Constantemente equipos de
trabajo de Filmoteca UNAM salvan cintas deterioradas; conjunta esfuerzos,
conocimientos, posibilidades tecnológicas y económicas para contar con un
laboratorio que restaure fotoquímicamente cualquier película.
Porque las películas, como
objetos, son sucios y feos, huelen mal y no se pueden colgar en una pared como
un cuadro. Sólo adquieren su mágica condición cinematográfica si se proyectan
sus imágenes en la pantalla con gran luminosidad, expresó Francisco Gaytán,
subdirector de Rescate y Restauración, quien ponderó la labor que realiza la
Filmoteca de la UNAM en favor del cine nacional.
Están hechas de un material
frágil, compuesto de una emulsión de gelatina animal. Ante la presencia de
humedad, de inmediato se convierten en alimento de bacterias y hongos y se
descomponen, agregó.
De ahí que una filmoteca,
como la de esta casa de estudios, sea un ser vivo. Constantemente sus equipos
de trabajo realizan la tarea de salvar cintas deterioradas.
Al crearse la Filmoteca de
la UNAM, en 1960, se dio un avance cultural tecnológico y artístico para
contribuir al mantenimiento de la memoria fílmica del país.
En opinión de Gaytán, en la
labor de restauración se puede establecer un teorema: la grandeza de la
Filmoteca es inversamente proporcional al deterioro y desaparición del cine
producido en México. Por otra parte, la entidad universitaria ha adquirido
enorme prestigio ético y técnico, por lo que directores y productores le
confían sus tesoros.
Conserva en sus acervos la
famosa trilogía cinematográfica de la Revolución Mexicana de Fernando de
Fuentes: Vámonos con Pancho Villa, El compadre Mendoza y El prisionero 13,
restauradas digitalmente.
Otra joya, parte de la
memoria histórica de los mexicanos, donada a la Filmoteca para su renovación y
conservación, es el Fondo Toscano, material de Salvador Toscano, precursor de
la cinematografía nacional. “Hemos hecho un trabajo acucioso de restauración
fotoquímica en más de 20 mil pies de esos materiales producidos entre 1910 y
1915 y los hallazgos son sorprendentes”, dijo.
Asimismo, los equipos de
trabajo, con apoyo de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias
Cinematográficas, concluyeron la restauración del mítico filme de Arcady
Boytler, La mujer del puerto (1933).
“Constantemente utilizamos
los medios a nuestro alcance, aunque nunca son suficientes. Dice un axioma:
ninguna filmoteca del mundo cuenta con los recursos económicos necesarios para
restaurar el material que tiene”, comentó.
Se han restaurado poco más
de 80 títulos de países latinoamericanos y uno, español, está en proceso: Quién
me quiere a mí (1936), que produjo y codirigió Luis Buñuel. Asimismo, se guarda
el negativo del original de Los olvidados, que por iniciativa de esta casa de
estudios se registró como documento en “Memoria del mundo”, un programa de la
Unesco.
(Información y
fotografía DGCS-UNAM)
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