Difícil saber qué pasa exactamente
antes de un movimiento telúrico, ya que los procesos ocurren a profundidades de
20 a 300 km, y a esas distancias nadie ha llegado y no creo que alguien llegue,
señaló el sismólogo Cinna Lomnitz
Es de recordarse que Cinna
Lomnitz es investigador emérito del Instituto de Geofísica de la Universidad
Nacional Autónoma de México y miembro de la Academia Mexicana de Ciencias.
Apunto que del año 2000 a la
fecha el mundo se ha visto afectado por una serie de macro-terremotos que hacen
pensar.
Cinna Lomnitz, pilar de los
estudios sismológicos en México, dijo que estos movimientos no están
relacionados con las famosas “brechas” y que esperar un sismo cuyo epicentro
sea la zona en Guerrero, podría ser errático.
La región del planeta en la
cual vive el hombre es la litósfera o un segmento de tierra y roca pero ésta no
es uniforme, y está dividida en segmentos llamados placas tectónicas que se van
sumergiendo hacia la parte interna de la Tierra, en un proceso conocido como
subducción. Cuando alguno de estos segmentos se rompe debido a la fricción se
produce un movimiento telúrico.
En 2004, uno de estos
movimientos en el Océano Índico, bajo la placa tectónica de Burna, generó uno
de los tsunamis más muertes de los últimos tiempos. Le siguieron los terremotos
de Chile, en el 2010, y el de Japón, en 2011, este último provocando un tsunami
y una crisis nuclear en la central de Fukushima.
Ante esta situación, los
sismólogos revisan constantemente la velocidad de desplazamiento y la energía
que liberan las placas en el proceso, y aunque no es algo exacto, se han hecho
cálculos sobre la cantidad de energía acumulada en estos segmentos, así como
las posibilidades de que se fragmente el terreno.
Sin embargo, existen partes
de terreno en los que debería haberse generado una fragmentación (de acuerdo
con los cálculos), pero en realidad no se ha presentado un movimiento telúrico
de importancia desde hace tiempo, por lo que comienza a ser llamado “brecha”.
En el caso de México, la más
conocida brecha es la que se ubica en Guerrero, entre los puertos de Acapulco y
Zihuatanejo, donde no se ha generado un movimiento telúrico de importancia en
los últimos 103 años.
Esta situación ha hecho que
Cinna Lomnitz, investigador emérito del Instituto de Geofísica de la
Universidad Nacional Autónoma de México y miembro de la Academia Mexicana de
Ciencias y de otras organizaciones nacionales e internacionales, considere que
las cosas no funcionan del todo como se pensaba. En Japón, por ejemplo, la
nación con más sismólogos en el mundo, se le ha dado mucho potencial a las
brechas.
“Ellos –dijo el científico-
identificaron una brecha sísmica al sur de Tokio e hicieron preparativos para
detectar un eventual fuerte sismo proveniente de esa zona. Pero también
señalaron cuáles eran las regiones con menor riesgo, entre ellas estaba Tohoku
-un área geográfica al norte de la isla principal de Japón-, la misma donde se
registró el epicentro del gran terremoto de magnitud 9, del 11 de marzo de
2011”.
En la geografía mexicana
confluye el movimiento de cinco placas tectónicas: la de Cocos (frente a las
costas de Michoacán, Guerrero, Oaxaca y parte de Chiapas), la de Norteamérica
(que abarca casi todo el territorio nacional), la de Rivera (frente a Jalisco,
Colima y Nayarit), la del Pacífico (donde está la Península de Baja California)
y la del Caribe (que involucra a parte de Chiapas).
(Información y
fotografía AMC)
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