El Museo del Templo Mayor
presenta 180 piezas que dan cuenta de la concepción mesoamericana en torno al hombre y la
mujer, seres complementarios y fecundos.
La intimidad de los antiguos
habitantes del Occidente queda al descubierto en una exposición en el Museo del
Templo Mayor, la cual es una alegoría de la concepción mesoamericana en torno
al rol del hombre y la mujer, vistos como seres complementarios, sensuales y
fecundos a través de una selección de 180 piezas prehispánicas, la mayoría
inéditas para los visitantes del centro del país.
En su recorrido, el
visitante podrá apreciar representaciones hechas por las primeras sociedades
del Occidente prehispánico, como las de El Opeño y Chupícuaro, siguiendo con
las piezas de la Tradición de Tumbas de Tiro, realizadas entre 200 a.C. y 400 a
600 de nuestra era, época en que las imágenes se caracterizaron por mostrar el
cuerpo de manera natural.
Esta semana la exposición
Semillas de vida. La sexualidad en Occidente fue inaugurada por Teresa Franco,
directora general del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH),
quien destacó que, como sociedades agrícolas, las culturas de Mesoamérica y en
particular las de esta región, vivían en un mundo donde lo natural y lo
sobrenatural se entrelazaban.
Así, “nuestros antepasados
plasmaron el cuerpo humano de una manera habitual, aunque cargada de un
profundo simbolismo”. En el transcurso de la historia de los pueblos del
Occidente, dijo, las representaciones de mujeres y hombres adquirieron
diferentes características, según la época en que fueron creadas.
“La sexualidad es un
elemento preponderante en estas representaciones plásticas. Son muestra de que
las actitudes, comportamientos y funciones de la mujer y del hombre fueron
observadas con gran cuidado para enfatizar su identidad al reproducir una
construcción sociocultural de sexo-género, reflejando sus roles como elementos
sociales, al definir y diferenciar las relaciones entre lo femenino y lo
masculino”, refirió Teresa Franco, titular del INAH, al presidir la apertura de
la muestra, acompañada de José Enrique Ortiz Lanz, coordinador nacional de
Museos y Exposiciones del instituto, y Carlos Javier González, director del
Templo Mayor.
Carlos Javier González,
director del Templo Mayor, enfatizó que Semillas de vida. La sexualidad en
Occidente es un acercamiento al orden cíclico y dual que permitió a sus
creadores recrear un universo sexuado.
En las últimas secciones de
la muestra se presentan piezas de la etapa que precedió a la llegada de los
españoles, con una representación de la figura humana más abstracta.
Considero que la
producción del Occidente mesoamericano conservado en cerámica y otros
materiales, “hace referencia a una realidad cargada de sensualidad, a la
exaltación fálica y a usos y costumbres que no se reducían a la simple función
reproductora o a la preservación de la especie, sino que tenían por objeto
valorar el placer en el ser humano, así como evocar las relaciones afectivas y
los roles de género”.(Información INAH/Fotografía Melitón Tapia-INAH)
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