidades de trabajo para este grupo demográfico, se requieren estrategias
multidimensionales e innovadoras para impulsar el crecimiento económico y la
consecuente creación de empleos.
Uno de los factores que
impide que la educación sea uno de los peldaños más importantes es la falta de
empleabilidad para los recién egresados de la universidad, señala el investigador del Centro de Investigación para el
Desarrollo (CIDAC), Jaime Martínez
Bowness, quien apuntan que sólo el 26%
de las empresas tienen vacantes diseñadas para recién egresados y el 32% de las
empresas tienen algún tipo de vinculación con universidades, pero no
precisamente con programas estratégicos.
Textualmente
hay que decirlo: como dijo el Secretario General de la OCDE,
Angel Gurría: “La educación puede sacar a la gente de la pobreza y la exclusión
social, pero para lograrlo necesitamos romper el vínculo entre entorno social y
oportunidad educativa”.
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